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A ESTRIBOR

12 de septiembre de 2023
en A ESTRIBOR, Opiniones
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Salvador Allende, el mito

Juan Carlos Cal y Mayor/Ultimátum

La revolución cuba­na y la legendaria proeza de un grupo de jóvenes idealis­tas contra la dictadura de Ba­tista, nos generaba empatía generacional por la utopía de un mundo mejor. No sa­bíamos que con el tiempo se convertiría en una mascarada para encubrir una dictadura opresora. El otro personaje de la época siempre demoni­zado fue el General Augusto Pinochet. Las imágenes del asalto al Palacio de la Moneda daban cuenta de cómo la bota militar terminaba con un ré­gimen democrático. Salvador Allende fue para nosotros un mártir, pero hay algo más de­trás de esa historia.

EL REDENTOR Y EL GORILA

El comandante Fidel Cas­tro con su encendida oratoria era una figura redentora y casi sacrosanta. Pinochet, el gorila siniestro con porte de villano de película que aplastó la de­mocracia. Fidel Castro se retiró del poder por causa de su de­teriorada salud cinco décadas después dejándolo en manos de su hermano y luego éste en favor Díaz-Canel, como si fue­ra una monarquía tropical he­reditaria. El general Pinochet participó en un referéndum que perdió por menos de un 1% dejando el poder después de 17 años dando paso a una democracia que ha permiti­do hasta hoy la alternancia en el poder. Algo similar sucedió en España con los acuerdos de la Moncloa y la transición de­mocrática que dejó atrás a la dictadura franquista.

DICTADURAS

No hay dictaduras bue­nas o malas, son simplemente dictaduras, pero no se pueden obviar diametrales diferencias. Castro derrocó una dictadura que duró 7 años de 1952 a 1959 y se quedó en el poder hasta su muerte 50 años después. Cuba pasó de ser una prospe­ra isla caribeña con un nivel de vida superior al promedio latinoamericano a ser el país más pobre junto con Haití y Venezuela. Las dictaduras de derecha tanto la de Franco co­mo la de Pinochet concluyeron en transiciones democráticas.

BAJO LA TUTELA SOVIÉTICA

Para cuando Fidel Castro visitó a Salvador Allende en Chile en 1971, ya llevaba 12 años en poder. Se encontraba en abierta confrontación con los Estados Unidos después de haberse apoderado a la mala de negocios y propiedades de ciudadanos norteamericanos radicados en Cuba. Había en­contrado cobijo en la Unión Soviética el enemigo acérrimo del “imperialismo yanqui”. El triunfo de una revolución por la vía democrática por parte de Allende era un acicate para la tarea de Castro que quería ex­pandir -con armas y financia­miento de la URSS- la influen­cia socialista en el continente e incluso en África a donde envió militares cubanos para comba­tir en Angola.

EL TRIUNFO DE ALLENDE

Salvador Allende fue cua­tro veces candidato a la Presi­dencia de Chile, representan­do a una alianza entre partidos socialistas y comunistas (1952, 1958, 1964 y 1970). Finalmen­te obtuvo el 36.2%, contra el 34.9% de Jorge Alessandri (independiente) y el 27.8% de Radomiro Tomic (demócra­ta cristiano). Al no obtener la mayoría correspondió al Con­greso la obligación de elegir al nuevo presidente de la Repú­blica. La Democracia Cristiana optó por Allende, comenzando así la tragedia que traería un baño de sangre sobre Chile.

PRIMERO LOS POBRES

Lo primero que hizo Allen­de fue romper la tradición de­mocrática de Chile diciendo, para asombro de propios y ex­traños, que él no sería el pre­sidente de todos los chilenos, sino que inspiraría su actua­ción “en los conflictos de clase irreconciliables de la sociedad chilena”.

Con esa incertidumbre, a nadie le llamó la atención que la inversión privada y extranje­ra fuera cero y que a un año de gobierno allendista Chile tu­viese que declararse insolvente y pedir una moratoria sobre su deuda externa. En 1971, Fidel Castro visitó el país y durante 30 días como Pedro por su ca­sa. Lo recorrió de punta a pun­ta arengando a las multitudes hacia la revolución socialista. En muy poco tiempo la econo­mía se vino abajo afectando a toda la población.

EL CACEROLAZO

El 2 de diciembre de 1971 miles de mujeres marcharon por las calles principales de Santiago golpeando sus ollas en descontento por la escasez de alimentos con el gobierno de Allende. Ese día fue cono­cido como la Marcha de las Cacerolas Vacías, siendo has­ta ahora la manifestación de mujeres más recordada. Con el paso de los días este tipo de protesta se masificó hasta las principales ciudades de Chile.

LA MECA DE LOS SOCIALISTAS

En 1972, Chile se convirtió en la Meca de todos los socia­listas de América Latina. Ese mismo año comenzaron a ins­talarse las famosas escuelas de guerrilleros y se inició por parte de Cuba la introducción clandestina de armas de todo tipo: desde ametralladoras y bombas de alto poder explosi­vo, hasta morteros y cañones antitanques de procedencia Checa y Soviética. Paralela­mente la embajada de Cuba se transformó en un bunquer con más de trescientos funcio­narios acreditados que no eran precisamente diplomáticos.

CONTRA LAS INSTITUCIONES

El gobierno de Allende, fue y permaneció en todo momen­to sin mayoría en el Parlamen­to. Para 1973 los socialistas per­dieron el control en los princi­pales sindicatos industriales y mineros. Considerando un estorbo a los contrapesos del poder, Allende planteó la sus­titución del Congreso por una asamblea popular y la creación de Tribunales del Pueblo, al­gunos de los cuales llegaron a funcionar. Así mismo, intentó transformar el sistema educa­tivo para convertirlo abierta­mente en un instrumento de adoctrinamiento marxista. La Tercera y el Mercurio, diarios democráticos, así como difu­soras de radio fueron tildados como opositores al gobierno marxista y fueron clausurados por el “demócrata” Allende.

AL MARGEN DE LA LEY

La Corte Suprema de Jus­ticia, por unanimidad, censu­ró al gobierno por el atropello sistemático de la legalidad vi­gente. La Contraloría rechazó por ilegales innumerables ac­tuaciones y resoluciones del Ejecutivo. En un acto insólito, el presidente Allende se negó a promulgar las reformas consti­tucionales del Congreso y per­sistió en esta actitud a pesar de sucesivos ordenamientos judiciales.

En agosto de 1973, la Cá­mara de Diputados se reunió para analizar la insostenible situación que enfrentaba Chi­le. El Congreso declaró que el gobierno de Allende había violado gravemente la Consti­tución chilena. El 63% de los diputados acusaban al presi­dente y su gobierno de veinte violaciones concretas de la Carta Magna, incluyendo el amparo de grupos armados, la tortura, las detenciones ile­gales, la mordaza a la prensa libre, la manipulación de la educación y la confiscación de propiedad privada. De aquí la opinión del ex presidente Frei: “el gobierno minorita­rio de Unidad Popular esta­ba resuelto a instaurar una dictadura totalitaria y estaba dando los pasos para llegar a esa situación”.

FRACASO ECONÓMICO

Tras llegar al poder, el mandatario chileno inició un amplio programa de expro­piaciones que condujo a la nacionalización de todo tipo de empresas, incluyendo nego­cios agrícolas y compañías mi­neras. Los aumentos salariales dictados por Allende dispara­ron hasta un 20% los sueldos, pero esa ilusión artificial acabó siendo devorada por una infla­ción rampante que, a lo largo de sus tres años de gobierno, redujo significativamente el poder adquisitivo de los suel­dos de los trabajadores.

EL TRISTE FINAL

La destrucción de la de­mocracia, la legalidad, la economía y la negativa de las fuerzas armadas de convertir­se en artífices del comunismo, culminó en el descontento que puso a Allende contra la pa­red. De no ser así, el mundo jamás hubiera escuchado ha­blar de Augusto Pinochet, ni del asalto al Palacio de la Mo­neda. Fue lamentable, pero era evitable. Lo demás ya es historia.

Pinochet reprimió a los comunistas que permane­cían armados y en la clandes­tinidad e impuso un modelo económico que, guste o no, colocó a Chile como el país más desarrollado y con me­nos pobres, hasta la fecha, en toda América Latina. Dejó el poder en 1988 mediante un referéndum y fue perseguido judicialmente durante el resto de su vida. Hoy al igual que Allende muchos de sus parti­darios le rinden culto.

jccymf@yahoo.com

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