Es denominada la fiesta más grande de México; combina elementos católicos con tradicionales.
✍?Alfonso Salazar
Este 30 de enero las virgencitas de Copoya bajaron a Tuxtla Gutiérrez, la que es denominada la fiesta más grande de México, misma que ha sido preservada gracias a la mayordomía zoque y combina elementos católicos con tradicionales, dando y rescatando la identidad de nuestro pueblo, una de las prácticas más arraigadas en la cultura de Chiapas, que concluye el próximo 17 de marzo, día en que vuelven a su lugar de origen.
“Es la fiesta con mayor duración no sólo en Chiapas, sino en el país; la mayoría que participamos en ella es una herencia familiar, es una herencia cultural, y así se va seguir dando. Para nosotros participar en la bajada de las virgencitas de Copoya es de suma importancia, por la fe y todo lo que conlleva”, comentó el maestro pitero Alejandro de la Cruz.
En la actualidad también forma parte de la fiesta la emblemática danza de los Parachicos, que acompañan a los devotos en su recorrido a la iglesia. Es al ritmo de flautas de carrizo y tambores que tiene lugar una celebración marcada por el sincretismo cultural que reúne a toda una comunidad que, año con año, se entrega con fervor religioso y porta con orgullo la indumentaria de la tradición.
En la cultura zoque solamente los hombres tienen el honor de arreglar a las tres vírgenes, mientras las mujeres usan una especie de velo para rezar el Rosario, mientras otras permanecen elaborando la comida que se otorga a todos los visitantes. También se brinda pozol a todos los visitantes, para mitigar el calor y la sed.
