¿Quién gana cuando todos pierden?
La semana pasada fuimos testigos de uno de los episodios político-económicos, de mayor trascendencia para el actual sexenio. Citigroup anunció que pospondrá la venta de Banamex para después de que termine la actual administración. La decisión del consorcio será recordada como uno de los momentos que mejor ejemplifican “el estilo personal de gobernar” del que tanto habló Daniel Cosío Villegas.
El capítulo sobre el desplome de un proceso de venta que llevaba más de un año, tiene una causa puntual. Tras la declaración presidencial de que el gobierno de López Obrador podría comprar Banamex en caso de que Grupo México retirara su oferta, los headquarters en Nueva York encendieron las alertas. El mandatario comentó en su conferencia mañanera, que existía la posibilidad de crear “una Asociación Público-Privada para adquirir la institución financiera” en caso de que Germán Larrea decidiera retirar su oferta de compra. Al día siguiente, incluso antes de la nueva conferencia del mandatario, Citigroup anunció que lanzará una Oferta Pública Inicial (OPI) en el mercado de valores para la venta de Banamex, la cual se llevará a cabo hasta el 2025.
De esta manera, han quedado descartados Grupo México y cualquier otro posible interesado, como compradores directos de la institución, aunque también podrían participar en la OPI llegado el momento. Posteriormente, López Obrador reveló que un día antes le informaron de la suspensión de la venta de Banamex, al tiempo que reiteró que el gobierno necesita un banco y cuenta con recursos. Por ello, dijo que hablará con el secretario de Hacienda para analizar una propuesta para adquirirlo.
El periódico Reforma publicó en su portada: “Se espanta Citigroup y todos pierden”. Con esta cabeza, el diario criticó la “constante intervención de AMLO en la venta de Banamex (lo que) dio un golpe al ambiente de negocios, luego que Citigroup desistiera de la operación”. Perdieron todos. Perdió el grupo mexicano (Grupo México), interesado en hacer la compra, para la cual invirtió tiempo capital humano, prestigio y recursos diversos a lo largo de más de 12 meses, no logró capitalizar una apuesta que podría agregar valor al sistema financiero del país. Otro grupo empresarial, en este caso extranjero (Citigroup), también perdió pues no logró consolidar una propuesta que le permitiría especializarse más en un segmento del mercado nacional.
La declaración nos llevó a que también perdiera la sociedad mexicana, pues se retrasó la oportunidad de que una decisión de mercado entre particulares, mejorara la calidad de los servicios que se reciben en este ámbito. Por último, perdió el gobierno mexicano que se quedó sin recibir el pago de los casi 2 mil millones de dólares en impuestos que generaría la transacción, además de que el episodio mandó una mala señal de intervencionismo y sobre todo, del escaso entendimiento que tienen las autoridades del entorno que hoy se requiere para desarrollar negocios en México.
Vale la pena encuadrar los acontecimientos exclusivamente en torno a lo dicho por el presidente en una “tradicional mañanera”, así como sus consecuencias puntuales. Conjugarlo con la “ocupación temporal”, entendida por la mayoría como una expropiación realizada por la Secretaría de Marina, a los tramos ferroviarios de Ferrosur (Grupo México), impide entender el alcance de las declaraciones presidenciales. Hay quienes incluso celebraron todos estos hechos como un triunfo para la 4T y para el propio presidente de la República.
Sirva el desgloce realizado, para evidenciar el riesgo que corre la economía mexicana de aquí hasta que finalice el actual sexenio. Una vez que termine la elección del Estado de México, el país entero estará volcado al proceso de sucesión presidencial. AMLO, como centro de gravedad del sistema político mexicano que constituye la presidencia de la República, mantendrá la verticalidad en el control de la agenda pública en sus conferencias mañaneras. El alcance de sus declaraciones -sin que necesariamente impliquen hechos concretos como en el caso de Banamex- puede provocar que los actores económicos tomen decisiones que nos conduzcan a escenarios en los que se pierda valor para el país en su conjunto.
La #SociedadHorizontal deberá estar muy atenta a este riesgo, para atajar las dinámicas destructivas en caso de que éstas se generen. El proceso electoral del 2024 debe significar un momento de evolución para el país, no un momento en el que unos cuantos pretendan de ganar todo, a costa de que el resto pierda.
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