El litio en México. Presente y futuro
Amado Ríos Valdez/Ultimátum
México es un país con reservas significativas de litio, un mineral clave para la fabricación de baterías y apodado “el oro blanco”. Según el Servicio Geológico de los Estados Unidos, México tiene reservas comprobadas por 1.7 millones de toneladas de litio tan solo en el estado de Sonora. Sin embargo, empresas como la Bacanora Lithium, que se encontraba explorando yacimientos en el país, antes de la “nacionalización”, asegura que las reservas podrían alcanzar hasta 4.3 millones de toneladas.
¿QUÉ LUGAR OCUPA MEXICO EN YACIMIENTOS DE LITIO A NIVEL MUNDIAL?
Aun así, México ocupa el décimo lugar en el mundo en cuanto a reservas de litio. La cantidad de mineral identificada en México asciende a 1.7 millones de toneladas, lo que representa el 2.3% de las reservas mundiales. Sin embargo, sus números palidecen en comparación con los líderes del ranking, como Australia que tiene 62 millones 800 mil toneladas, Bolivia, que tiene 21 millones de toneladas, Argentina, con 19 millones de toneladas y Chile que tiene 8.6 millones de toneladas de reservas de litio. Estados Unidos, país con mayor consumo de baterías de litio tiene apenas 630 mil toneladas, siendo por ello el mayor consumidor del mineral.
El litio es actualmente uno de los minerales de mayor demanda mundial ya que es utilizado en la producción de baterías de iones de litio, que son cruciales para la alimentación de vehículos eléctricos, dispositivos móviles como celulares, tablets, laptop, y en general en almacenamiento de energía renovable. Además, el litio se emplea en la fabricación de cerámicas, vidrios y lubricantes especiales e incluso en la medicina como tratamiento para algunos trastornos mentales. Por esa gran demanda se le llama ya “El Oro blanco”.
¿Y EN CUÁNTO A PRODUCCIÓN DE LITIO, CÓMO ESTAMOS?
En el año 2022 los principales productores de litio fueron Australia, con un volumen estimado de 61.000 toneladas métricas. Chile y China ocupan el segundo y tercer lugar, con 39.000 y 19.000 toneladas métricas, respectivamente, después siguen Brasil, Portugal, Zimbabue y Estados Unidos.
Actualmente, México no cuenta con ningún yacimiento de litio en explotación. En los estados de Baja California, San Luis Potosí-Zacatecas y Sonora se encontraban en etapa de exploración tres yacimientos que contienen este mineral, sin embargo, la llamada “nacionalización” dejó en vilo ese proceso. Por lo tanto, México no figura en la producción mundial de litio aún cuando, como señalamos antes, ocupa el décimo lugar mundial en yacimientos de este mineral.
En México había tres empresas que habían avanzado con sus proyectos de extracción de litio: Bacanora Lithium, Organimax y One World Lithium. El proyecto de Bacanora Lithium pretendía producir volúmenes significativos de litio, con una producción inicial de 17,500 toneladas anuales de carbonato de litio que se duplicarían a 35,000 toneladas a partir de 2026, pero con la mala llamada “nacionalización” se desconoce el estado de este proyecto .
“NACIONALIZACIÓN” DEL LITIO Y LA CARABINA DE AMBROSIO
La Carta Magna de México, es decir la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, establece desde 1917 que todos los minerales son propiedad de la nación. El artículo 27 establece que en la nación mexicana son propiedad originaria de la nación, entre otros recursos, los minerales o substancias que en vetas, mantos, masas o yacimientos, constituyan depósitos cuya naturaleza sea distinta de los componentes de los terrenos. La nación tiene el derecho de aprovechar estos recursos y otorgar concesiones para su explotación. Por esta razón una nacionalización no tiene sentido porque los minerales ya son propiedad de la nación.
A pesar de esta obviedad, en abril del 2022, el Senado de México aprobó una iniciativa presidencial para “nacionalizar” el litio. El litio será explotado exclusivamente por el Estado. La reforma a la Ley Minera reconoce al litio como patrimonio de la Nación. La propuesta permitiría que México sea dueño de los medios de producción, explotación, extracción, comercialización, distribución y almacenamiento del metal. La reforma a la Ley Minera también plantea que podrá hacer concesiones al sector privado, lo mismo que ya existía antes de la reforma.
La nacionalización del litio en México ha sido vendida por el Gobierno como un momento histórico, casi a la par de la expropiación petrolera de 1938 o la nacionalización de la industria eléctrica en 1960, pero no es más que una estrategia mediática sin efectos positivos en la exploración, investigación , explotación o comercialización del litio. De hecho, como dijimos arriba, México no ha producido litio y las expectativas de producción van más allá del 2030, tal vez cuando el litio ya no sea demandado en la producción de baterías por el vertiginoso avance en la experimentación y producción de baterías de otros minerales más baratos y abundantes como el sodio.
IMPACTOS AMBIENTALES Y SOCIALES DE LA EXPLOTACIÓN DEL LITIO EN MÉXICO
La extracción del litio puede generar impactos ambientales negativos, como: contaminación del agua, cambios en el paisaje y los ecosistemas, introducción de caminos y/o infraestructura en zonas naturales sensibles, impacto negativo en la flora y fauna, generación de residuos tanto químicos como sólidos, sobreconsumo de agua y uso de químicos contaminantes. Además, la explotación del yacimiento de Bacanora en Sonora contemplaba la explotación de un área de 100,000 hectáreas lo que podría generar, una gran pérdida de biodiversidad en la zona porque además, se encuentra a pocos metros de una enorme área natural protegida.
En cuanto a los impactos sociales, la extracción del litio puede afectar la forma de vida local y generar crisis de agua en regiones con estrés hídrico extremo. Por ejemplo, el más grande depósito del ‘oro blanco’ está ubicado en uno de los municipios de Sonora con más problemas para acceder al agua.
México como nación ya ha llegado tarde al mercado del litio, la “nacionalización” ha generado un impasse que solo se romperá si hay una muy fuerte inversión estatal para explorar y producir de forma acelerada, pero esta acción debe apegarse estrictamente a la normatividad ambiental y a las mejores prácticas de sustentabilidad si no se quiere repetir el impacto ecocida de la minería tradicional. Además, se debe tener especial atención a cumplir con la normatividad en materia de consulta a las comunidades y en especial a las comunidades indígenas, tal y como lo establece la normatividad vigente. No es nada fácil, y en este caso podemos ser un ejemplo mundial para bien o para mal.
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