René Alberto López
La tarde del 19 de enero de 1995 la Plaza de Armas de Villahermosa se contaminó de violencia política por la disputa del poder. La masa perredistas de ese entonces, sitió los edificios donde se concentran los tres poderes del estado.
Una demanda centrar enarbolaban los opositores: La renuncia del gobernador constitucional Roberto Madrazo Pintado, emanado del PRI.
Ya habían pasado varios días desde que ocuparon todo el área con barricadas en los distintos accesos a la plaza y la entrada principal, exactamente en el crucero de la avenida 27 de Febrero con la calle Independencia, estaba bloqueada por militantes del PRD sentados en el suelo.
Eran encabezados por Darvin González Ballina quien figuró al frente del contingente, rodeado de los recios indígenas de Tamulté de la sabana, dispuestos a todo.
La protesta era capitaneada desde la Ciudad de México por López Obrador, dirigente principal de la movilización que quería derrocar al régimen priísta.
La lucha era pacífica, al estilo de Mahatma Gandhi, decían y así lo vivían los opositores. Pero en el gobierno y en el PRI no pensaban lo mismo y, esa tarde lo vivió todo Tabasco al desatarse la violencia. Por los cuatros puntos cardinales de la plaza ingresaron los grupos de choque de príistas, y pandilleros, previamente reclutados para la ocasión.
Defensores del gobernador irrumpieron con violencia apoyados por petroleros, taxistas y efectivos de la policía estatal. Así, salieron a relucir gas lacrimógeno, palos, piedras, garrotes, sillas, varillas.
Los perredistas fueron cercados y golpeados por la mezcla de gente entre priístas y golpeadores, quienes así pudieron expulsar de Plaza de Armas a los opositores.
Después de las escaramuzas el lugar simulaba un campo de batalla, pues la furia tricolor pasó a destruir los campamentos, quemaron cocinas improvisadas, lo mismo que varios vehículos de militantes del PRD. Finalmente Madrazo Pintado volvió a entrar triunfal al Palacio de Gobierno, en compañía de sus seguidores. En la plaza celebraban los grupos, mientras él desde el balcón saludaba a la multitud.
Esta es sólo una breve reseña de aquella tarde de enero de 1995, pero en los archivos de este columnista está completa toda la historia de ese trágico trozo de historia de Tabasco. Ahí estuvimos y la reportamos de primera mano, como igual hizo la mayoría de la vieja guardia de la prensa tabasqueña.
Por cierto, ahí les va un dato. Ese conflicto me tocó cubrirlo para el diario La Jornada, haciendo equipo con la entonces compañera de oficio, Rosa Icela Rodríguez, en su calidad de enviada del periódico. Hoy es titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana en el gobierno federal.
Bien. Esta tarde de miércoles que escribimos sobre ese hecho, se cumplen 27 años de aquella movilización que pretendía sacar al priísta Roberto Madrazo del gobierno, y, por cambiar el estado de cosas en Tabasco. No sucedió ni lo uno ni lo otro.
No se logró la renuncia de Roberto Madrazo, quien gobernó hasta el año 2000, fecha en que se cumplió su período. Tampoco llegó a estas tierras el cambio que deseaba aquella base de perredistas del pasado.
La verdad, la verdad, todo mundo lo está viendo, paradójicamente el gobierno de Tabasco está precisamente en manos de aquellos militantes del PRI que participaron en las estrategias para garrotear y desalojar a los seguidores de López Obrador.
Para qué ahondar más en el tema, está muy claro que respecto al propósito central, fue una lucha fallida, estéril, infecunda, en la que los participantes en la asonada malograda, hoy están, la mayoría, perdidos en el anonimato, y, otros vegetan en cargos de ínfimo nivel en el gobierno 4T, salvo Javier May, que sí está saboreando las mieles del poder.
Empero el único gran ganador, hay que decirlo, fue López Obrador, al obtener la presidencia de México. Sin embargo, los propósitos que se proponía aquel movimiento de 1995, eran. 1.- Terminar con el priísmo en Tabasco. 2.- Instalar la democracia y un gobierno diferente a los del PRI. Se fracasó.
Ahí se las dejo.