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CARLOS MORALES VÁZQUEZ

31 de mayo de 2023
in Opiniones
CARLOS MORALES VÁZQUEZ
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José Antonio Molina Farro/Ultimátum

Su nombre se men­ciona con fuerza para ocupar un es­caño en el Senado de la República. Consciente de ello no se desvía. Senten­cia: “El 2024 está en la mente de muchos políticos, ocupa ya la agenda pública nacional, es válido, pero fuimos electos, es mi caso, para construir un mejor presente, trabajar para el aquí y el ahora, y proyectar con bases sólidas un futuro mejor para Tuxtla… una as­piración legítima no puede ni debe distraernos, en este mo­mento, de responsabilidades esenciales con el municipio”. Eso explica el por qué está en el top cinco de los mejo­res presidentes municipales del país según México Elije, asimismo, en el Ranking Mi­tofsky es el alcalde mejor eva­luado en Chiapas. El alcalde y Maestro en Administración Pública es frontal, no oculta sus preferencias electorales, las ha evidenciado y son del dominio público, tanto para la presidencia de la repúbli­ca como para gobernador del estado. Está en su naturaleza, es abierto, sincero y espontá­neo. Da razones y argumen­tos que suenan convincentes.

Quisiera detenerme en algunos aspectos de su per­sonalidad, más allá de accio­nes por todos conocidas en materia de contenerización, vialidades, sustentabilidad ambiental, agua potable, de­porte, salud, participación ciudadana, atención a grupos vulnerables, plantas de trata­miento de aguas residuales, colectores, rescate y conser­vación del río Sabinal, etc. ac­ciones que le han merecido reconocimientos internacio­nales y el apoyo mayoritario de los ciudadanos.

Congruencia. Su vida política ha sido la congruen­cia. Y esta sólo puede enten­derse en el contexto de la biografía. Es una constante desde su adolescencia. Lo co­nocí y compartimos respon­sabilidades y reflexiones hace más de treinta y cinco años. El tema central: el presente y el futuro de Chiapas. Sus potencialidades, el ejercicio patrimonialista del poder, la desigualdad, la pobreza, la corrupción y la impunidad, las asimetrías regionales, el deterioro del medio ambien­te, el analfabetismo, la deser­ción escolar, el uso faccioso del poder público, ausencia de proyectos y políticas públi­cas innovadoras e imaginati­vas, etc. Realidades moral y políticamente inaceptables.

Desde entonces ya Carlos transmitía autoridad natural, dignidad y energía. Recorría barrios, colonias populares y regiones marginadas del es­tado. Confiaba en la palabra como arma política y soñaba, como joven idealista, con un Chiapas preñado de grandeza espiritual, solidario, seguro y justo. No ocultaba su indig­nación y coraje por las injus­ticias de un sistema que nos mantenía – nos mantiene- en el oprobioso primer lugar en pobreza, marginación y anal­fabetismo.

Una cualidad nada me­nor y que lo acompaña hasta hoy día es su intuición y ol­fato para identificar proble­mas latentes e impedir que afloren por negligencias o indiferencia. Su perseveran­cia, su lealtad a principios y convicciones, su honestidad y resultados como legislador y servidor público, su interés por construir un auténtico Estado de derecho, le gran­jearon la confianza de los paisanos en cinco ocasiones como representante popular. Me detengo en una experien­cia personal muy singular. En su calidad de legislador fede­ral y Presidente de la Comi­sión de Pesca de la Cámara de Diputados, Carlos promovió con buen éxito y por unani­midad de todos los partidos, adiciones a la Ley General de Pesca y Agricultura Sustenta­bles (vigente hasta hoy día), considerada vanguardista por especialistas de la época y por férreos defensores de la ecología y especies marinas.

Hoy advierto a un presi­dente municipal templado en la experiencia y el apren­dizaje que dan la vida y sus avatares. Hay en él seriedad ética y sujeción a la idea ma­jestuosa del derecho. Siem­pre recuerda, “Quien prome­te algo que de suyo sabe que no va a cumplir, comete un acto de corrupción”. Ignora la crítica resentida de los sem­bradores de suspicacias, pero escucha a colaboradores que de buena fe le señalan errores o deficiencias en la adminis­tración, sabedor de que no hay gobernantes infalibles. Los momentos críticos no lo doblan, por el contrario, son acicate para la imaginación y la acción. Tampoco se despa­rrama en palabras ni concede a la censura y a la alabanza más valor de los que tienen, a diferencia de políticos que se hinchan de satisfacción o se abruman de preocupación, ya sea por un elogio o crítica en medios impresos o redes so­ciales. Muy lejos de su tempe­ramento el deseo de agradar, y aún menos de aplacar a sus críticos.

Repugna a los corrup­tos y es intransigente con la ineficiencia. Quien no fun­ciona se va. Cero tolerancia al tráfico de influencias y la deshonestidad. Me recuerda a Pascal, “que el derecho sea fuerte y la fuerza sea justa”. Los mexicanos solemos te­ner la costumbre, producto de una historia de arbitrarie­dades y saqueo, de hablar de política y de moral como si fueran dos enemigos que no llegarán nunca a entenderse. Estas dos diosas de la vida co­lectiva se nos presentan como adversarias irreconciliables, cuando la política en tanto busca el bien común, es cier­tamente un valor moral. Car­los no disocia la moral de la política y tiene esa cualidad sicológica decisiva de la que hablaba Max Weber, el senti­do de la perspectiva y la pro­porción, el saber mantener la distancia de las cosas y de los hombres. Quiero subrayarlo, el talón de Aquiles de la admi­nistración pública en los tres niveles ha sido, sigue siendo la falta de coordinación inte­rinstitucional, de seguimien­to y poca o nula evaluación de resultados. Hoy estas fallas han sido corregidas por la ad­ministración municipal, con instrumentos de planeación y prelación de recursos pa­ra incrementar la eficiencia en gasto corriente y gasto de inversión. El saneamiento financiero y la pulcritud en el manejo del presupuesto le han concitado el reconoci­miento de tirios y troyanos. Cómo olvidar que el actual Ayuntamiento heredó un de­sastre financiero y con un alto riesgo crediticio.

Lo digo sin zigzagueos, Carlos Morales Vázquez es un gran político mexicano, con hechura para responsa­bilidades mayores, senador de la república y algo más. Aun­que como buen político tiene los pies bien puestos sobre la tierra, sabe esperar, todo a su tiempo. Y cuando digo que es un gran político mexicano es porque ha tomado decisio­nes importantes con el valor de arrostrar la impopularidad, ante políticas públicas que de momento generaron inconfor­midad y efervescencia, pero a la postre trocaron en reconoci­miento al gobierno. Hoy Tuxtla Gutiérrez no es gobernado por un partido político ni por al­guna tendencia ideológica. La capital es de todos y para todos. La 4T tiene muchos rostros, en Carlos Morales es la visión humanista, la probidad y la congruencia.

jose_molinaf@yahoo.com.mx

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