El problema va a estar en que le puedan comprobar los delitos de los cuales se le acusa. Los testimonios de testigos protegidos invariablemente arrojan dudas. La experiencia indica que con tal de correr por su vida son capaces de cualquier cosa. Son utilizados en muchas ocasiones por las fiscalías, porque saben que se convierten en testigos a modo. Esto podría suceder con García Luna. Algunos de los capos detenidos presentan interesados testimonios sobre cómo se relacionaban con quien era el encargado de la seguridad del país en los tiempos de Calderón.
Ayer, el narcotraficante Sergio Enrique Villarreal Barragán, El Grande aseguró que con García Luna “los pagos (hacia el acusado) crecieron como creció el Cártel de Sinaloa y sin ese apoyo hubiera sido imposible”. También dijo que Arturo Beltrán Leyva era el principal encargado de entregar los sobornos. Aseguró que el Cártel sobornaba también a militares y autoridades de distintos niveles, también dijo que fue testigo de cómo recibió sobornos de millones de dólares García Luna por parte del llamado Rey de los Cielos. El jurado tendrá que ceñirse a las pruebas reales, comprobables y verídicas, porque es claro que se van a poner sobre la mesa una gran cantidad de afirmaciones, como las referidas, que se tendrían que comprobar, sin perder de vista que mucho lo que se diga puede ir en línea con algo así como correr por su vida por parte de los testigos que más por tratar de aclarar las responsabilidades de García Luna.
Es un juicio de una enorme complejidad. A diferencia del de Joaquín Guzmán Loera, en este caso, de alguna manera también se está enjuiciando el ejercicio político y las estrategias de seguridad de al menos dos sexenios. No solamente está en el banquillo de los acusados García Luna, de alguna manera están todos quienes tuvieron que ver con las estrategias de seguridad y quiénes eran los responsables de ellas, nos referimos a Felipe Calderón y en algún sentido a Enrique Peña Nieto. Se quiera o no, el país también se coloca en el centro. Porque que de comprobarse algunas de las acusaciones, quedaría en claro cómo el poder político estaba y está relacionado con la delincuencia organizada como una forma de convivencia y también de gobernabilidad.
García Luna fue el responsable de muchas puestas en escena de diversos delitos cuando era jefe de la AFI. El caso más emblemático es el de Florence Cassez, cuando diseñó una estrategia para hacer ver que estaba siendo detenida en el momento cuando los hechos habían ocurrido un día antes.
El secuestro de Rubén Omar Romano, en tiempos en que era entrenador del Cruz Azul, fue otra farsa en su desenlace. Quiso hacer ver que estaba siendo liberado en el momento, para de lo que se valió también de las televisoras, que sin chistar, hicieron un trabajo ominoso y ausente de profesionalismo.
Si García Luna, como todo parece indicar, tuvo trato con los jefes de los cárteles el problema es mayúsculo, no sólo porque no pareciera que lo que pasó en aquellos años haya cambiado de manera radical de lo que se está viviendo ahora, sino que también, como se presume, en las cosas alcanzarían a los altos niveles de Gobierno: Presidencia, Fuerzas Armadas, Gobernación y la entonces PGR.
El problema es que en algunos estados se vive bajo narcoestados, lo cual no ha cambiado porque en términos generales llevamos años bajo la misma estrategia. Todo podría terminar en un petardo, pero también es una oportunidad para desentrañar de una vez por todas la corrupción que pudiera haber en las estrategias de seguridad todo lo cual tienen nombre y apellido. La UNAM no fue contundente en un primer momento sobre el plagio de la tesis de la ministra. Sin embargo, está tratando de recular. El viernes pasado fue el primer paso con la conferencia del rector, la convocatoria a la ministra Esquivel para explique sus razones es el segundo.