A dos años de la elección presidencial la oposición en México está durmiendo el sueño de los justos, pese a los oprobios que desde el gobierno de Morena se cometen, no hay visos de que ni juntos puedan hacerle cosquillas a quien desde Palacio Nacional designen como candidato a suceder a Andrés Manuel López Obrador; estamos regresando a los tiempos de la hegemonía partidista y la muestra está en el número de gubernaturas, ayuntamientos y congresos locales que domina el partido guinda.
Los líderes de “Va por México” se creen el Ejército de Salvación de este México golpeado por diversos flagelos, entre ellos el de la soberbia gubernamental y política, enclaustrado en las filas de Morena, y que buscan desaparecer todo contrapeso para hacer su soberana y sagrada voluntad.
Y mientras la oposición se vende como la hermana de la caridad y enemigos de la corrupción -que ellos permitieron durante sus gobiernos- en Morena se aprestan a concluir el Réquiem, aquella composición musical que Mozart dejó incompleta a raíz de su muerte.
El réquiem por si los opositores a Morena no lo quieren entender, es el texto de los difuntos y que se canta en las misas a quienes han partido al otro mundo. Por si no se han percatado en el PRI, PAN y PRD, desde el movimiento que fundó López Obrador les están preparando el remate, porque son pacientes que se encuentran en terapia intensiva y sin posibilidades reales de conservar la vida.
En 2023 la alianza tendrá una dura prueba de fuego, cuando haya elecciones en Estado de México y Coahuila, los últimos grandes bastiones del PRI, sitios en los que a como se ve el panorama estarían comenzándose a escribir el epitafio que llevará la sepultura política de esas siglas.
El último clavo a ese vetusto cadáver político que representan el PRI, PAN y PRD, seguramente lo estarán poniendo los mexicanos en las elecciones de 2024, justo dentro de dos años cuando a estas fechas ya conozcamos el nombre de quien gobernará a México hasta el 2030.
Para desgracia de la militancia de los tres partidos en mención, los únicos culpables de la debacle y desaparición del mapa político son sus líderes, quienes no se han dado cuenta que su sola presencia en la toma de decisiones ha causado el peor de los daños a todo el país.
¿A poco creerán los priistas de a pie que en caso de que Alejandro Moreno Cárdenas logre la nominación presidencial que tanto persigue obtendrá un triunfo arrollador? El exgobernador de Campeche y líder del PRI nacional está marcado por los audios que lo desnudan tal cual como es, a pesar de que quiera inculpar al gobierno por grabarlo clandestinamente.
En el PAN no hay un personaje que aglutine a los mexicanos a su favor, sus cuadros son cartuchos quemados y marcados por la falta de humildad, eso en estos tiempos en que han sentido a una clase política como la de Morena cercana a la población es un suicidio.
Por parte del PRD se podría decir que perdieron la esencia de partido que luchaba por las causas justas de la sociedad mexicana, por ello, es más que difícil que de entre todos logren sacar a un personaje que pueda expulsar a Morena de Palacio Nacional.
Así con ese panorama tan desolador, apréstense a escuchar el réquiem de Mozart en la misa de difuntos de la oposición, la cual en dos años estaremos viendo, y sintiendo el llanto de sus miles de viudas y huérfanos.
Quizá no nos guste, pero la hegemonía morenista llegó para quedarse y esto es gracias a que desde la oposición simplemente se durmieron en sus laureles y pensaron que estos que hoy gobiernan serían verdaderos demócratas, sin embargo, les aprendieron bien todas las mañas del pasado.