Las áreas verdes urbanas. Ni un árbol menos
(PARTE 2 DE 2
Amado Ríos Valdez/Ultimátum
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció la recomendación de que en toda zona urbana debería existir, al menos, una superficie de entre nueve y dieciséis metros cuadrados de áreas verdes por habitante, que correspondía, según su criterio, al mínimo exigible para una razonable urbanización. Otros organismos destacan la importancia de que éstas se encuentren a una distancia no mayor a quince minutos a pie de los hogares y recomiendan que la población participe de manera activa en los planes de asignación y diseño de sus áreas verdes. Como consecuencia de ello, algunas de las grandes ciudades del mundo dictaron normativas al respecto: el Plan Regional de Nueva York postuló once metros cuadrados de espacios verdes por persona; el London County Plan calculaba dieciséis metros cuadrados, y el Plan de Extensión de París, una superficie de 17 metros cuadrados por habitante.
En el año 2003, nos tocó personalmente coordinar y dirigir el primer “Inventario de áreas verdes del Distrito Federal” (hoy Ciudad de México) junto al Colegio de Posgraduados de la Universidad Autónoma de Chapingo. En ese estudio se concluyó que la cobertura vegetal de la superficie de la CDMX es de 20% y esto equivalía a 15 metros2 por habitante, claro que este resultado incluía toda superficie con pastos, arbustos o árboles y toda la superficie que se encuentra en el suelo de conservación. Si se reduce el análisis a superficies con árboles el promedio baja de 15 a 8 metros2 por habitante. Incluso el estudio arrojó datos de que había una fuerte distribución “clasista” del arbolado urbano, pues las zonas más desfavorecidas eran, y aun lo son, Iztapalapa, Iztacalco y Venustiano Carranza.
En todo el país los árboles urbanos que están en un camellón, banqueta, rotonda, parque, jardín o bosque tienen la presión de la carencia de mantenimiento, las reforestaciones sin planeación, plantando toda clase de especies “de moda” sin considerar la idoneidad y las especies locales, sin incorporar criterios científicos y técnicos para la selección de especies, distancias, distribución, época de plantación; sin conocer las características fenotípicas de la especie plantada, el ancho de su copa, la profundidad y extensión de sus raíces, sus requerimientos de agua, suelo, mantenimiento.
Los árboles urbanos propician mejores condiciones de convivencia, alivian el estrés, brindan sombra y protección, belleza estética y valor económico. Sin embargo, en las ciudades cohabitan inevitablemente con cableado aéreo, banquetas estrechas, postes, bardas perimetrales, anuncios espectaculares, camellones minúsculos, y no se toman en cuenta estas condiciones para plantar árboles urbanos ignorando un principio básico de la arboricultura urbana que es “plantar el árbol adecuado en el sitio adecuado”. Esta falta de visión propicia que ante cualquier dificultad sea el árbol el sacrificado, ya sea con podas hechas sin el menor conocimiento técnico o derribos sentenciando a muerte al árbol, que es quien menos culpa tiene.
Las áreas verdes urbanas son un tema trascendente en la mejora sustancial de la calidad de vida y debiera ser pieza fundamental en las políticas públicas locales, tomando en cuenta que la mayoría de la población nacional es urbana y que su crecimiento será mayor (por ejemplo en Chiapas al día de hoy la población urbana es minoritaria, 49%, pero representa ni más ni menos que a 2.5 millones de personas, y se prevé que la población urbana alcanzará el 60% en 1930), por lo que es fundamental que los gobiernos de los estados y sobre todo los municipios, que son a los que les competen las áreas verdes urbanas, destinen áreas específicas, recursos financieros, capacitación técnica, equipamiento especializado y planificación de largo plazo. Para ello deben contribuir los Congresos locales dotando de valor e interés público a los planes urbanos de largo plazo, la asignación de recursos y el impulso normativo que motive a las autoridades municipales y estatales a revalorar las áreas verdes urbanas para alcanzar en un futuro entornos citadinos saludables, habitables y disfrutables.
Además, debe evitarse a toda costa que los espacios públicos urbanos sigan perdiendo áreas verdes a costa de la urbanización, eso es, sin ninguna duda, una decisión que sentencia a sus pobladores a tener una mala calidad de vida.
amado.rios@gmail.com
Discussion about this post