Una de las manifestaciones más importantes de una ciudadanía participativa son las marchas.
✍🏽Enriqueta Burelo
Una de las manifestaciones más importantes de una ciudadanía participativa son las marchas, que si bien tienen el propósito, la mayor parte de las veces, de mostrar músculo, en ocasiones son marchas pequeñas porque el resto de la población no comparte la causa o no es empática con el tema o no quiere mostrarse, quemarse, dirían algunos; pero más se quema quien no participa, quien no manifiesta su opinión, sea del color o sabor que sea. Respeto la posición política de cada persona, pero yo no marcharía por Millei, pero tampoco marcharía por Maduro, por el primero por pertenecer a una derecha recalcitrante, enemiga de los derechos a decidir sobre nuestros cuerpos que nos hemos ganado las mujeres a cosa de cárcel, denostaciones, insultos; y Maduro por su carácter dictatorial, enemigo de una democracia electoral, que el pueblo decida quien gobierna. Marcharía por tantas razones, por seguridad, por un fraude electoral, por la impunidad detrás de muchos feminicidios, por las niñas y los niños, si en ocasiones no salgo a la calle, pero marcho a través de mis escritos, cada quien marcha como puede, recuerdo con un inmenso cariño a la tía Luli Grajales, en silla de ruedas en la marcha en defensa del INE, sin privilegios, pero también a las adelitas y a todas y todos que luchan por lo que creen.
Orígenes tan diversos, como la violación a la autonomía universitaria y ataques a las instituciones educativas como lo fue la marcha del silencio y la manifestación de Tlatelolco, como el dolor de la muerte de un hijo o hijo como el caso de Martí o Javier Sicilia, o la inseguridad o en defensa del INE.
Pero, además, es curioso, tiempo, contexto, hace que antiguos adversarios marchen unidos, o los temas que en un momento se achacaban a un partido PRI en su momento, al parecer hoy son de Morena, un cuento de nunca acabar así es en la amistad y en la política.
Quiero iniciar mi reflexión con la marcha del silencio, uno de los momentos más recordados y significativos durante el movimiento estudiantil de 1968 fue la Marcha del Silencio, convocada por el Consejo Nacional de Huelga, que se realizó el 13 de septiembre de ese año. En un país que buscaba la democratización y cuestionaba las arbitrariedades y violaciones a los derechos humanos llevadas a cabo por el Estado, se ponían en práctica nuevas formas de protesta y de participación ciudadana que despertaran el interés y motivaran la unión ya no sólo entre los estudiantes, sino con el resto de los habitantes de la Ciudad de México.
La nutrida asistencia demostró dos cosas: que el movimiento no sólo estaba formado por un “puñado de revoltosos”, como se mencionaba en las declaraciones oficiales de la época, y que los intentos del gobierno por desacreditarlo no lo habían afectado, al contrario, se mostraba con más brío.
Dos años después de Tlatelolco, el 10 de junio, Jueves de Corpus en el calendario católico -que luego daría nombre a lo ocurrido-, vieron la oportunidad de nuevamente salir a las calles y manifestarse a favor de la educación pública y el movimiento estudiantil de la época. Testimonios de manifestantes ese día dicen que la emoción era mucha. Era volver a tomar las calles que les habían intentado arrebatar en 1968. Un grupo paramilitar, llamado los “halcones” y organizado por el gobierno mexicano, para la protesta. A las agresiones con palos les siguió el uso de armas de fuego. Incluso los heridos fueron “rematados” en las salas de emergencias de los hospitales.
La protesta del “jueves de Corpus” se dio en respaldo a los estudiantes de la Universidad Autónoma de Nuevo León, del norte del país, que se habían ido a huelga por conflictos con el gobierno estatal. Le sumaron sus propias demandas, como la liberación de presos políticos y la democratización de la educación pública.
Quienes hoy vivimos o sobrevivimos en este México nuestro, tendríamos mucho que agradecer a este movimiento que nos hace hablar de un antes o después, que si bien, no acabó con todas las estructuras totalitarias, si contribuyó a que poco a poco, emergieran otras formas de hacer política.
En materia de inseguridad tenemos muchas marchas, le ha tocado a Zedillo, cuando el 13 de noviembre de 1997 la Asociación de Mujeres por la Defensa de los Derechos Civiles (AMDEC) se manifestaron en el parque Rosario Castellanos, cerca de Los Pinos, para dirigir una carta al presidente Ernesto Zedillo en la que exigían que el Estado garantizara protección a los mexicanos “para transitar y vivir sin temor.”
Les tocó Andrés López Obrador y Vicente Fox, jefe de gobierno del todavía DF y el otro presidente de la República, 250 mil personas salieron a las calles de la capital mexicana vestidas de blanco bajo el lema “Ya basta” para exigir a las autoridades seguridad, medidas contra el crimen y castigos más severos, según medios locales, 27 de julio de 2004.
Dos marchas convocadas desde el dolor, fueron la de Alejandro Martí tras la muerte de su hijo víctima de un secuestro, 2008, y la consigna “si no pueden, renuncien”, frase dicha por Alejandro Martí y dirigida a las altas esferas del poder y la del poeta Javier Sicilia, a raíz de que su hijo es encontrado muerto y con rastros de tortura, encabeza el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, ambos eventos siendo presidente Felipe Calderón por considerar fallida su estrategia contra el narcotráfico.
A casi tres meses de la desaparición de 43 normalistas de la Normal Rural, Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, el hecho generó tal indignación, que a nivel internacional se manifestaron en solidaridad con los padres de 43 estudiantes que buscaban a sus hijos y acudían al zócalo capitalino a exigir respuestas y apoyo del gobierno de Enrique Peña Nieto.
8 de marzo 2020, la indignación y hartazgo por la inseguridad, violencia y corrupción ha llevado, en diversas ocasiones, a la sociedad a manifestarse para exigir a los gobiernos en turno un cambio. No obstante, la marcha de ese 8 de marzo, para conmemorar el Día Internacional de la Mujer 2020 figura para ser una de las que haya generado más convocatoria en la historia reciente.
El día de hoy refrendamos nuestro profundo compromiso con la democracia y por ello defendemos un sistema electoral que nos cobija a todos y que permite la coexistencia de la diversidad y la substitución de los gobiernos por vías pacíficas y participativas. Ese es el México que queremos: un México para todos, un México cuya diversidad cuente con un formato para su convivencia y competencia. 13 de noviembre: Marcha Defensa del INE, José Woldenberg.
En la marcha por la democracia llevada a cabo el pasado domingo y que podríamos decir: culminó exitosamente, y creo que cumplió su propósito, siempre es bueno “mover el tapete”, y en la cual como orador único, Leonardo Córdova Vianello señaló que la democracia es una construcción colectiva, idea con la que estoy totalmente de acuerdo, solamente me preguntó, ¿por qué él?, acaso no tenemos un liderazgo de la sociedad civil, creo que lo hay y se debe mostrar.
Hoy vivimos un choque de trenes, por un lado la fuerza que las políticas identitarias han adquirido en tiempos recientes es la consecuencia del empoderamiento de las personas que viven realidades que fueron negadas por discursos dominantes y que reclaman los espacios de participación que les corresponden como integrantes de la comunidad. Esta reivindicación no está exenta de fuertes tensiones provocadas por quienes se sienten amenazados al ver reducidos los espacios en los que ejercen influencia o tienen presencia; es por ello que hoy estamos viviendo fuertes y agresivas tensiones políticas, que solo podrán ser eliminadas en la medida en que aprendamos a convivir y entender la otredad y bajar de nuestros privilegios y aprovechar el capital humano, para hacer un México más democrático y que la justicia prevalezca.
enriquetaburelomelgar@gmail.com