El Presidente tiene en la mira a Xóchitl Gálvez, su problema es que logre colocarla contra las cuerdas, porque por lo menos hasta ahora mucho de lo que ha dicho sobre la senadora ha quedado en el aire o sin comprobar.
Si nos atenemos a las encuestas, Morena va a ganar. Su reto está en que su corcholata pueda impactar a nivel nacional. No sólo se trata de esto, está de por medio algo que para el Presidente con razón es de enorme importancia: tener la mayoría en el Congreso, lo cual por ahora se ve remoto.
Cada vez aparecen más variables que van cambiando los escenarios, un ejemplo, el de Xóchitl Gálvez y qué tanto terminará por ser un factor real. Está lejos de tener una presencia nacional, pero el Presidente pareciera que le empuja para que la conozcan en el país por más que trate de criticarla o de hacer ver elementos en su contra que no alcanzan, por lo menos hasta ahora, ser del todo comprobados.
En las últimas mañaneras se ha tratado de colocar de manera negativa en el imaginario colectivo a Xóchitl. No se está logrando, más bien se pudiera estar creando un efecto diferente. Bajo cualquier pretexto y circunstancia, se le ubica en el discurso, lo cual en ocasiones más bien sirve para distraer la atención de temas de primera importancia.
Indicar en su narrativa sobre los acontecimientos como los de Guerrero señalando que se está desinflando el globo de Xóchitl lo único que hace es hacer a un lado ante la opinión pública las responsabilidades que tiene el gobierno respecto a actos de violencia, que sin generalizar están teniendo una mayor presencia en la sociedad.
Es cuestión de ver lo que pasa en Chiapas, por cierto, tema que fue cuestionado con seriedad al Presidente por un periodista, o lo que pasa en Tlajomulco en donde el gobernador reconoce que se está ante un hecho extraordinario.
Se están cruzando variables que pueden cambiar los escenarios que parecieran inamovibles. Por más que las corcholatas aparezcan por todos lados no queda claro qué tanto están permeando en la sociedad. La oposición sigue diluida y en muchos casos confundida, pero no se sabe qué está pensando entre la ciudadanía. Se han presentado escenarios que por más que arropen al Presidente no terminan por convencer a los ciudadanos respecto a la gobernabilidad del país.
La inseguridad ya es parte de la cotidianidad y va directo a ser un tema electoral. Si Xóchitl Gálvez lo entiende y lo pone en la mesa como eje, muy probablemente su nivel de competitividad se incrementará, pero no tiene sentido alguno poner el tema sin soluciones concretas. La sociedad mexicana está en el hartazgo y empieza a ver un camino sin regreso.
Lo inédito e inesperado del futuro puede estar jugando en favor de la oposición. La fotografía del país tiene que ver con el actual gobierno y si bien hay una base social que se mantiene inamovible, también es cierto que el desgaste está colocando elementos emergentes, los cuales están formando parte de la nueva narrativa colectiva.
En medio de una dinámica de cambio de las sociedades en terrenos como la política de la mano de las nuevas tecnologías y con la creación de nuevos lenguajes que tienen que ver con estos procesos, particularmente entre la gente joven, puede no tener vigencia un discurso de los 70 o el tener referentes ideológicos cuando el mundo va cambiando y nos está metiendo en terrenos inéditos ante los cuales no tenemos la más remota idea de lo que puede venir.
El gobierno está pensando en el presente y en consolidar un futuro basado en este presente, no está pensando en el futuro que se nos viene.
Este terreno puede ser la base de posiciones sensibles, estratégicas e inteligentes para quienes suspiran desde la oposición.