Socias : la incorporación de las mujeres al crimen organizado
Enriqueta Burelo/Ultimátum
Hace un poco más de dos décadas, México se horrorizaba con la aparición casi diaria de cadáveres de mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua, entonces como ahora, el Estado mexicano no fue capaz de garantizar el derecho de la vida de las mujeres. Hoy el país enfrenta una nueva crisis: no es Ciudad Juárez en los años 90, es México en 2022 y el protagonista es el crimen organizado. En amplias zonas del país, en particular aquellas donde el narcotráfico domina, las mujeres son víctimas de una violencia crecientemente brutal. Secuestros, desapariciones, violaciones, asesinatos son cosas de todos los días, saldo inevitable de una guerra entre narcos en la que las mujeres son una especie de botín para uno u otro bando. Pese a ello, ni el Ejecutivo federal ni los gobiernos estatales han mostrado tener entre sus prioridades el asunto María Salguero, autora del mapa de feminicidios en México, señala que en los territorios disputados por los narcos no sólo han aumentado las extorsiones, los secuestros, robos, levantones, tiroteos o asesinatos. Debajo del estruendo general de la narcoviolencia se presentan otras modalidades de ataques contra mujeres, menos ruidosas, casi imperceptibles, y poco denunciadas: ocurren violaciones y asesinatos cometidos con la saña del crimen organizado, además repuntan las listas de desaparecidas.
Esta violencia que parece no tener fin, ha orillado a muchas mujeres a participar en grupos del crimen organizado como una forma de protección, así como adquirir poder y respeto de los que carecen en la sociedad, señala Angélica Ospina-Escobar, investigadora de la organización International Crisis Group, autora del libro Socias del Crimen: el ascenso de las mujeres en los grupos ilegales mexicanos. La investigadora señala que, en esta incursión de mujeres a organizaciones delictivas, se da en el rango de edad de 12 y los 15 años, hay una búsqueda muy importante de pertenencia, de sentirse valoradas. También hay una búsqueda de protección, en un contexto que es muy violento contra las mujeres, en particular las jóvenes, y además la posibilidad de la venganza, en un escenario donde es muy difícil acceder a la justicia. Las 70 mujeres que participaron en la investigación, recluidas en cárceles o centros de rehabilitación, presentaban las siguientes características el 13 por ciento habían quedado huérfanas cuando eran niñas y casi una de 5 informó haber sido victima de violencia física, sexual o abuso emocional por parte de un familiar durante la niñez. Asimismo, el 66 por ciento declaro que tenían al menos un hijo y ganaban menos del salario mínimo antes de ingresar a las organizaciones y posteriormente ser capturadas e ir a un reclusorio. Casi siempre hay historias de desigualdad detrás de ellas.
Siendo narcomenudistas, pueden ganar como un dólar por paquete que venden. Son mujeres vulnerables que a veces tienen que sacar adelante a la familia, no encuentran trabajo… y se involucran en estos grupos, muchas veces motivadas también por el entorno Ello nos indica que la mayoría de las mujeres llegan al narcotráfico por pobreza, no les alcanza con lo que ganan en el campo o en cualquier otro trabajo, pero también por protección. ello nos indica desigualdad, e impunidad, entonces el reto del gobierno será cómo le quita al crimen organizado esos argumentos para que las mujeres no terminen dentro de él. La realidad de muchas de estas mujeres descrita por los expertos, por tanto, dista mucho de la imagen de lujo o glamour que muestran algunas películas o series de televisión sobre “reinas del narco”. enriquetaburelomelgar@gmail.com