Esto de los “Diálogos por la transformación”, que coordinará el doctor Juan Ramón de la Fuente para la campaña de Claudia Sheinbaum y los “Foros temáticos” que estarán a cargo de Enrique de la Madrid para construir el plan de gobierno de Xóchitl Gálvez, no tienen nada de novedoso y recuerdan al viejo Instituto de Estudios Económicos, Políticos y Sociales (IEPES) del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Los usos y costumbres de las campañas políticas en México están tan arraigados en el folklore de la grilla partidista, que incluso han sido objeto de estudio antropológico. Un análisis que realizaron Larissa y Claudio Lomnitz, junto con Ilya Adler, publicado en 1990 por el Instituto Kellog, señalaba: La razón por la cual estudiamos la campaña como lugar privilegiado para comprender la cultura política en México es que ella ha ocupado un lugar crucial en la reproducción del sistema político, aún en épocas en que no había competencia seria entre partidos políticos. En otras palabras, explicaban los antropólogos, el análisis de la cultura (y, como aspecto privilegiado, de los rituales y de la mitología) no puede quedar totalmente desvinculado de su relación con la economía política.
Por otra parte, estamos de acuerdo en que la política tiene que ser comprendida en su relación con los sujetos sociales que están, ellos sí, conformados en términos de una lógica cultural. A partir de este texto antropológico, puede observarse que la derrota y casi extinción del hegemónico PRI, no ha repercutido en un cambio cultural de la clase política mexicana. Morena se ha convertido en el nuevo partido hegemónico y el presidente Andrés Manuel López Obrador ha gobernado con un estilo “muy personal” que hace recordar a Luis Echeverría. Bien dicen que los viejos hábitos pueden ser difíciles de romper y los nuevos hábitos difíciles de crear. Más todavía, cuando esta en juego el poder político. La no – reelección, explicaban los antropólogos citados, obliga a que, cada seis años, se produzca una escisión interna entre los políticos y burócratas asociados al gobierno. Cada sexenio surgen nuevos “hombres del presidente”, y se redefinen las relaciones que guardan los burócratas (y los aspirantes a burócratas) con los altos círculos del poder estatal. La mayor parte de la tensión dramática del “destape” (es decir, de la selección de un nuevo candidato presidencial) se relaciona, sin duda, a la expectación que causa esta fragmentación y reorganización de relaciones y posiciones de poder. Por lo tanto, una buena parte de la actividad del candidato en la campaña se dirige a consolidar “su grupo” (los hombres del presidente) y a negociar posiciones y arreglos con los hombres del sistema. Ahora, ante la sucesión de 2024, la novedad es que hay dos candidatas con posibilidades de ser presidentas, pero se mantienen los usos y costumbres del pasado que van desde el “destape” a los mítines multitudinarios que incluyen la “cargada” y los “acarreados”.
Además de los famosos foros de consulta. En un anuncio dominical efectuado en el Museo Interactivo de Economía, Claudia Sheinbaum dio a conocer la integración de su equipo y la realización de foros temáticos de los cuales saldrá el Plan de Desarrollo y Programa de Gobierno 2024 – 2030. Una idea similar a la que realizó en 1982 Carlos Salinas de Gortari, como director del IEPES durante la campaña de Miguel de la Madrid y luego en 1988 como candidato presidencial del PRI, indicó José Gil Olmos en la revista Proceso. Una observación similar hizo don Pepe Fonseca en su columna Café Político del diario El Economista. Para no usar versiones digamos, conservadoras – escribió -, citemos a la Enciclopedia Británica: “El viejo Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales elaboraba las plataformas de campañas de los nuevos presidentes y perfilaba los nuevos ministros”. Vaya, esta “revolución” resultó evolución. Lo curioso es que a los pocos días, Enrique de la Madrid detalló los Foros Temáticos para la construcción del plan de Gobierno de la candidata presidencial Xóchitl Gálvez, del Frente Amplio por México. En entrevista con Joaquín López Dóriga en Radio Fórmula, De la Madrid explicó: “Soy responsable de estas mesas temáticas (…) De lo que se trata es que formemos foros, plataformas, lugares donde los mexicanos podamos conversar sobre temas que nos interesan. En las campañas es muy importante que haya reflexión, propuestas, no solo es la parte de la movilización y las casillas, sino qué queremos los mexicanos”, dijo. Al recordar la campaña de Salinas en 1988, los antropólogos señalaron que se uso, de manera provisional, el lema de “La Política Moderna”, que representaba la profundización de la política de Miguel De la Madrid. Posteriormente, fue sustituido por “Que hable México”, y la campaña fue organizada en forma de una serie continua de “diálogos” entre Salinas y representates de diferentes sectores y regiones. En pocas palabras, como dicen los viejos: No hay nada nuevo bajo el sol. RDM