Eugenio Hernández Sasso
Los resultados preliminares de la elección del domingo 5 de junio demuestran que, si Morena compite solo, como partido, tiene dificultades para ganar y que la oposición unida se robustece y triunfa.
El estado de Aguascalientes cuenta con un gobierno panista. Ahí el Movimiento de Regeneración Nacional fue solo y perdió ante la alianza opositora del PRI, PAN y PRD.
En Durango, el partido en el poder fue con sus aliados PT, PVEM y RSP, pero tampoco pudo hacer nada contra el bloque que, a partir de ahora, gobernará aquella entidad que pertenecía al PAN.
El triunfo de Morena en Tamaulipas tampoco fue tan arrollador. En Oaxaca, Hidalgo y Quintana Roo podríamos decir que tuvo mejor suerte.
Esto indica que el movimiento de la Cuarta Transformación ha perdido fuerza, ya no tiene la potencia con la que arrasó en 2018 y 2021. El desgaste en el gobierno ha sido notable y los resultados están a la vista.
Uno de los factores que le ha pegado mucho es la presunta alianza con el crimen organizado que han denunciado algunos actores políticos en el país, como es el caso de Francisco Labastida Ochoa y Porfirio Muñoz Ledo. A nadie cuerdo en México le gustaría vivir en un narcoestado.
Otro problema que enfrenta el partido en el poder son los desaciertos del presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien ya ni en su tierra respetan ni mucho menos lo quieren.
El domingo, el presidente de la república llegó al malecón Leandro Rovirosa Wade a supervisar el avance de tres etapas de un total de seis de la obra que ha traído más perjuicio que beneficios a los habitantes de esa zona.
Es tal el rechazo que enfrenta López Obrador en su tierra que el acto estaba anunciado para las 11 de la mañana y llegó a las 9:30; aun así, algunos comerciantes que habitan en la avenida le reclamaron el menoscabo que han sufrido en sus percepciones financieras.
Es más, un pobre hombre que cometió el pecado de insistir en tomarse la foto con su “ídolo”, fue arrastrado por elementos de seguridad personal del presidente de la república y entregado a la policía local.
Otros, indígenas de Tamulté de las Sabanas, quisieron hablar con él para pedirle apoyo en su lucha contra la “Ley Dedazo” que dejó establecida el secretario de Gobernación Adán Augusto López Hernández antes de solicitar licencia al cargo de gobernador, pero solo recibieron a cambio, desde lo lejos, un: ¡Ya les escuché!
Aquellos que desde 1988 estaban dispuestos hasta a dar la vida por su líder se regresaron, más que molestos, frustrados a informar a sus hermanos yokotanes de que ya no cuentan con el hombre que los usó en su afán de lograr sus objetivos.
Esas acciones y la falta de verdaderas obras, la nula promoción del desarrollo en todos los niveles, la falta de medicamentos, la incontenible violencia que refleja el total fracaso de los “abrazos, no balazos”, es lo que debilita día con día a Morena.
Sassón
Javier May sedujo a un grupo de periodistas y los sentó a la mesa a desayunar. Uno de los hombres que más ha rechazado a este gremio ahora vino a Tabasco y, con hipocresía, platicó, bromeó, se rio y quiso, tal vez, enviar un mensaje a sus adversarios de Morena que aspiran a la candidatura al gobierno del estado, porque para nadie es un secreto que todos los allegados a López Obrador tienen prohibido acercarse y mucho menos relacionarse con los representantes de los medios de comunicación. ¿O será que su acción fue una reacción a que no lo recibieron en palacio nacional hace unos días?