Pésimo manejo de crisis
Alejandro Moguel/Ultimátum
No soy ingenuo. Ha de ser complicadísimo manejar la seguridad pública en un estado como Chiapas, pero por eso los titulares de las dependencias de seguridad deben poseer un perfil especialísimo en esos temas y que, sin apartarse de las leyes, puedan lograr un sano equilibrio de todas las fuerzas oscuras que interactúan entre sí, en forma constante, en sus circunscripciones.
Han de ser inimaginables los entresijos de las áreas de seguridad estatales, su coordinación con las fuerzas federales –Sedena, Guardia Nacional, Secretaría de Marina y FGR-, así como la relación de todas ellas con los altos capos de la delincuencia organizada que, todo mundo sabe, ahí están presentes. La muerte ha de asechar a cada instante a los jefes policiacos, quienes únicamente andan cumpliendo con su deber o entre aquellos que, por voluntad propia u forzados, se han enredado con los malosos.
Todos esos aspectos de por sí delicados, han de complicarse aún más al encontrarse de frente con la absurda y ridícula estrategia de “abrazos y no balazos” del presidente, Andrés Manuel López Obrador.
Las fuerzas federales están maniatadas. Han de tener miedo disparar sus armas cuando son atacados por los narcotraficantes. Y, hasta para hacer un operativo como el que se requiere para rescatar a los 16 privados ilegalmente de su libertad en Chiapas, hay que tomar una opinión del mandatario nacional, porque algo podría fallar y registrarse una mortandad de personas. Ese ha de ser un enorme dique que frena las operaciones de las fuerzas de seguridad, tanto estatales como federales.
Sin embargo, eso no las aparta de su primerísima responsabilidad constitucional de resguardar la integridad física de los ciudadanos.
DEBILIDAD
La Secretaria de Seguridad de Chiapas, Gabriela Zepeda Soto y el Fiscal General de esta misma entidad, Olaf Gómez Hernández están metidos en tremendo brete. Esta es una dura prueba para ambos. Sus rostros aparecieron descompuestos y compungidos durante el mensaje grabado que mandaron ayer a los medios de comunicación, donde ella anunció que alrededor de mil agentes, federales y estatales, estaban buscando a los 16 desaparecidos. Mal, muy mal de su parte. Sus rostros reflejaban miedo, desesperación e incertidumbre. Se nota que no están preparados para ese tipo de crisis. Dieron un pésimo manejo de prensa. Ningún ciudadano que los vea como estaban ayer va a sentirse seguro en Chiapas. ¿Esas personas, con rostros desencajados y temerosos, están ahí para defender a los ciudadanos?
Son las principales cabezas de la seguridad en Chiapas entero. Una es la responsable en materia de prevención y el otro de procuración de justicia.
Sobre sus hombros está la delicada responsabilidad de elaborar una estrategia que resulte eficaz para lograr la liberación, con vida, de los 16 empleados de la Secretaría de Seguridad secuestrados desde el martes reciente y para que, en su caso, sean mínimos los daños colaterales de un eventual operativo.
Los secuestradores –plenamente identificados- hicieron grabar, hasta ayer, dos videos en los que expresan sus peticiones. Para liberar a los rehenes, en un inicio pedían la destitución de tres mandos de la policía estatal que supuestamente están ligados al Cártel contrario y en la segunda grabación están solicitando, además, la liberación de una joven secuestrada la semana pasada en una colonia del norte de Tuxtla Gutiérrez.
Vaya complicada situación. Autoridades estatales referidas, principalmente, están obligadas a hacer lo correcto y rescatar con vida a los 16 secuestrados. De lo contrario, tendrían que entregar inmediatamente su renuncia ante su jefe.
alexmoguels@hotmail.com
