los partidos políticos les da por aprobar normas, reglamentos y leyes que después no están dispuestos a cumplir. En un primer momento llegan a envalentonarse ponderando las virtudes de sus decisiones, pero cuando en la práctica se ven afectados tratan de darle vuelta a las cosas si de por medio están elementos que les afecten en más de un sentido. Deciden a veces tratando de quedar bien con sus militantes y eventuales votantes. Sin embargo, cuando las cosas tocan temas como el dinero que reciben y la posibilidad de que al seguir el marco legal que han aprobado puedan perder una elección, todo lo prometido pasa a segundo plano. Los partidos están materialmente hechos bolas con el tema de la cuota de género. Al principio brincaron por todos lados ponderando sus decisiones, pero ahora que se han dado cuenta que tienen que cumplir con cinco candidatas mujeres a la gubernatura de los nueve estados que están en juego y cuatro para los hombres, han empezado a recular y andan replanteándose las cosas.
El problema está en que han puesto sobre la mesa dos palabras que los tienen “inquietos”, para decir lo menos, por más que medir variables como competitividad y popularidad sean de interpretación muchas veces múltiple. Desde donde se vean las cosas habrá que preguntarse qué tanto es el piso parejo para medir a quienes son suspirantes. La senadora panista Nadia Navarro, de Puebla, nos comentaba que no es lo mismo vivir en la entidad de lunes a domingo teniendo funciones en el estado, que estar fuera de él por más que sistemáticamente se esté visitando.
No es lo mismo ser secretario de Gobierno en Puebla o presidente municipal que ser senadora de la República. Esto coloca diferencias grandes, muchas veces abismales, porque además de que todo el tiempo están expuestos por su trabajo, hay que agregar que llenan las calles y bardas con espectaculares y propaganda sobre sus aspiraciones. Esto es sólo una vertiente que igual puede aplicarse para aspirantes hombres.
Es importante considerarlo, porque los partidos suelen tomar decisiones apegados a estos criterios, pero también para de manera discrecional apoyar a un o una suspirante. Para muchos esto es llevar las cosas a los extremos. Sin embargo, el criterio sobre el que se fundamentó el que fueran cinco mujeres y cuatro hombres para las nueve gubernaturas en el 2024 tiene que ver con un cambio en materia de género que tarde que temprano tiene que empezar, porque las cosas distan mucho de la equidad.
La idea de perder una elección con una candidata que presumiblemente tenga baja competitividad y popularidad está llevando a los partidos a oponerse a una disposición que ellos mismos aprobaron. Se tiene que asumir que en algún momento este tipo de decisiones se tienen que tomar en función de un pensamiento de equidad que tanto ha faltado a lo largo de nuestra historia.
El tema no es prioritario de un partido político. Todos andan en la misma disyuntiva y todos están buscando cómo darle la vuelta a las cosas para designar a sus candidatos pensando única y exclusivamente en ganar la elección y no de entender que todo esto forma parte de un proceso el cual pasó por el tema de género, sin soslayar el tema de la victoria electoral. Si se interpreta literalmente la disposición aparecerán razones para cambiarla. Pero si se quiere ver desde una perspectiva transversal, progresiva y de construcción de nuevos equilibrios, el INE tendrá que dejar vigente el criterio de 5 y 4 vigente. Va a ser difícil que los partidos reculen. Estamos en el ganar a como dé lugar.