RENÉ ALBERTO LÓPEZ
Hoy se celebra en México el Día de la Libertad de expresión, fecha instituida en el año 1952 por editores, directores y gerentes de diario y revistas nacionales y locales.
“Desde entonces, ocasión para que los periodistas institucionales se rindan al Presidente en turno, de Miguel Alemán a Carlos Salinas de Gortari”, escribe el periodista Rafael Rodríguez Castañeda, en su libro: “Prensa Vendida. Una historia del periodismo mexicano y su vínculo con el poder”.
Castañeda es un periodista en toda la extensión de la palabra, que reporteó en serio, de esos que quemaron suelas y dejaron para la posteridad textos históricos, como su libro, por ejemplo, y que su fructífera carrera lo llevó a la dirección de la Revista Proceso por un largo período.
Aprovecho este día de festejos y premiaciones en el gremio para recomendar su lectura a las nuevas generaciones y su relectura a quienes tienen esa joya de historia del periodismo del siglo pasado, porque además de que su lectura estimula el ejercicio de escribir, se puede comparar que son pocos los cambios que se han dado desde entonces en la relación entre prensa y gobierno.
Sin duda alguna, un texto imperdible que narra detalladamente los vericuetos de esas relaciones turbulentas entre el gobierno con algunos diarios, así como sus grandes afectos y compensaciones para sus aliados.
El cambio sobresaliente ha sido que se terminaron los grandes banquetes que se celebraban este día en la Ciudad de México, en un acto encabezado por el presidente de la república en turno, y en la que figuraban entre los invitados los directores de los principales diarios de circulación nacional, así como de las televisoras. Además, se entregaba los premios nacionales de periodismo.
En los gobiernos de este siglo si acaso se manda un mensaje a través de un discurso, al igual que los día 3 de mayo, considerado el Día Internacional de la Libertad de Prensa, ello, porque además no pocos comunicadores de México se manifestaron en no estar de acuerdo con las celebraciones junto al poder, para rendirle loas al Presidente.
Así, pasada esas fiestas a los anales de la historia, en otros aspectos sigue igual la relación entre el gobierno con medios y periodistas. Igual ayer que hoy. Tensa con unos (con los críticos), y amable con otros (los aliados, defensores del gobierno).
Por ejemplo, en este sexenio, periodistas como Jenaro Villamil, que escribía en la Revista Proceso, crítico acérrimo de los regímenes del PRI y del PAN, hoy es un descarado defensor de los gobiernos de la 4T, desde su puesto de Presidente del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano. El mismo caso es el de Álvaro Delgado, quien fue reportero de El Universal y de Proceso, hoy su pluma está al servicio del poder.
El caso más vergonzoso es el del señor Epigmenio Ibarra, defensor a ultranza del actual gobierno, pues, cómo no, el gobierno del presidente López Obrador le dio un préstamo de 150 millones de pesos a través del banco gubernamental Bancomex, cantidad que en su vida había tenido.
Estos comunicadores, aliados de la cuatroté, están hoy disfrutando de las mieles del poder, o, comiendo con manteca, como se dice acá en Tabasco. Lo que no se vale, es que se quieran presentar como revolucionarios del periodismo en México, cuando son más de lo mismo.
Claro, esto vicios de las relaciones entre gobiernos y los medios no son nuevos. Cada sexenio tiene su prensa preferida y sus odiados. En los tiempos del PRI y del PAN, por ejemplo, los diarios El Universal y Excélsior, Televisa, Tv Azteca, entro otros, figuraban en la larga lista de privilegiados de esos sexenios.
Pero por los siglos de los siglos igual han existido los medios que incomodan al poder, y son repudiados, desacreditados públicamente, esto es, el gobierno busca hacerles daños con el descredito y castigándolos sin la publicidad oficial.
Así, en la página 261 del libro Prensa Vendida, de la autoría de Rodríguez Castañeda, encontramos este texto sobre Alejandro Junco de la Vega, director de El Norte, (Presidente del grupo Reforma, que edita, entre otros, los diarios Reforma en la Ciudad de México, El Norte en Monterrey, Nuevo León y Mural en Guadalajara, Jalisco. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Texas en Austin).
Este personaje, ayer como hoy, ha enfrentado los embates desde el poder, y ahí sigue, en la jerga del periodismo incómodo a los gobiernos.
Aquí lo escrito en el libro citado sobre declaraciones de Alejandro Junco:
“Desde luego El Norte es un periódico de controversias (…) No hemos progresado con negocios que tengan que ver con el gobierno. Dentro del periodismo en México, la verdadera independencia es la libertad, de tener ingresos propios… Por eso quienes han ostentado el poder en México nos ven con sospecha. Porque no aceptamos sobornos ni negocios. Eso los hace sentir incómodos.
“Experiencias la tengo desagradables y buenas. Agresiones personales de López Portillo, sobre todo cuando nos opusimos a la nacionalización de los bancos. Ante, con Luis Echeverría, una pugna fue aprovechada para que PIPSA nos disminuyera la dotación de papel.
“Sabemos que ejercer la libertad de expresión no va a ser gratis, Corremos el riesgo y pagamos costos. Con lo único que contamos es con nuestro lectores…”
Ahí se las dejo.