No se ve cómo vamos a salir del lío en el que estamos. La decisión de la Corte confirmó posiciones y reacciones previsibles.
El Presidente adelantó que en septiembre del 2024 mandará varias reformas, particularmente las de la Corte al Congreso. Presume que las elecciones del 2024 le permitirán tener la gran mayoría en el Congreso que le permitirá llevar a cabo los cambios constitucionales.
Sin embargo, ayer también sugirió que el país se podría ir hacia el centro partiendo del supuesto, el cual es cuestionable, de que el país hoy es de izquierda. Lo que es claro es que el propio Presidente aprecia el futuro incierto y quizá eso se deba más a los resultados que ofrezca su Gobierno que al crecimiento de la debilitada y confusa oposición.
Por más que esta condición de sus adversarios sea manifiesta, no hay que perder de vista que lo que será definitivo es que el Gobierno entregue buenas cuentas, porque de por medio no solamente está la evaluación que se haga sobre López Obrador, sino también la decisión ciudadana en las urnas sobre su futuro.
El Presidente ya dio la voz de alerta para que sus huestes arremetan contra la Corte. Poco importa que algunos legisladores hace pocos años argumentaban sobre esta institución. Ahora de manera muy cuestionable siguen al Presidente olvidando su pasado y la importancia del sentido que tiene razonar y proponer para transformar. Se asumen ahora como si fueran la personificación del pueblo y sobre todo está lo que más les importa: seguir a pie juntillas lo que el Presidente ha determinado.
López Obrador está queriendo cambiar el país pasando por alto las instituciones que forman parte del proceso democrático del cual participó y avaló. No hay duda que son instancias susceptibles de cambio y de transformación, pero también se ha perdido de vista, no casualmente, que estas instituciones son las que nos rigen y las que le dan sentido a la organización y acuerdos a la vida del país.
La situación nos puede estar llevando a un callejón sin salida. No se va a aceptar nada que no sea como lo plantea el Presidente, lo cual cierra los caminos a la institucionalidad y a la forma de vida que tenemos. Insistimos, muchas cosas deben cambiar, la Corte entre ellas, pero la forma en que se está proponiendo está llevando a una confrontación y desacreditación que va a tener repercusiones sociales, las cuales nos pueden llevar a escenarios inéditos e incluso incontrolables.
Las calles se van a convertir en uno de los ejes de la protesta. Se ha anunciado un mitin frente a la Corte el 20 de mayo, el cual está siendo apoyado enfáticamente por las y los gobernadores de Morena, lo que llevará a una movilización cargada de enojo coraje e inconciencia.
El uso del lenguaje es un elemento del momento que se quiere provocar. No va a contar que la Corte haya determinado la negativa al Plan B por razones estrictamente legales, entre ellas no haber seguido el debido proceso que este tipo de reformas requieren en el Legislativo.
Lo estableció el ministro Arturo Zaldívar, quien hace algunas semanas era la personificación de lo que debía ser la Corte. Aseguró que no se analizaron las reformas, porque no se llegó a ellas, debido a la irregularidad del proceso bajo el cual se aprobaron.
Las reformas no fueron debatidas, porque no procedía por la forma en que se les dio el visto bueno. Si se quiere una Corte diferente tienen que hacerse cambios constitucionales, pero no se pueden soslayar los derechos de las minorías y la vigencia de una democracia organizada y no a condición del gobierno en turno.
No hay manera de evadir el lío en el que ya estamos.
La Tota Carbajal fue un extraordinario personaje y gran portero. Participó en 5 mundiales siendo titular en cuatro de ellos y jugando contra Uruguay, en Londres, lo que le permitió cerrar su ciclo. Amigo de José Alfredo Jiménez, bueno para los albures y con un sentido social de ayuda a niños en situación de calle, es ya una leyenda.