Mario Gómez y González
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Más allá de los resultados electorales que resulten de los seis procesos estatales y que les puedan ser o no favorables al partido y gobierno de Andrés Manuel López Obrador; sobre los comicios y la vida política de México, de ahora en adelante, tendrá que tomar como punto de referencia, lo recién expresado por Porfirio Muñoz Ledo, en el sentido de la interacción que el gobierno federal de la Cuarta Transformación (4T), tiene con las bandas delincuenciales.
De acuerdo a fuentes consultadas, un narcoestado (así lo llamó Porfirio Muñoz Ledo), se caracteriza, entre otras cosas, por ser, “una forma de gobierno en donde interactúan el crimen organizado y las autoridades, permitiendo toda clase de actividades ilícitas al amparo de la ley, además de permitir actos de corrupción e impunidad”.
“Bajo estas condiciones, el crimen organizado es el que “gobierna” y “controla” determinados territorios. Provocando en algunos casos que se genere la violencia. Nada de lo que ocurra en estas zonas escapa a su poder, incluido el ejercicio de la libertad de expresión”.
“Según especialistas, en un narcoestado también existe participación directa o indirecta de la sociedad, ya que muchas veces amplios sectores son cómplices y forman parte de las redes del crimen organizado, ya sea por fuerza, interés o necesidad”.
En México, absolutamente nadie puede negar que Porfirio Muñoz Ledo, es un hombre brillante, cuerdo y lúcido; su edad no le impide expresar con claridad sus conceptos e ideas acordes con la realidad que vive el país y los mexicanos; y una característica muy especial, es que Muñoz Ledo, conoce perfectamente al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Por ello es que sus recientes declaraciones, junto a las de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano (hace unos cuantos días); las de la Senadora Lily Téllez y las del ex candidato presidencial, exsecretario de gobernación y exgobernador de Sinaloa, Francisco Labastida Ochoa, constituyen un severo y mortal golpe a los cimientos de la Cuarta Transformación; pues todos ellos son personas de amplia credibilidad ante el pueblo de México.
Son voces autorizadas que no pueden ser menospreciadas, burladas y ninguneadas por Andrés Manuel López Obrador; mucho menos el presidente tabasqueño no puede exigirles pruebas de sus dichos, cuando el mismo macuspanence nunca ha aportado pruebas en las “mañaneras” de los actores políticos quienes acusa o señala.
En su columna del periódico El Financiero (23 de mayo del año en curso), titulada “Vivimos en un Narcoestado”, el analista Fernando García Ramírez, escribió: “López Obrador, anclado en los setenta, sueña con volver a concretar “la pax narca”. Que los narcos trasladen droga a Estados Unidos lo tiene sin cuidado, a él lo que le interesa es disminuir el número de muertos, sin resultados alentadores hasta la fecha”.
“El presidente afirma tener en esto la conciencia limpia: él no recibe dinero. Pero la corrupción no sólo opera con dinero. El narco puede devolver favores a cambio de poder. Por ejemplo, en elecciones competidas puede secuestrar a los operadores políticos de los partidos opositores (como de hecho lo hizo en las elecciones intermedias en Colima, Nayarit, Sinaloa, Sonora y Michoacán.)”
“A cambio de este tipo de intercambios de poder, ¿qué favores les hace el gobierno a los grupos de narcotraficantes? En primer lugar, dejó de perseguir a las cabezas de los grupos criminales, llegando al extremo de soltar a quien aprehendió por error (como es el caso de Ovidio Guzmán); los decomisos de drogas disminuyeron sensiblemente; se les permite transitar sin problema a la vista de todo el mundo; suspendió o entorpeció hasta donde pudo las acciones de la DEA”.
“Contrariamente a lo que hace con intelectuales y científicos, jamás ha tenido una palabra de condena contra los narcotraficantes. Al contrario, los ha felicitado por “portarse bien”, pide que sean sus mamás las que los llamen al orden, ha puesto mil trabas a la legalización de las drogas, ha mostrado mayor amabilidad hacia la madre de un narcotraficante que hacia la familia Le Barón”.
“Lamentablemente nos hemos convertido en un narcoestado cuyo fin es acrecentar el poder del presidente. No va a ser nada sencillo salir del pantano en el que estamos metidos”.
Por todo ello, insistimos, más allá de los resultados que pudieran arrojar, favorables o no a Morena (pasan a segundo término), el zamarreo provocado por las declaraciones de Porfirio Muñoz Ledo, no es solo una ventisca que se arregle tras la salida del sol, sino que será ya una normalidad los temas de narcotráfico e inseguridad, como “etiquetas”, del estado mexicano, encabezado por el presidente López Obrador.
Todo será ya de manera más que oficial; más aún, cuando ya no solo es solo del conocimiento de la sociedad mexicana y sus instituciones, sino que la misma comunidad y organismos internacionales, desde hace tiempo, ya lo vienen señalando: el crimen organizado y el gobierno de la 4T (AMLO), están confabulados y se nutren mutuamente.
Entró pues la Cuarta Transformación en una nueva etapa de total falta de credibilidad “aderezada” con un escenario super delicado y totalmente vulnerado y vulnerable, para la figura del presidente de México y de las instituciones de la república, que se dice representar.
Jaque Mate** En efecto, el titular de Fonatur y fuerte aspirante al gobierno de Tabasco en las elecciones del 2024, Javier May Rodríguez, se reunió este pasado domingo con un grupo de periodistas, columnistas y analistas políticos, con los que compartió e intercambió información y experiencias de lo que será el futuro de Tabasco** la variable aquí es, por un lado, que la mayoría de estos comunicadores son de la línea crítica, cuyos análisis y comentarios desnudan y crean ámpulas al gobierno de la 4T en la entidad y, por el otro; el interés que este actor político de primerísima línea, Javier May Rodríguez, le otorga y le da, a los medios de comunicación; su apertura y disponibilidad para establecer agenda y condiciones de diálogo y entendimiento, confirmando lo que es una realidad inocultable; al gobierno actual y a quienes tienen el poder, sí les interesa la opinión de la prensa no alineada; valoran y están pendientes de la crítica y los señalamientos con datos duros, en vez de los aplausos, loas, porras, de los chairos y demás prensa oficialista que solo es alabar y alabar** hasta mañana Dios mediante.