PARA USTED
Mario Gómez y González/Ultimátum
Ser alguien o algo como, “la carabina de Ambrosio” es tanto como no servir para cosa alguna. Suele añadirse, para expresar el colmo de la inutilidad, la circunstancia o coletilla: “colgada de un clavo”.
La carabina de Ambrosio, que no tenía pólvora en sus cañones y siempre estaba colgada de un clavo, alude a los objetos y personas que son inútiles y no sirven para maldita sea la cosa. Así, de algo inservible se dice que «es más inútil que la carabina de Ambrosio».
Ambrosio, cuenta la historia, fue un labriego que existió en Sevilla a principios de siglo, que decidió abandonar la dura labranza para dedicarse a la más lucrativa tarea de salteador de caminos.
Acompañado de su inseparable carabina (cargada con semillas y no con pólvora), todos los caminantes a los que asaltaba le tomaban a broma ya que, aparte de lo anterior, su candidez era bien conocida en la comarca y todo el mundo sabía que era incapaz de hacerle daño a una mosca.
En el hipotético caso de que Adán Augusto López Hernández, obtuviera la candidatura de Morena a la presidencia de México en el 2024, ¿ganaría algo Tabasco y los tabasqueños? Con Adán, despachando desde Palacio Nacional, ¿ahora sí, cambiarían las cosas para Tabasco? Ahora sí, ¿le iría bien a la entidad y a los tabasqueños? ¿Es garantía Adán Augusto de que, siendo presidente, las cosas nos pintarían de otro color? ¿es Adán Augusto, garantía de cumplimiento? ¿quién lo podría avalar o garantizar?
Estamos a dos años de que el periodo constitucional del presidente tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, concluya y, de verdad, en la entidad y, especialmente los tabasqueños, no ven que esto haya sido altamente beneficioso para nuestro estado y sus habitantes.
En este espacio hemos constatado las experiencias de otras entidades que tuvieron presidentes de la república oriundos y de que les fue más que super bien; dijéramos de lujo, porque sus estados fueron bañados de acciones, obras y programas de gobierno que le dieron infraestructura, solidez económica, viabilidad y un sinnúmero de beneficios que, de verdad, dan envidia.
Apenas, dos disque obras faraónicas que todavía no entran en funcionamiento; una refinería que no refina ni una gota de hidrocarburo y que no está concluida en su totalidad, pero eso sí, ya se inauguró con bombos y platillos (solo la fachada) y, un Tren Maya, que solo beneficiaría a un municipio tabasqueño, pero nada más.
¿y el campo local?, ¿la reconversión agroindustrial? ¿la infraestructura en caminos y carreteras? ¿el dragado de los ríos? ¿la explotación de nuestros litorales para la pesca en agua dulce y salada? ¿las inversiones privadas para la generación de empleos? ¿la seguridad pública, el resurgimiento del sistema estatal de salud, el impulso a la educación de calidad?: todo esto y mucho más son cuentas pendientes.
Si con Andrés Manuel López Obrador de presidente, Tabasco no repuntó a como se esperaba (seguimos siendo los últimos lugares nacionales en lo bueno, pero los primerísimos lugares en todo lo negativo y malo), ¿por qué pensar y creer que ahora sí con Adán Augusto de presidente, llegó la hora de Tabasco?; ¿de verdad, creen ustedes que AMLO le cumplió a Tabasco y a los tabasqueños? ¿son palpables, tangibles, a la vista de todos los beneficios que se lograron y obtuvieron?
Con Adán Augusto, no hay, no ha habido, ni habrá (se supone), toda la efervescencia que acompaña a Andrés Manuel López Obrador; además, el pasado de Adán, como gobernador de Tabasco, lo señala, lo marca y hasta lo condena; dos años y medio, y la entidad no despegó; opacidad, corrupción, impunidad, cero transparencia, nulos avances.
¿Qué gana Tabasco, con otro presidente tabasqueño?; esta interrogante nos hace recordar a don Miguel de Cervantes y Saavedra, en su inmortal obra clásica “El Ingenioso Hidalgo, don Quijote de la Mancha”, con una frase que dice, “nunca segundas partes fueron buenas”, ¿la recuerdan?
Seguro que más de una vez hemos oído la frase o el refrán de “segundas partes nunca fueron buenas”. se trata de un dicho o máxima popular que, normalmente, hace referencia a historias de amor, pero últimamente, este dicho también se ha extrapolado a otros ámbitos como el cine, la literatura y la política, para hacer referencia que, precisamente, la continuación de algo que ya había terminado no suele salir bien.
Los buenos años o buenos tiempos (con toda la fuerza, el auge, el empuje) de Andrés Manuel López Obrador, como presidente, ya pasaron y muy poco o casi nada hizo para sacar adelante a Tabasco y a los tabasqueños.
Adán Augusto López Hernández, no es garantía de que ahora sí, le irá bien a Tabasco y a los tabasqueños; su pasado como gobernador, lo señala y, nunca segundas partes fueron buenas. ** hasta mañana Dios mediante.
chayogomezg@hotmail.com