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ECOLOGÍA HUMANA

31 de octubre de 2023
en ECOLOGIA HUMANA, Opiniones
ECOLOGÍA HUMANA
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Acapulco: Lo que el viento se llevó

Amado Ríos Valdez/Ultimátum

No sé si Acapulco vuelva a ser lo que fue, pero ahora es una zona de desastre y de un drama hu­mano muy doloroso para los que tenemos una historia con esas tierras.

Como seguramente ya sa­ben, el martes 24 de octubre por la noche, Acapulco y los municipios costeros de Coyu­ca de Benítez, Atoyac de Álva­rez, San Jerónimo de Juárez y Tecpan de Galeana, fueron azotados por el más feroz de los huracanes que han golpea­do las costas del pacífico mexi­cano. Vientos de más de 300 kilómetros por hora durante 4 o 5 horas fueron suficientes para devolver a Acapulco y los municipios mencionados cien años atrás. Devastación total. Dolor absoluto.

Las pérdidas se van co­nociendo poco a poco. Las viviendas e infraestructura tienen daños en el 98%, ya no hay hoteles y las casas ha­bitación se perdieron o tie­nen graves afectaciones casi en su totalidad. De acuerdo con el INEGI Acapulco tiene 223,924 viviendas y la Cáma­ra Nacional de la Industria de la Construcción (CMIC) cal­cula que tienen afectaciones totales o parciales 220,035 casas. Hasta ahora las cifras oficiales reconocen 48 falle­cidos, pero periodistas que han recorrido y sobrevola­do el puerto en su totalidad estiman hasta en 3,000 los muertos (de acuerdo con in­formación del periodista Da­vid Ordaz). Pero esto es solo en Acapulco, el desastre pro­vocado por el huracán Otis arrasó otros 5 municipios de la Costa Grande de Guerrero.

Acapulco y los 5 munici­pios dañados tienen una po­blación permanente de poco más de 1 millón de habitantes. Todos, absolutamente todos, resultaron afectados por la vio­lencia de los vientos de catego­ría 5 del huracán Otis. De ese tamaño es el drama humano. Los días posteriores al paso del monstruo meteorológico son cada vez más angustiantes para la población pues escasea la comida, no hay agua pota­ble, la electricidad se perdió por completo aunque se espera que antes del 5 de noviembre se haya restablecido por comple­to, la mayoría de pobladores duerme a la intemperie pues perdieron los techos de lámi­na, palma o teja de sus casas. El drama humano es monu­mental.

LA TORMENTA PERFECTA

Muchos factores se ali­nearon para que el huracán Otis asestara un golpe mortal a Acapulco.

El huracán evolucionó muy rápidamente de tormen­ta tropical ( vientos de 63 a 118 km/hora) el lunes 23 a un huracán de categoría 3 (vien­tos de 178 a 209 km por hora) a la 1 de la tarde del 24 de oc­tubre y para las 8 de la noche del mismo 24 alcanzó la ca­tegoría 5 (con vientos mayo­res a 252 km por hora, llegó a tener vientos de 330 km por hora). La rápida evolución to­mó desprevenidas a las auto­ridades de todos los niveles de gobierno que no entendieron la dimensión de la catástrofe que se avecinaba hasta que ya era muy tarde. La presiden­ta municipal Abelina López no dio aviso, no preparó a la población ni actuó en nin­gún sentido hasta que pasa­ron varios días después de la tragedia. La gobernadora Evelyn Salgado estaba en una reunión en la riviera nayarita y sólo apareció después para poner en sus redes sociales un video echando una porra al presidente López Obrador, es patético, pero es real, ahí está la señora en su cuenta de X (antes Twitter) en ese despreciable espectáculo.

Por su parte el gobierno federal solo puso un tuit a las 8 de la noche en la cuenta del presidente, cuando ya estaba encima el huracán y ya nada se podía hacer. Tan poco serio se tomaron las autoridades la peligrosidad de Otis que a las 8 de la noche del 24 de octu­bre, el Secretario de Gobierno de Guerrero, Ludwig Marcial Reynoso Núñez, estaba inau­gurando una reunión nacio­nal minera e invitaba a pa­sear por las instalaciones del hotel y a cenar mientras los vientos comenzaban a entrar con violencia en las instala­ciones del hotel. Los asisten­tes a la reunión tuvieron que correr a refugiarse en medio de vientos violentos, cristales rotos, mesas y sillas volando, sin protocolos, sin medidas de seguridad. Es inconcebi­ble el nivel de ignorancia e irresponsabilidad, pero así es cómo ocurrió y está amplia­mente documentado.

A la inusitada furia del huracán se sumó la falta de atención de las autoridades de los 3 órdenes de gobier­no. Ninguno actuó, ninguno organizó ni preparó a la po­blación para la tragedia que se venía. Escribo esto el 30 de octubre y hasta hoy la re­acción de las autoridades ha sido lenta, precaria y notoria­mente insuficiente, sumando dolor a la de por sí dura situa­ción de los porteños.

Si a estos factores les suma­mos la violencia criminal que ha golpeado Acapulco desde el 2002 a la fecha, podemos asegurar que el puerto y los municipios afectados estaban a merced de este u otro fenó­meno natural. Estos factores se sumaron para que Otis fuera la tormenta perfecta.

UN PASADO GLORIOSO QUE NO VOLVERÁ

Acapulco tuvo su esplen­dor en los años 50 al 70 del siglo 20. Sede de eventos, reu­niones, bodas, luna de miel de los actores de Hollywood, del presidente de Estados Uni­dos John F. Kennedy, de los actores mexicanos del cine de oro nacional como Cantinflas, Tintan, Pedro Infante, etc. El paraíso del pacífico mexicano.

Para mí fue mi infancia y adolescencia. Pescar con mis primos en los riscos, ju­gar fútbol en las noches en la playa de Caleta cuando ya no había turistas y la playa volvía a ser nuestra sala de juegos, caminar tranquilamente por la avenida costera solo por el gusto de caminar, mis pri­meros amores y decepciones, fiestas familiares, las visitas con mis hijos y el inculcarles el amor por las tierras de su padre, la comida, la alegría indomable de la gente y su hablar lépero y amoroso al mismo tiempo. Son tantos recuerdos. No puedo dejar de abatirme al ver los lugares de mi infancia y adolescencia destruidos por completo.

¿VOLVERÁ A RECUPERARSE ACAPULCO?

De acuerdo con la CMIC la recuperación de Acapulco tardará por lo menos 5 años. La temporada decembrina, la mejor del año para un pue­blo que vive casi en su totali­dad de la industria turística, se perderá este año y tal vez también la semana santa y todo 2024.

La atención a la emergen­cia actual se llevará del orden de los 20 mil millones de pe­sos, mismos que están más o menos asegurados si hemos de creer que el FONDEN si­gue operando y con recursos. Sin embargo, la reconstruc­ción será más larga y difícil e implica el gasto de muchos más recursos. Según esti­maciones muy modestas se piensa que costará alrededor de 270 mil millones de pesos, más o menos lo que ha costa­do el Tren Maya o el costo de la Refinería Dos Bocas. Este gasto es enorme y no está con­templado en el presupuesto aprobado por las cámaras de diputados y senadores, así que tendrán que hacer ajustes y ver a qué le quitan.

Por ahora lo que urge es la atención a la población urbana y rural de Acapulco y los municipios costeros de Coyuca de Benítez, Atoyac de Álvarez, San Jerónimo de Juárez y Tecpan de Galeana. Dotar de agua, luz, telefonía, alimentos, materiales para la reconstrucción de sus vivien­das y negocios. En lugar de poner trabas y limitaciones, el gobierno federal debería convocar a todas las personas y organizaciones, todas las manos posibles para ayudar, los mexicanos somos un pue­blo solidario, pero el gobierno, en su errático actuar y en su fallido cálculo político, estará produciendo su Waterloo.

amado.rios@gmail.com

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