Andrés Llanos
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@AndresLlanos71
A principios del siglo XXI, en Tabasco gobernaba el PRI y a nivel nacional el PAN. A partir de 2013, la gubernatura pasó a manos del PRD, mientras que la presidencia estuvo a cargo del PRI.
Entonces se usaba esa disparidad como argumento, para justificar la falta de presupuesto para el cumplimiento de la responsabilidad de gobierno. Contrario a lo que ocurre actualmente, que el gobierno en los 3 niveles, es ejercido por el partido MORENA.
Sin embargo, esta sintonía poco ha servido, para tener un gobierno eficiente, generador de progreso. Tabasco tiene los recursos naturales y humanos suficientes, para remontar la de adversidad, cambiar su realidad de atraso y miseria; lo que hasta ahora le ha faltado, son buenos gobernantes.
En este punto, es donde los mandatarios que han ejercido el poder, por lo menos desde finales de los años ochentas, privilegiaron los intereses personales y de partido, así como las coyunturas electorales, que les permitieron la acumulación de poder, al amparo del presupuesto público.
Morena prometió resolver los problemas sociales añejos de los tabasqueños. Principalmente la corrupción que diluye el presupuesto y que da característica a los gobiernos tanto estatal, como de los municipios.
Sin embargo, casi cuatro años después de esperar soluciones prácticas en beneficio de la población, el gobierno de la transformación resultó igual que sus antecesores del PRI y del PRD. Peor en algunos renglones, que lleva a entender que no hay rumbo, ni metas, ni objetivos claros.
Morena no puede aspirar a obtener otra oportunidad al frente del gobierno estatal, después de que Adán Augusto abandonara la gubernatura para ir en pos de aventuras quijotescas, tal como lo hiciera el entonces gobernador, el priista Roberto Madrazo.
Por lo visto, jurar el cargo concedido por los ciudadanos en las urnas, poco significó para el notario metido a político. El sentido del compromiso con la lealtad y la legalidad, no estuvo con el pueblo, sino con “su hermano” el presidente de la República, decisión que hoy lo tiene en el cargo de Secretario de Gobernación.
A cambio, Tabasco recibió de nueva cuenta, un gobernador interino, tal como ocurrió en los tiempos más recientes del PRI, con los interinatos de José Ma. Peralta Fócil, Manuel Gurría Ordoñez, Victor Manuel Barceló Rodríguez y Enrique Priego Oropeza. Dónde la constante es el rompimiento del proyecto político que los ciudadanos eligen para el sexenio y la consecuente paralización de las actividades que son responsabilidad del gobierno.
Tal como ocurre por estos dias, una vez más, solo que ahora el verdugo del pueblo, son aquellos que antes fueron los acérrimos críticos y defensores de las causas ciudadanas.
Con Carlos Merino, Tabasco se instala en la inoperancia, en la pérdida de tiempo, en el vacío de poder. Para nadie es ajeno, su falta de libertad para el ejercicio del poder, su papel de cuidador de los intereses del grupo político de quién despacha en el Palacio de Bucareli y dirige a control remoto el gobierno de Tabasco, al tiempo que opera su candidatura presidencial; es una actitud ofensiva para los tabasqueños.
Sin duda, el estado es rehén de intereses políticos ajenos a su realidad de necesidades apremiantes, dónde ninguno de los dos gobernadores ( uno con licencia y el otro interino) atienden la problemática para generar las soluciones inmediatas que se requieren.
De que le sirve a Tabasco, la aspiración presidencial de Adán Augusto, de que le sirve a Tabasco que Carlos Merino se placee por los estados donde hay campaña electoral e incluso, utilice recursos públicos, tal como ocurrió con la llamada revocación de mandato.
Es obvio que el gobernador Merino no tiene compromiso con los electores, pues nadie lo eligió, otro fué el que lo designó, por ello la obediencia y el servilismo, no ayudan a Tabasco.
La entidad agoniza, presa de sus problemas domésticos, aunado a otros más, que son consecuencia de la mala administración federal, a decir, la inflación que pulveriza el salario, el recorte presupuestal en rubros tales como la educacion, la seguridad, la pobreza y la salud, por mencionar lo más urgente.
Tabasco vive en un interinato que denota vacío de poder y ausencia de autoridad. Indudablemente que la justicia social, no está en el ánimo de quienes sin haber cumplido en la encomienda actual, andan desatados en campañas adelantadas y subrepticias, dando rienda suelta a sus aspiraciones electorales, para obtener otro cargo y no les importa el daño a la sociedad, que acostumbrada al vilipendio, puede aguantar y esperar un poco mas.
Total , a quien le importa?
Visión 1.- El bloque opositor debe serenarse y no caer en el juego del presidente, cierto es que se requiere paciencia en exceso, ante la andanada de ataques que reciben desde la mañanera. Ya falta menos que hace 4 años.
Visión 2.- En 2018, la PGR persiguió a Ricardo Anaya, por un supuesto lavado de dinero. Pasada las elecciones, la dependencia lo exhonero. Resulta curioso, que ahora dadas las corcunstancias, la Fiscalía de la República persigue a Alejandro Moreno, presidente del PRI. En un desmedido propósito por neutralizar a los adversarios políticos, y no importando utilizar de forma facciosa las instituciones.
Visión 3.- En el país hemos llegado a un punto, dónde no importa el desbordamiento de la violencia, ni el incremento de la pobreza; para el presidente y su gobierno, es más importante el encumbramiento de lo que definió como sus corcholatas, enfundado en su papel de destapador.