¿Qué ”tan rápido se puede construir una candidatura presidencial ganadora?
Las circunstancias del presente hacen que esta pregunta sea sumamente relevante.
Para responder, es útil hacer referencia a las candidaturas ganadoras a partir de que en México comenzó a existir una real competencia electoral.
Hagamos un recorrido.
Comencemos con la de Vicente Fox, que inauguró la alternancia en el Poder Ejecutivo.
Fox llegó a la gubernatura de Guanajuato en junio de 1995 después de la crisis política que condujo a la designación de un gobernador interino que también provenía del PAN: Carlos Medina Plascencia, luego de una elección ganada por el PRI que motivó un reclamo de fraude por parte de los panistas.
En 1997 el país se estremeció con unas elecciones intermedias en las que, por primera ocasión en la historia, el PRI perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y Cuauhtémoc Cárdenas, del PRD, resultó el primer Jefe de Gobierno electo del entonces Distrito Federal.
En ese contexto, en julio de 1997, inmediatamente después de las elecciones, Fox anunció formalmente su intención de contender por la candidatura presidencial del PAN para el proceso electoral del año 2000.
Comenzó la carrera electoral tres años antes de la elección y aprovechó el ambiente de cambios que se vivía en el país.
Lo demás ya es historia.
En la siguiente sucesión, Felipe Calderón también comenzó a construir su candidatura con antelación.
Llegó al gabinete de Vicente Fox en el último trimestre de 2003, a la Secretaría de Energía, y empezó a ser visto entonces como probable candidato.
Un evento en el estado de Jalisco al final de mayo de 2004 en el que panistas le mostraron respaldo lo condujo a renunciar después de una reprimenda pública del presidente Fox.
A partir de esa fecha se dedicó por entero a convertirse en candidato presidencial y luego en Presidente de la República. Fue una carrera de dos años.
Usted conoce también el resto de la historia.
Enrique Peña Nieto llegó al gobierno del Estado de México en el año 2005 y a los pocos meses de su arribo empezó a fraguarse un proyecto para convertirlo en candidato presidencial del PRI al término de su mandato estatal.
Fueron prácticamente cinco años de construcción de esa candidatura.
Vaya, y para la siguiente elección, López Obrador ya tenía al menos 15 años de construcción de la candidatura.
Desde que comenzó su periodo como Jefe de Gobierno del Distrito Federal en el año 2000, fue claro que pretendería retar al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y postularse para la candidatura presidencial del PRD en el 2006.
Pero, el gran impulso de su campaña se lo dio Vicente Fox con el intento de aplicarle un desafuero, que lo convirtió en personaje conocido a nivel nacional.
Cuando ganó en el 2018 llevaba, de una forma u otra, al menos tres lustros de campaña electoral.
El anterior recuento apunta a que la construcción de un candidato no es algo que pueda ser fácil y rápido.
Menos aún cuando se pretende retar al partido en el poder.
Claro que hay diferencias en el entorno que, por ejemplo, se vivía en 1997, cuando Fox lanzó su proyecto.
En el final del siglo pasado no había redes sociales y la oportunidad de estar en el escaparate era limitada.
Algunos piensan que esa diferencia permite que hoy en día se pueda construir una candidatura en cuestión de meses.
No es imposible. Hay algunas experiencias internacionales exitosas que lo han logrado. Pero no es el común denominador.
La necesidad de una candidatura presidencial potente es clave para la oposición.
Incluso si no ganara la presidencia de la República, una campaña presidencial exitosa es necesaria si se quiere evitar que Morena obtenga mayorías en el Congreso.
La historia de los tiempos en los que se fraguaron los triunfos electorales en las contiendas anteriores nos muestra que la oposición ya va remando en contra de la historia.
Pero, todavía es posible que el mundo cambie en los siguientes meses.
Veremos.