Humillación
Alejandro Moguel/Ultimátum
Dicen, cuentan y aseguran que la señora de Palenque, la del Distrito electoral 1 federal, pataleó, hizo berrinches y hasta lloró porque tenía que cumplir la orden tajante, recibida desde Palacio Nacional: que debía retractarse públicamente de algo que ella no había pronunciado en público, pero sí lo había comentado en corto entre sus cercanos colaboradores y con sus amigas. Que ahora, después del bajón de Zoé Robledo Aburto, ella sería la sustituta para la grande.
Fue tajante la instrucción que le dieron en Palacio Nacional. Debía decir, en forma clara y en una videograbación: que “ella no aspira a ser candidata a la gubernatura de Chiapas”.
Debía “deslindarse” de esas aspiraciones suyas que ella ya las había venido acariciando desde hace un par de años. Sintió que hacer ese pronunciamiento sería una humillación. Pero lo tenía que hacer.
Sin embargo y a pesar de haber recibido esas órdenes precisas de su jefe superior, por la tarde del miércoles primero subió a Facebook una foto de ella con su mascota y trató de burlarse de aquellos periodistas que habíamos publicado, en forma adelantada la noticia, de esa regañada que le habían dado en Palacio Nacional.
La orden debía ser cumplida a pie juntillas y en el tiempo señalado: el mismo miércoles.
Por eso, buscó quien le redactaba el mensaje, quien le grababa su discurso y, unas dos horas más tarde de haber posteado su pretendida sorna, ella sí subió su deslinde a su cuenta de Facebook, pero al poco tiempo lo bajó, algo que se ha tomado también como un acto de rebeldía hacia su máximo superior jerárquico.
Quienes han estado observando el comportamiento público de Andrés Manuel López Obrador desde hace más de veinte años y su forma de proceder como presidente de México, saben perfectamente que él es el gran elector de los candidatos a los principales cargos de elección popular en el país, especialmente la de presidente y las de gobernadores. Y aquí, Zoé hizo algo que se interpretó como el destape de la señora para tales pretensiones.
Se entendió que para tratar de agradar al presidente López Obrador, después de su estrepitosa caída de sus afectos, Zoé Robledo organizó un acto político el sábado pasado y únicamente le encargó a ella que fuera una de las promotoras del obradorismo en Chiapas.
Sin embargo, ella recibió esa encomienda como una señal de que sería la candidata sustituta de Morena a la gubernatura de Chiapas, después de que el presidente, una semana antes, había bajado a Zoé.
Así se anduvo anunciando ella entre sus más cercanos colaboradores y eso causó gran inquietud entre otros políticos que sí tienen una amplia y robusta trayectoria política, quienes se empezaron a ver desplazados por una persona cuyo único mérito es llevar el apellido del actual mandatario nacional.
La moraleja fue muy clara: tan solo se mencionaba su nombre como una posible candidata a la gubernatura de Chiapas e inmediatamente después recibió el rechazo unánime de distintos actores sociales, empresariales y políticos. Eso, fue consecuencia clara de que ella únicamente ha usado la confrontación como medio de resolver las diferencias políticas que se le atraviesan en el camino. Está cosechando lo que sembró, simplemente.
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