“Santa Claus y la Magia de la Navidad”
Rodolfo L. Chanona/Ultimátum
A unos días de que llegue la Navidad, queremos recordar a uno de los rostros más representativos que esta tiene (Papá Noel o Santa Claus). Figura de la ilusión de los más pequeños, ya que, es el encargado de aportar los regalos a todas las casas en la víspera del día de navidad. Cuántos en nuestra infancia, no creímos en la magia de ese personaje alto, robusto, de barba larga y blanca, con traje de pantalones rojos, botas negras y un gorro que combina con su traje rojo; aún muchos, seguimos creyendo en esa fascinante magia de la navidad, heredando a nuestros hijos, la hermosa tradición navideña de creer en Santa Claus.
Sabemos que cada madrugada del 24 al 25 de diciembre, viene Santa Claus a traer los regalos más deseados por cada persona, pero cuantas veces nos preguntamos de pequeños ¿quién es? y ¿cuál es la historia verdadera de Santa Claus?
Y es ahí, donde nos encontramos con la fascinante historia de San Nicolás de Mira (o Myra) o San Nicolás de Bari, quién fue un sacerdote consagrado como Obispo de Myra, el cual, en alemán se llama “Sankt Nikolaus”, razón por la que lo empezaron a llamar Santa Claus, caracterizándose por su altruismo, toda vez que, repartió todas sus riquezas entre los pobres e ingresó a un monasterio, siendo muy querido por la cantidad de milagros que concedió a los fieles.
El Santo murió el 6 de diciembre del año 345. En oriente lo llaman Nicolás de Mira, por la ciudad donde fue obispo, pero en occidente se le llama Nicolás de Bari, porque cuando los mahometanos invadieron a Turquía, un grupo de católicos sacó de allí en secreto, las reliquias del santo y se las llevó a la ciudad de Bari en Italia, ciudad en donde se obtuvieron tan admirables milagros por su intercesión, tanto que su culto, llegó a ser sumamente popular en toda Europa. Es Patrono de Rusia, de Grecia y de Turquía.
Los milagros y buenas obras que se atribuyen a San Nicolás, comienzan con una conocida anécdota que explica la relación del Santo con las fiestas navideñas y los regalos de Nochebuena. “Sabiendo Nicolás que unas jóvenes no podían contraer nupcias con sus novios por falta de dote, dejó caer por la chimenea de la casa de las jóvenes unas monedas de oro que quedaron en las medias que ellas habían dejado secando frente al fuego”, siendo de esta anécdota en donde surge en occidente, la vieja costumbre de poner medias o calcetines en nochebuena, para que el Santo deje los regalos, siendo desde entonces, el protector de los matrimonios y de las gentes con dificultades económicas.
En el siglo XII, creció la tradición católica de San Nicolás por todo el continente europeo y en el siglo XVII emigrantes de origen holandés exportaron esta costumbre a Estados Unidos. Y así se creó la historia de Papá Noel.
Desde hace más de siete décadas en México, la figura de Santa Claus ha formado parte de las tradiciones navideñas de los mexicanos, se tiene registro de la aparición de este personaje en algunas jugueterías de la ciudad de México en la década de 1920, sin embargo, es alrededor de 1950 cuando de la mano de una compañía refresquera su presencia aumentó considerablemente, considerándose en algún momento por algunos grupos de la sociedad, como un personaje extranjero indeseable, portador de una cultura ajena y una modernidad vinculada estrechamente a la sociedad de consumo, lo cual, fue originado por defender las tradiciones católicas mexicanas, como los Reyes Magos.
Las transformaciones económicas que vivió México en la década de 1950 y su incesante búsqueda de modernidad, propiciaron un terreno fértil para el surgimiento de esta nueva tradición. Santa Claus se convirtió en un espacio de disputas religiosas e ideológicas, pero también, en un espacio de reflexión y discusión sobre lo nacional y lo propio, en un país que, se veía enfrentado a la cada vez mayor trasnacionalización de rasgos culturales.
En poco tiempo, las figuras de Santa Claus y los Reyes Magos aprendieron a convivir, no solo por la receptividad de los mexicanos a la influencia estadounidense, sino porque los comercios notaron que, tener ambos personajes en el gusto de los niños, favorecía el consumo tanto en la Navidad como el Día de Reyes.
Sin embargo, lo que quisiéramos destacar de esta noble tradición navideña, son los valores que la acompañan, como la ilusión, el amor, la paz, la alegría, la positividad, la solidaridad y la unión familiar; sumándose al significado de la navidad, para alimentar el espíritu y el disfrute de las pequeñas cosas de la vida, conmemorándose conjuntamente con la religión cristiana el nacimiento de Jesucristo.
Valores que deberíamos rescatar todos los días, toda vez que, nos permiten coadyuvar en la construcción de una sociedad más solidaria, respetuosa, humilde y pacífica, ante tiempos de tanta violencia por las que transita nuestro país. Siendo la magia de la navidad lo que nos permite reflexionar los acontecimientos de todo el año que transcurrió y planear nuestros mayores deseos para el año que se aproxima, manteniendo ese optimismo que nos caracteriza a los mexicanos.