¿Qué papel jugará Carlos Manuel Merino Campos en el juego sucesorio rumbo a la gubernatura en 2024? Seguramente estará a como gobierna: atado de manos.
El jefe del Ejecutivo estatal gobierna la entidad bajo la premisa de que él no es quien manda en el Estado, hay un poder supremo al que se le consultan las decisiones y acciones de todas las acciones gubernamentales. Precisamente, por ese personaje que está por encima de él, desde agosto de 2021 puede habitar la Quinta Grijalva y el despacho principal de Palacio de Gobierno.
Bajo ese tenor, Merino Campos está consciente que, en la sucesión para elegir al próximo candidato gubernamental de Morena, la suya será una voz en el desierto: nadie lo escuchará y mucho menos tomará en cuenta, así que en ese tema tiene claro que será mejor ni meterse ni proponer nombres.
En Tabasco quien inclinará la balanza hacia uno u otro lado, será Adán Augusto López Hernández, nadie más que él será quien pueda fortalecer o recomendar algún nombre para que busque retener la gubernatura a favor de Morena en las elecciones venideras.
Merino Campos tienen buena relación con Mario Delgado Carrillo, actual dirigente nacional del partido oficial, en 2017 cuando ambos eran senadores les tocó fungir como delegados de Morena en Nayarit, durante la primera campaña de Miguel Ángel Navarro Quintero, a pesar de ello, no podrá poner en la mesa a ningún aspirante: conoce sus limitantes.
No es que Carlos Manuel Merino sea un demócrata y vaya a dejar un asunto tan importante en manos de la dirigencia de su partido, no, no es así. Sabe que en el momento que quiera tener algún tipo de injerencia le harán saber su suerte y le recordarán por qué llegó a ocupar la gubernatura de Tabasco.
Vaya, tan atado de manos se mantiene el actual gobernador tabasqueño, que sus principales colaboradores rinden informes directos al secretario de Gobernación. Merino Campos no ha podido quitarse la sombra de Adán Augusto López, porque él ha vivido y crecido políticamente a la sombra de aquel.
Además, está consciente que los secretarios del gabinete prefieren tomar un avión y viajar a la capital del país a acordar con Adán Augusto, en lugar de ir a Palacio de Gobierno a entrevistarse con él. Esto debería de representar una falta de respeto a la investidura del gobernador, sin embargo, Merino sabe que todos –al igual que él- le deben obediencia ciega a quien puede ser el candidato presidencial.
Bajo esa premisa, al gobernador de Tabasco le queda muy claro que, quienes aspiren tienen que tener la venia del jefe político de la entidad, aquel que lo hizo mandatario en un movimiento inesperado e insospechado para algunos.
Merino Campos sabe que meterse en el camino y decisiones de Adán Augusto puede costarle la tranquilidad y estabilidad política de la que ha gozado a lo largo de más de 20 años. Así que prefiere que el tema sucesorio lo vea quien realmente manda y gobierna, a control remoto, a nuestro querido Tabasco.