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COLABORACIÓN INVITADA

14 de septiembre de 2023
en COLABORACION INVITADA, Opiniones
COLABORACIÓN INVITADA
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Leona Vicario

Enriqueta Burelo/Ultimátum


Una de las frases más citadas en los últimos días “Tiempo de Mu­jeres” en tanto que la parti­cipación política de nuestro sexo, ha escalado posiciones que considerábamos impo­sibles, sin embargo, la pre­sencia de las mujeres, ha si­do una constante en lo que hoy es el territorio mexicano. Durante la guerra de inde­pendencia al lado de Josefa Ortiz de Domínguez y Leo­na Vicario, había cientos de mujeres, como Gertrudis Bo­canegra, Mariana Rodríguez o Carmen Camacho, que se encargaban de convencer a soldados realistas de pasarse con los insurgentes; paga­ban con su dinero y joyas la fabricación de rifles, cañones y balas; suministraban papel y tinta para los periódicos; enviaban alimentos y ropa o ayudaban a las familias de los insurgentes muertos o encar­celados. No todas corrieron con la misma suerte, pues algunas fueron capturadas, sentenciadas y condenadas muchas veces al encierro y hasta a perder la vida.

Leona Vicario, heroína de la independencia, primera periodista, su vida es reflejo de la incipiente liberación fe­menina de la época y repre­senta la lucha por la igualdad, la libertad y la justicia, así co­mo la reivindicación de los derechos de las mujeres.

Inicia su participación política como espía e infor­mante de los insurgentes, aprovechando su estratégi­ca posición al pertenecer a la aristocracia de la época lo que le permitía enterarse de noticias importantes para el movimiento y pone también su fortuna al servicio de la insurgencia. Ingresa en una sociedad secretara llamada Los Guadalupes.

A través de su padrino (eminente abogado que fue rector de la Real y Pontifi­cia Universidad de México (conoció a su esposo, Andrés Quintana Roo, oriundo de Mérida, Yucatán, hoy consi­derado otro de los próceres de la independencia mexicana. Ambos se influenciaban y ad­miraban, y se unieron oficial­mente a la lucha insurgente junto a Morelos.

Su primera detención ocurrió en febrero de 1813, cuando fue delatada por conspirar contra la Corona española, apoyando el apro­visionamiento de las fuerzas insurgentes. Fue encarcela­da en el Convento de Belén de las Mochas y sometida a proceso por la Real Junta de Seguridad y Buen Orden. Fue interrogada respecto a sus conexiones con los in­surgentes, pero nunca dela­tó a ninguno de sus compa­ñeros ni sus acciones. Luego de fugarse con la ayuda de López Rayón, Leona se re­encontró y casó con Quin­tana Roo. A la pareja se le ofreció un indulto a cambio de abandonar el movimien­to de Independencia, pero se negaron.

Colaboraba en los perió­dicos El Ilustrador America­no (1812-1813) y el Semanario Patriótico Americano (1812- 1813), labor periodística que continuó hasta consumada la Independencia cuando, en 1831 –bajo el gobierno au­toritario de Anastasio Bus­tamante—, fundó junto a su marido El Federalista.

Pasó junto a su pareja años de pobreza, hasta que, al triunfo del movimiento in­surgentes, le cedieron bienes a cambio de los que habían sido confiscados y su esposo pudo volver a ejercer la abo­gacía.

Es curioso, entonces, como en nuestros días, se presenta un fenómeno, no se nos reconoce a las mujeres autonomía, ni la capacidad de tomar decisiones por no­sotras mismas, Leona Vica­rio en sus últimos años de vida, sostuvo una polémica con el Secretario de Relacio­nes Exteriores, Lucas Ala­mán, quien en una carta le negaba su condición de he­roína de la Independencia, simplemente “había seguido a su amante, y además había recibido pagos en casas y ha­ciendas”.

A los hombres y también a muchas mujeres, les cuesta entender que el amor no es una cuestión personal sino política es el primer paso para la superación de la construc­ción patriarcal de la identi­dad de las mujeres ya que des­de dicha cultura se expropia a las mujeres de la autoridad para auto identificarse.

Leona Vicario contestó: “Mi objeto en querer desmen­tir la impostura de que mi pa­triotismo tuvo por origen el amor, no es otro que el muy justo deseo de que mi memo­ria no pase a mis nietos con la fea nota de haber yo sido una atronada que abandoné mi casa por seguir a un amante (…).

“Todo México supo que mi fuga fue de una prisión y que ésta no la originó el amor, sino el haberme apresado por un correo que mandaba yo a los antiguos patriotas (…) Confiese usted, señor Ala­mán, que no sólo el amor es el móvil de las acciones de las mujeres: que ellas son capa­ces de todos los entusiasmos y que los deseos de gloria y libertad para la patria no les son unos sentimientos extra­ños; antes bien suelen obrar en ellas con más vigor. Son más desinteresados y parece que no buscan más recom­pensa que la de que sean aceptados”.

El 21 de agosto de 1842, a los cincuenta y tres años, muere Leona Vicario, sus res­tos se reunirían con los de An­drés Quintana Roo en el Pan­teón de Dolores; y a partir de 1925 reposan en la Columna de la Independencia, sí, ese monumento que se creó pa­ra conmemorar los cien años del inicio de la lucha. En 1948 el Congreso de la Unión de México emitió un decreto con el cual se escribió su nombre con letras de oro en el Muro de Honor.

Leona Vicario dedicó su vida a luchar por la Indepen­dencia, fue fiel a sus convic­ciones patrióticas y prefirió la persecución y el destierro antes que renunciar. Perte­nece a una generación que pavimentó el camino para las siguientes generaciones de mujeres. Sus contribucio­nes son fundamentales para que México surgiera a la vida independiente.

Al igual que otras mujeres mexicanas, como Sor Juana Inés de la Cruz, Josefa Ortiz de Domínguez, Florinda La­zos, la Comandante Ramona. Rosario Castellanos, nos en­señó que podemos cambiar el paradigma y demostrar que las mujeres somos igual de capaces que los hombres y merecemos las mismas opor­tunidades.

#EsTiempodeMujeres

enriquetaburelomelgar@gmail.com

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