La confrontación sobre la tesis plagiada ha escalado porque ha colocado de nuevo al Presidente en afanes críticos hacia la Universidad. Las respuestas directas del mandatario han sido evasivas, al final lleva las cosas a los terrenos en donde se habla de muchos temas, pero no directamente del complejo asunto.
La integrante de la Corte, por su parte, ha hecho saber que el trabajo es definitivamente suyo, que ella es la plagiada y que por ningún motivo piensa renunciar o solicitar una licencia. La Corte no se ha manifestado y ha dejado que el asunto se dirima en otros ámbitos, como si no fuera un asunto de su incumbencia.
El tema ha exacerbado muchas de las diferencias que tenemos. Se han remitido las cosas a los terrenos plenos de la ideologización a los cuales es proclive el Presidente. A esto se suma, como le alertábamos el lunes, la propuesta de un cambio en la estructura, los objetivos y los propósitos del Conacyt.
Los próximos días van a hacer de la mayor importancia. La UNAM tendrá que definirse de manera clara ante la respuesta de la SEP. No puede dar largas, porque además de que parte central del asunto está en su ámbito y al no hacerlo estaría dándole la razón a los adjetivos que le anda endilgando el Presidente, a la vez que la ministra se quedaría en el limbo como si nada hubiera pasado.
El asunto debe tener una definición, porque puede ser un espacio que cree un antecedente que permita enfrentar situaciones futuras. El caso de la ministra no es único en la historia de la UNAM y en una infinidad de instituciones de educación superior públicas y privadas.
Lo sucedido cuestiona el valor académico de las tesis para adquirir una licenciatura. Si bien ha habido una evolución, las tesis siguen siendo el instrumento por el cual los estudiantes adquieren el grado. No está en cuestionamiento la importancia que durante mucho tiempo tuvieron como instrumento de evaluación.
Sin embargo, muchas cosas cambiaron, las cuales han permitido conocer de otras formas qué tanto un estudiante está lo suficientemente preparado para terminar la carrera. En algunas universidades se ha tomado la determinación de que los alumnos al momento de cumplir el total de créditos, junto con los requisitos centrales para terminar la carrera, se les otorgue el título.
En otras instituciones se desarrolla un trabajo a lo largo del año en el cual, junto con la adquisición de conocimientos, se hace una investigación que es evaluada por un grupo de profesores.
La importancia de este mecanismo es que en el proceso de discusión sobre la investigación se presenta un intercambio de opiniones que llevan a fortalecer el trabajo, el cual ha sido revisado, discutido y evaluado a lo largo de todo un año. Digamos que no hay sorpresas, lo que hay es una discusión, en muchos casos, de alto nivel.
En el fondo ante lo que estamos es ante un dilema de mucho tiempo: cómo saber si un estudiante cumple los requisitos que una universidad establece para otorgar un título.
Las cosas, sin duda, tienen que cambiar. Existe una corriente de opinión que cree que los estudiantes de licenciatura con cumplir los requisitos deben terminar la carrera y otorgarles el título. La tendencia en muchas universidades se está moviendo en esta dirección.
En lo que corresponde a las maestrías y doctorados las cosas tienen otra dimensión. La tesis se convierte en el instrumento de evaluación para un posgrado que exige un proceso formativo distinto al de la licenciatura, es un tema controvertido de sistemática discusión.
Más allá de estas reflexiones que ha provocado el debate de la tesis plagiada, lo que es definitivo es que ante este tema la UNAM no puede decir que esta boca no es mía.
Efectivamente puede parecer ridícula la prohibición de los AMLITOS. El problema está en que la ley al respecto es clara y fue una exigencia de quien hoy gobierna en sus tiempos de oposición. Es ridícula, pero en lugar de provocar, busque la manera de cambiar.