Adán Augusto López Hernández estuvo el viernes en Tabasco. Aquí en el Estado que gobernó siempre ha dicho que no suda calenturas ajenas, esto al referirse a su posible nominación como candidato de Morena a la presidencia de la República, se manifestó comprometido con la tarea encomendada por Andrés Manuel López Obrador al frente de la Secretaría de Gobernación.
Las palabras del funcionario parecen no interesarles a sus operadores políticos, porque 24 horas después del cónclave con los notarios públicos del país, en una gira de respaldo al candidato a la gubernatura de Hidalgo, Julio Menchaca, el tabasqueño fue recibido con el grito de ¡presidente, presidente, presidente!
Esto nos demuestra que el exgobernador de Tabasco como dice una cosa dice otra, porque mientras aquí en la tierra en la que nació y creció políticamente manda el mensaje de no distraerse en asuntos futurista como la candidatura presidencial, va a otros estados a placearse y regocijarse con las arengas que lo colocan como un serio aspirante a la presidencia de México.
Existen dos versiones de Adán Augusto López Hernández, en Tabasco muestra su rostro real el del político de poco trato, de semblante de pocos amigos y menos amigable, en tanto que cuando llega a otra entidad y escucha las arengas a su favor, sonríe con esfuerzo y trata de conectar con la ciudadanía, sin embargo, su discurso es un tanto hueco, porque lo domina el temperamento.
El punto es que mientras en Tabasco donde nació su historia política no da muestras de querer lanzarse al ruedo y buscar la candidatura, sus operadores prefieren prepararle toda la parafernalia en tierras ajenas, en sitios en los que no conocen su forma de actuar y de conducirse.
Lo vitorean en lugares en los que no conocen que Adán Augusto es impulsor de la fallida “Ley Garrote” aquella que permitiría disolver manifestaciones sociales con el uso de la fuerza pública. Lo ensalzan en esos estados en los que no han atentado contra el derecho ciudadano de votar y ser votado a través de la “Ley Dedazo”.
En esos sitios donde arengan su nombre como futuro presidente no han sentido el peso de las acciones de Adán Augusto López Hernández.
Allá donde la euforia los hace gritar ¡presidente, presidente, presidente! No saben que el actual secretario de Gobernación es un hombre que ha beneficiado a sus compadres y amigos con adjudicaciones directas de las obras públicas. No conocen que Manuel Santandreu su compadre ha sido beneficiado desde el inicio del actual gobierno local con la mayoría de la escasa obra pública en asignación directa, dejando sin oportunidad a demás empresas constructoras que se resignaron a vivir de la iniciativa privada.
Adán Augusto es luz y sombra en el quehacer político, porque mientras un sector de tabasqueños lo ven como tirano, existe un grupúsculo de vividores del presupuesto público emanados del PRI que han recalado en Morena y que, saben que creándole toda una faramalla al exgobernador de Tabasco podrían verse beneficiados si este logra la nominación presidencial.
En pocas palabras, son los priistas del pasado, esos que tanto daño le hicieron a Tabasco y a México los mismos que están desbocados tratando de posicionar a Adán Augusto, quien temeroso no se atreve en Tabasco a dar a conocer sus verdaderas intenciones, porque aquí todos lo conocen y saben cuáles son sus alcances.
Adán Augusto al igual que López Obrador no han mostrado interés por Tabasco y eso queda demostrado cuando uno inaugura obras en estados del norte y el otro realiza actos proselitistas en otras entidades y en el edén del trópico niega esa aspiración.