El maíz de Segalmex terminó en el basurero
Ricardo del Muro/Ultimátum
Hace casi tres años, a finales de diciembre de 2020, se supo que más de dos mil toneladas de maíz, propiedad del organismo público denominado Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex) se encontraban a la intemperie, expuestas al sol y a la lluvia en un campo de futbol, en el ejido Úrsulo Galván, municipio de Villaflores.
A mediados de junio de 2021, gracias a un reportaje de Fátima Monterrosa que se transmitió en un noticiero de televisión a nivel nacional, se conoció que cientos de costales de maíz, sustraídos de las bodegas de Segalmex en Chiapas, se descargaron en un almacén llamado “Jazmines”, en Guatemala, que se dedica a la compra – venta de granos. Posteriormente, unas cien toneladas de maíz fueron reembolsadas en costales transparentes de 50 kilos, para su comercialización a granel en territorio guatemalteco.
La denuncia llegó casi de inmediato al Senado, en voz del legislador Ángel García Yáñez del PRI, quien demandó que la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) debía presentar un informe al respecto y sancionar a los funcionarios involucrados. No hubo respuesta y nada se hizo.
Después, este asunto pareció olvidarse cuando el 19 de abril de 2022 se anunció la remoción de Ignacio Ovalle como director de Segalmex, donde se detectó un desfalcó superior a los 15 mil millones, aunque el presidente Andrés Manuel López Obrador intentó justificarlo al señalar que Ovalle había sido “engañado” por un grupo de priístas que el mismo funcionario invitó, pero resultaron personas con “malas mañas acostumbradas a robar”, según dijo el presidente.
Al frente de Segalmex fue designado Leonel Cota Montaño, mientras que Ovalle pasó a un cargo más discreto, como coordinador del Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal.
Casi un año después, el 10 de marzo de 2023, la Fiscalía Especializada en Materia de Delincuencia Organizada (Femdo) obtuvo órdenes de aprehensión en contra de 22 personas vinculadas a los desvíos de recursos en Segalmex, para la supuesta compra de más de 7 mil toneladas de azúcar. El principal exfuncionario señalado en este caso fue René Gavira Segreste, exjefe de la Unidad de Administración y Finanzas de Segalmex.
En medio del escándalo por tanta podredumbre, pareció que el asunto del maíz podrido había quedado olvidado, pero resurgió esta semana gracias a un reportaje de la agencia noticiosa N +, informando que los agricultores de la comunidad Cuauhtémoc, en Villaflores habían desenterrado cientos de toneladas de maíz podrido en basureros y campos de ese municipio.
Los ejidatarios afirman que alrededor de 500 toneladas de maíz blanco y amarillo, adquiridas a través del programa de precios de garantía durante el ciclo primavera-verano 2020-2021, se han deteriorado.
También hicieron una denuncia, afirmando que entregaron cien toneladas de maíz al centro de acopio de Segalmex durante el ciclo 2020, como reemplazo del maíz que se había echado a perder. Sin embargo, no se les ha pagado por esta entrega y alegan que se les adeudan cerca de 600 mil pesos.
Cabe mencionar que cinco productores locales presentaron una denuncia por fraude ante la Fiscalía de Justicia de Chiapas. Además, presentaron quejas ante la Secretaría de la Función Pública y Segalmex, pero no obtuvieron resultados favorables. Incluso, en junio del año pasado, tuvieron una reunión con el nuevo director de Segalmex, Leonel Cota Montaño.
Actualmente, en efecto los productores de maíz y trigo están demandando un aumento del precio de garantía (de 7 mil y 8 mil pesos por tonelada, respectivamente, en el caso de los agricultores de Sinaloa afectados en sus exportaciones por la disminución en el valor del dólar respecto al peso), en lo que se refiere al maíz, el hecho de que se haya podrido sólo muestra una enorme, pero muy grande, ineficacia en los sistemas de almacenacimiento de Segalmex.
Hace varios años, en el sexenio salinista, el delegado de Conasupo en Chiapas, Saúl López de la Torre recordaba que cuando ocupó el cargo encontró inventarios de maíz con tres o cuatro años de antigüedad y, en base a una administración eficiente y honesta, se logró redecir “esta barbaridad” a inventarios de un mes.
En sus Memorias, “Guerras secretas” (2001), López de la Torre señaló: “Pasé muchas horas con mi equipo en el escritorio discutiendo, viendo el mapa de las bodegas, viendo las mejores rutas, buscando a los transportistas más cumplidos, viendo a quien le teníamos que dar los fletes más complejos, en fin, duro y duro y duro con el equipo operativo y con los supervisores, como en una guerra. Así lo fuimos resolviendo.
“Le dábamos seguimiento a cada camión, sin GPS, ni internet, ni teléfionos celulares. Nos imaginábamos donde andaba cada camión y dónde andaban los barcos y los trenes unitarios. Molivizábamos cuatrocientas mil toneladas fuera de Chiapas, con mucha eficacia. Ya no hubo maíz podrido, ni costalera podrida. Fue un cambio radical”.
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