VISIÓN CITADINA
Andrés Llanos/Ultimátum
La corrupción de los gobiernos pasados, generó el hartazgo ciudadano que Andrés Manuel López Obrador, supo capitalizar. En 2015, Morena obtuvo sus primeros triunfos en alcaldías y diputaciones. Para 2018, se vino la cascada de triunfos, a la par de la presidencia de la República.
Desde entonces, no han cesado los triunfos electorales de morena, llevando a los diferentes cargos públicos, a personajes tan desconocidos, como inexpertos, a muchos ex de otros partidos, con trayectorias marcadas por la corrupción de gobiernos pasados. En 2021, concluyó la primera oleada de aquellos que accedieron al poder en 2018, la mayoria, alcaldes y diputados, con actuar cuestionable en cuanto a la administración de los recursos y su desempeño politico, caracterizado por la ineficiencia. Ese mismo año comenzó la segunda oleada de morenistas y continúan aquellos que ocupan cargos de 6 años, gobernadores, senadores y el presidente de la República.
En resumen, todo continúa igual, porque no importa cuánto se demuestre la corrupción del gobierno de la cuarta transformacion, la impunidad descarada es la constante. Cómo explicar la defensa presidencial de Manuel Bartlett, director de CFE, por las omisiones en su declaración patrimonial. Los delitos cometidos y comprobados a Delfina Gómez, actual Secretaria de Educación y eventual candidata morenista al gobierno del Estado de México.
El abierto abuso de poder del titular de la FGR, Alejandro Gertz, los recursos ilicitos recaudados por Pio López Obrador, utilizados para la campaña presidencial. Los desórdenes administrativos y políticos de gobernadores como Cuauhtémoc Blanco en Morelos, Cuitláhuac Vázquez en Veracruz, Adán Augusto López en Tabasco y más recientemente, los exabruptos de Layda Sansores en Campeche.
Las alcaldías son pústulas de la corrupción, junto con la complicidad de diputados y Senadores. Todos en la 4T se lavan la cara con agua sucia, pretendiendo darle atole con el dedo al pueblo que los llevó al poder. Y no tan solo es la impunidad, también la soberbia de la borrachera de poder, con la que se comportan, pensando que pueden violar la ley a su antojo.
Lo que en reiteradas ocasiones han hecho, como cuando el INE les ordenó bajar los panorámicos de la revocación de mandato y no lo hicieron. Ahora que por ese tema el instituto electoral sancionó a gobernadores como Carlos Merino de Tabasco y Claudia Sheinbaum de la Ciudad de México; los congresos locales, le dan largas al cumplimiento de la sanción. Por otro lado, el presidente de la República, en sus rabietas y comportamiento caprichoso, expresa su desprecio a la ley, ese mensaje permea en quienes le profesan lealtad ciega, convirtiéndolos en temerarios del servicio público, confiados de la impunidad a cualquier precio.
Sin embargo, después de 4 años de esta situación imperante, el pueblo ha perdido la esperanza del buen gobierno y las soluciones que prometieron en 2018. Pues observa que la problemática se profundiza con cada día que pasa, el tiempo que resta del sexenio, es agobiante. Equivocadamente, en el gobierno actual consideran que la lealtad está con el presidente de la República. Todos buscan estar en el ánimo del fenómeno que representa Andrés Manuel López Obrador, los que están y quieren permanecer, aún más, los que quieren llegar a los cargos, los que están llegando del PRI y otros partidos, se derriten en alhagos para el mandatario. Ignoran que es al pueblo, a los ciudadanos y electores a quienes le deben lealtad. Es el respeto a la legalidad, lo que debe normar su conducta.
La eficiencia y la honestidad que deben entregar en su desempeño, en los cargos que le fueron conferidos desde las urnas. La sociedad en su conjunto, les permitió el gobierno por cierto tiempo y es la misma sociedad, la que en su momento les quitará el poder, para depositarlo en otros. Ni López Obrador, ni Morena son dueños de la política mexicana.El pueblo se cansa de tanta transa e impunidad acumulada en los actos deshonestos, de quienes prometieron un paraíso y tan solo se han acomodado, para ahondar en el infierno que asfixia la vida de los mexicanos. Pese al complicado panorama por el que atraviesa el país. Para los ciudadanos, la democracia y la vida institucional es el mejor camino, para aspirar a la justicia social, la legalidad y el progreso de la nación. Esa será su apuesta en 2024, solo es cuestión de tiempo. Atrás habrá de quedar, el mal proceder de un presidente que atacó los valores de la patria mexicana, con el afán de instaurar una dictadura de arrebatos e injurias al pueblo, que un día creyó en sus falacias.
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