Miguel Ángel Buitrón/Ultimátum
HUIMANGUILLO
“Ya ni en la iglesia se salvan los sacerdotes de la violencia”, expresó preocupado Isidro López Rodríguez, párroco de la iglesia de San Francisco de Asís, en Francisco Rueda, Huimanguillo, al hacer referencia a la muerte violenta que sufrieron dos padres jesuitas en el estado de Chihuahua, el pasado lunes por la tarde.
López Rodríguez, al igual que los sacerdotes ultimados, tiene su parroquia en una zona alejada, en donde priva el tráfico de personas, la drogadicción y el alcoholismo.
Esta noticia sacudió a la feligresía católica del país, así como a la sociedad entera en México. López Rodríguez, quien se ha caracterizado por atender a los más pobres y desprotegidos, consideró que esta es “una violencia en silencio y de mucha frialdad, en una deshumanización, en donde el odio, la venganza, el poder y el dinero se anteponen a lo más humano de la persona”.
Consideró que hoy en día se ha hecho a un lado la solidaridad, el altruismo, la ayuda y los valores en la población en general. Y las consecuencias de ese olvido a lo bueno, para darle paso a la indiferencia, ha sido la violencia que este lunes alcanzó a dos sacerdotes, quienes fueron asesinados a balazos en su propia iglesia.
El sacerdote tabasqueño dijo aun tener confianza de que funcionen “los abrazos, y no balazos”, ante la falta de respeto que ahora se dio contra la iglesia y sus representantes. El padre Chilo, quien eclesiásticamente labora en una zona plagada de violencia, alcoholismo y drogadicción, pidió justicia contra los curas asesinados en Chihuahua.
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