*México requiere de un presidente sano
*¿Armendáriz? La antítesis de la política
Alejandro Moguel/Ultimátum
Sobre la salud del presidente, Andrés Manuel López Obrador bien vale destacar varios aspectos. Primero, ojalá que sea cierto que únicamente padece Covid19, que sea una enfermedad pasajera y que se recupere pronto.
Estemos o no de acuerdo con su forma de gobernar, los mexicanos necesitamos a un presidente fuerte y sano. Él fue electo en forma democrática en las elecciones presidenciales del 2018 y eso se debe respetar.
Si la mayoría de los mexicanos ya no quiere a un gobernante como él, pues ahí está la opción de ejercer en forma libre el derecho al voto en las presidenciales del 2024.
LO INDESEABLE
Si se llegase el momento de declarar ausencia definitiva del mandatario nacional, por cualquiera de sus formas, sería grave para el país. Vendría una incertidumbre política y económica sin precedentes, sobre todo cuando México está en vísperas de mostrar a quien será el candidato de Morena a la presidencia de la República y los tres que fueron sacados de la manga del propio mandatario nacional se están haciendo pedazos por debajo de la mesa, y se harían pedazos también aquellos grupos que querrían imponer a uno de su especie como presidente sustituto que terminaría el periodo hasta 2024.
Así que lo más conveniente para el Estado mexicano, para el país entero y sus ciudadanos es que el presidente aparezca en un video en las próximas horas diciendo de propia voz que está padeciendo una enfermedad pasajera y que pronto se reincorporará a sus actividades ordinarias.
Solamente así los mexicanos van a creerle. Hasta ahora, nadie cree lo que terceros han dicho sobre la salud de AMLO.
INCREDULIDAD
Nadie cree la versión oficial. No sólo por desearle mal al susodicho. Lo que pasa es que desde Palacio Nacional se han dicho muchísimas mentiras, a grado tal que cuando alguien quiera decir una verdad nadie les cree.
Es por eso que se está exigiendo que sea el propio López Obrador quien aparezca en un video mostrando cuál es su estado de salud.
CRONOLOGÍA
Vale la pena recrear los hechos en forma cronológica. El Diario de Yucatán fue el primero en publicar que el presidente había sufrido un desmayo durante la mañana del domingo 23 de abril, que había cancelado su gira por Yucatán y trasladado de urgencias hacia la Ciudad de México para recibir atención médica especializada. Se dedujo que para eso habría sido utilizado un avión de la Fuerza Aérea Mexicana.
Lo que no se debe hacer en forma apresurada. El vocero de la presidencia, Jesús Ramírez, se adelantó a informar al periódico El Universal, que la versión de un presunto desmayo era un “falso rumor” y que López Obrador continuaría con su gira por Yucatán.
Para comenzar, no hay rumores falsos. Hay rumores, verdades o mentiras, pero no hay “falsos rumores”. El asunto es que ni era un rumor y tampoco el mandatario nacional siguió con su gira de trabajo por esa entidad del sureste mexicano.
El propio vocero se tuvo que tragar sus palabras porque horas más tarde, a las 15:32 horas del mismo domingo, el presidente (o un tercero a su nombre) publicó en su cuenta de Twitter que había dado positivo a Covid19, que había cancelado su gira, que se encontraba bien y que su corazón “estaba al 100”. “No es grave”, apuntó.
El secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, hizo lo que le correspondía. Encabezar la reunión de seguridad y la conferencia mañanera desde Palacio Nacional. Y dar su versión muy matizada de los hechos.
Prometió que los especialistas darán un reporte médico sobre la salud del presidente en la mañana de hoy martes.
PATRICIA ARMENDÁRIZ
Daba la impresión que se le estaban desgarrando las cuerdas vocales, que se estaba lastimando la garganta. Gritos desgarradores.
Lo que hizo la diputada federal de Morena es todo, menos política. Es la antítesis de la política, para decirlo más claro. No importa que los grupos sociales tengan un mal comportamiento. Esa no es la forma de hacérselos saber.
Gritos, insultos, palabras soeces y golpes sobre la mesa. Expresiones amenazantes como ¡Cállate!, otras groserías como ¡Estoy pagándote un puto abogado! o aquella advertencia de ¡No quiero volver a verlos por aquí!
Todas esas frases rayan en la discriminación contra los representantes de indígenas lacandones de Chiapas con quienes ella estaba tratando.
Una transcripción de sus palabras encajaría súper bien en el contenido del libro La Rebelión de los Colgados de Bruno Traven quien describe, cómo los terratenientes y los ricos trataban a los indígenas chiapanecos en el siglo pasado.
Sería gravísimo que una mujer como Patricia Armendáriz ejerza un cargo de poder político. Querría aplastar de un manotazo a todos aquellos que no obedezcan sus instrucciones o incumplan sus designios. Que deje los espacios públicos para quienes entiendan que los políticos están obligados a ser empáticos y solidarios con los demás ciudadanos, sobre todo con quienes pertenecen a los grupos vulnerables.
Que ella regrese a su círculo de ricachones y allá, entre ellos, que haga todos los berrinches que ella desee. Y que la aguante quien quiera.
Sin embargo, ella no debería tener cabida en un gobierno que se promueve como defensor de los derechos ciudadanos y, sobre todo, de los más vulnerables como los indígenas lacandones.
Los representantes de la autoproclamada 4T deberían ser políticos mucho más sensibles que aquellos de sexenios anteriores.
No es la primera vez que esa señora hace algo desagradable. Basta con hurgar en sus redes sociales y ya podremos ver cuantas pifias y aberraciones ha cometido.
alexmoguels@hotmail.com