El problema que se le viene a Claudia Sheinbaum con el apoyo de un grupo de expriistas va a ser dónde acomodarlos y qué hacer con ellos. Es probable que en el Frente se quiten un peso de encima, porque los personajes venían anunciando que se iban con razones confusas y cuestionables. Durante varios días el ruido transcurrió entre inconformidades por no haber sido tomados en cuenta. Las cosas parecían que tenían que ver con que no eran tomados en cuenta para lo que viene. Saben, como fuere, que el PRI que tanto critican no es muy diferente que digamos al que ellos vivieron y encabezaron.
Esto no tiene nada que ver como cuando en la segunda mitad de los 80 personajes de alto nivel como el ingeniero Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y Rodolfo González Guevara, entre otros, decidieron dejar el PRI para crear una corriente democrática que enfrentó con bases políticas e ideológicas al gobierno priista de esos años, al tiempo que se fueron construyendo las bases para una candidatura que enfrentó a quien sería el ungido por Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari. Se creó una candidatura fuerte y trascendente, la cual puso en crisis al sistema político y a la clase gobernante.
El resultado del proceso ha pasado con razones, por justificados cuestionamientos. Lo que es un hecho es que Cárdenas debió ganar las elecciones, pero entre que le echaron el aparato encima y la sensatez y visión de futuro de Cuauhtémoc, se pudieron crear las condiciones de lo que hoy en buena medida llevó al triunfo a lo que llaman “la izquierda”. La creación de lo que llaman Alianza Progresista en apoyo a Claudia Sheinbaum, si nos apura tiene una alta dosis de intrascendencia. No pareciera que moviera a los expriistas un cuestionamiento a el proceso que está siguiendo la oposición. No tiene sentido que se inconformen de lo que ha estado pasando estos meses, cuando ellos han sido parte importante en su momento de la gobernabilidad priista del país. Tuvieron a su alcance la posibilidad de influir como gobernadores, alcaldes, legisladores y militantes, pero se sumaron en su tiempo al mismo coro que hoy tanto se critica de muchos de los personajes que se mueven en torno al Presidente. Dan la impresión que la disciplina partidista existió mientras el PRI estaba en el poder y era, al mismo tiempo, un instituto político para ganar elecciones y una agencia de colocaciones.
La lluvia de fuegos pirotécnicos verbales, típicamente priista, con las que defendieron la candidatura de Claudia Sheinbaum deja la impresión que si algo quieren es colocarse y si nos atenemos a los tiempos políticos electorales están a tiempo; sin embargo, la morenista ya les mandó decir que no se garantiza nada. Las críticas de los expriistas a su expartido sobre el hecho de que se haya dejado la candidatura a la Presidencia en el PAN no procede, porque quedó muy claro que no había manera de que un candidato priista pudiera emerger. Beatriz Paredes se convirtió en la opción más interesante. Sin embargo, las encuestas no le alcanzaron y entre que le pidieron que se hiciera a un lado y se hizo a un lado, el camino quedó abierto para Xóchitl Gálvez; la hidalguense irrumpió y sorprendió positivamente. El PRI ha venido desbarrancándose desde hace mucho tiempo. Un factor clave fue Enrique Peña Nieto quien era cercano a la mayoría de los priistas que hoy andan volteando a ver a Claudia Sheinbaum, esta identidad es en buena medida parte de la carta de presentación de ellas y ellos. Es una decisión que no cambia en nada la correlación de fuerzas de las candidatas, más bien en una de ésas los personajes en cuestión quizá estorbaban y ahora estorbarán.