Franja Sur / René Alberto López
El 5 de febrero de 1952 el tabasqueño Félix Fulgencio Palavicini pronunció un discurso en el Palacio de Bellas Artes en el que abordó el tema: “Constitución presente y ausente”.
Dijo en esa fecha, quien fue diputado en el Congreso Constituyente, en el ocaso de su vida, como parte de su elocución, lo siguiente:
“Conserve la patria el amparo de su Constitución que ha sido hecha para servirla y para enaltecerla. Conserve México un pueblo unido de hermanos, de patriotas, sin negros rencores, sin turbios odios, sin discrepancias inconciliables, sin ceguedades obtusas”.
Y, Francisco Trujillo Gurría, gobernó Tabasco de 1938 a 1942, dejó estas palabras que deberían ser recordadas por sus paisanos que se dedican al quehacer político:
“Si el ayer nos contempló separados y el hoy nos sorprende en expectación, que el mañana se convierta en símbolo de fraternidad y cariño, haciéndonos momento a momento más amigos y más tabasqueños”.
El libro “Voces de nuestra historia”, del tabasqueño Juan José Rodríguez Prats, recoge estos mensajes de políticos del ayer que, a mediados del siglo pasado, proponían convivir en concordia para ir tejiendo el progreso de nuestra tierra.
Han pasado más de siete décadas de aquellas palabras y, el pleito político sigue como el dique que mantiene estancado el desarrollo de México y Tabasco.
El fantasma de la discordia entre los hombres públicos que, de una u otra manera influye en la sociedad, representa ese pozo profundo lleno de aguas putrefactas en las que se ahogan las esperanzas de todo un pueblo.
Hoy continuamos atisbando con tristezas como pasan los gobiernos de todos los colores, políticos de distintos estilos y discursos de fecunda oratoria, pero seguimos en el vacío, ante una concordia inalcanzable.
El tema de reconciliar a México y de unir a los tabasqueños es recurrente en los discursos de los políticos; lo recetan en cada campaña electoral.
Lo propusieron los rojos, los amarillos y ahora los vinotinto y, no sólo es una promesa incumplida sino cada vez el odio, revanchismo y la venganza se concentra con mayor fuerza en las almas que detentan el poder.
Hoy los vituperios, las ofensas, burlas y el escarnio inundan las redes sociales y, las campañas en los seis estado donde habrá elecciones en junio. Los insultos y agresiones en el ciberespacio se da con mayor odio entre los grupos que toman partido, sin ponerse a ver el daño que la hacen a México, que ya requiere de la unidad nacional para salir adelante.
Desde luego, habrá quien con ligereza opine que es parte de la democracia. Sin embargo, no es lo mismo una disputa vulgar a base de insultos, a sombrerazos, que, el debate de las ideas, la discusión entre inteligencias. Esa es la gran diferencia.
Así, hoy por hoy, por ejemplo, nuestra entidad es la más rezagada del sureste mexicano, cuando apenas a finales del siglo pasado, fuimos ejemplo nacional y envidia de no pocos.
Ello, por obra y gracia del pleito político, de la discordancia, de la no fraternidad, cuando el camino correcto debería ser que, con la herramienta de la política, marchar codo a codo, tal y como lo propusieron insignes tabasqueños con la visión de que sólo en unidad se podría alcanzar el verdadero bienestar, no un bienestar de pacotilla.
Hoy mismo, cuando están en la palestra los nombres de los aspirantes a la presidencia de México, las pugnas están al rojo vivo en los partidos políticos.
Las luchas internas y contra adversarios son encarnizadas en las organizaciones políticas, y son las notas periodísticas de hoy, cuando, si existiera armonía en esos Institutos, es tiempo en que, en lugar de campañas negras, deberían estar planeando sus programas de trabajo y las estrategias de campañas.
Y bien, el cáncer de Tabasco, que corroe a estas tierras y la metió en el atraso, y la hace caminar a tientas, sin luz, es el inacabable pleito de la llamada clase política, y, no hay para cuando.
Ahí se las dejo.