Obra completa de Javier Espinosa Mandujano (PARTE I )
Don Javier Espinosa Mandujano (Jiquipilas, Chiapas, 1932), presentará su Obra Completa el 13 de marzo a las 19:00 horas en el Palacio Municipal de Tuxtla Gutiérrez. Hablar de él es referirnos a una de las principales voces de la vida pública de Chiapas: escuchado y respetado por intelectuales, artistas, académicos y políticos, su legado se extiende por más de seis décadas, desde antes de integrarse al Ateneo de Chiapas, ese núcleo de la vida intelectual de su época en el estado, convirtiéndose en el último en presidir este grupo de humanistas. Entonces propuso conceder el Premio Chiapas a Jaime Sabines, uno de sus caros amigos poetas, como Rosario Castellanos y Enoch Cancino Casahonda. Tambié guardó una relación de especial cercanía con Daniel Robles Sasso y Eraclio Zepeda, además de llevarse bien con Juan Bañuelos y Óscar Oliva, en aquella época decisiva. Porque si bien, el hombre es sí mismo y sus circunstancias, no es menos cierto que las relaciones de afinidad creativa, artística, ideológica y espiritual cuando no determinan, al menos, dicen mucho de un perfil existencial e intelectual.
Obra de insólita conjugación de conjeturas y disertaciones de notoria erudición, la de Espinosa es apta para lectores diestros, con la pasión crítica que posibilita el establecimiento del diálogo. Y es en el tránsito de este puente de comunicación refigurada, en el que nos encontramos, de verdad, unos a otros, escritores y lectores en este texto que a la vez nos escribe, en esta palabra viva y esencial, toda vez que somos en tanto dialogamos, en tanto, nuestro ser, el lenguaje, interactúa con los otros, seres de lenguaje, también.
Ensayos que más allá del recuento biográfico, zarpan a lo teórico y especulativo, en el imposible intento de asir la fugacidad de nuestro ser, en la ruta de las búsquedas del tiempo perdido y la captación de lo real, de los cuales la literatura, la palabra, son prótesis o sustituto. Es claro que la perspectiva histórica y la inteligencia interpretativa del jurisconsulto son elementos sostenidos a lo largo del pensamiento del autor.
Pero ¿Con hablar de nuestros más preciados ideales, del futuro de la civilización, de los bienes del espíritu y del fracaso y la barbarie cabalgante de los siglos? ¿Con quién hablar aquí, de la filosofía posmoderna, de la gramatología de la veladura en los versos del hermético Lezama? Don Javier me dijo un día, antes de recibir un reconocimiento en una Feria Municipal del Libro, en 2019: “¿Con quién hemos de hablar, si somos fantasmas? Si no somos -del todo- lo que aparece frente al espejo”, en un arrobo de iluminadora sinceridad, pese al tono oblicuo, oracular del enunciado. Siempre en un ejercicio de tensión de la inteligencia, en un esfuerzo por ordenar y comprender lo más profundo de todo aquello que ocupa su interés, con la curiosidad y la inquietud epistemológica de aquel que se planta frente a la realidad y le cuestiona por los más diversos misterios de lo humano.
Esto, por supuesto, es apenas una aproximación muy general y una elaboración de impresiones sobre el escritor próximo a celebrar la presentación de su Obra Completa en dos tomos, publicada por el Ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez. Hombre de aspiraciones y conocimientos universales, pero de profundo arraigo y ocupado por los problemas de Chiapas, estado al que define como un archipiélago -con identidad fragmentaria- de manifestaciones desarticuladas, (¿acaso “islas de monólogos sin eco”?), una mera sinécdoque o fractal de la humanidad con los mismos diques que dividen a unos de otros, en el tránsito de nuestra especie sobre la Tierra.
El legado intelectual del escritor y pensador -en una práctica sui generis, exento de sistema, pero dotado de sabiduría y originalidad – se sitúa en paralelo al ánimo del hombre que ha puesto la voluntad en transformar la realidad de una región con la conciencia de las limitaciones que la naturaleza, la historia, la política y la economía han impuesto a Chiapas. Por una parte, el lector de Ranke, Collingwood, Thomson y Jenkins; de Platón y Aristóteles; de Rousseau, de Cervantes y de todo el Siglo de Oro, de Tomás de Cuéllar, de Víctor Hugo y Dumas, de Lezama Lima, de Borges, de Darío, de Paz, de López Velarde, que igual cita a Newton, a Russell y las apreciaciones de Minkovski sobre Einstein. Pero sobre todo a Marx, dada su formación en el Instituto Gramsci de Roma, como discípulo del profesor Ambrogio Donini, de la escuela marxista italiana, que impartía el curso Metodología para el estudio de disciplinas históricas con referencia a la historia de las religiones. La aptitud para cuestionar e interpretar las ideas de la historia han sido reconocidas por Antonio García de León y Enrique Florescano, signo clave del peso específico de su perspectiva en esa materia.
Por otro lado, el funcionario al servicio de la educación y que ha impulsado la promoción y difusión cultural, en diversas encomiendas oficiales, algunas de máxima responsabilidad en el estado de Chiapas: Titular de Educación en 1970, Subsecretario en 1978, Secretario de Educación en 1984, Director del Instituto Chiapaneco de Cultura, 1988 y Rector de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, que lo reconoció con el doctorado honoris causa en 2022. Es destacable el impulso que dio a la fundación de la UNACH, como integrante del Patronato Pro-Universidad, desde 1965, junto con D. Robles Sasso y el maestro Andrés Fábregas Roca, entre otros intelectuales. El proyecto de la Ley Orgánica de la Universidad fue aprobado por el decreto de fecha 28 de septiembre de 1974 y la institución entró en funciones el 17 de abril de 1975. El maestro Espinosa pronunció la arenga correspondiente durante el solemne acto de inauguración. Entonces precisó que, por el camino abierto por la universidad, “se nos ofrece la manifestación de nuestra personalidad y nuestra identidad”, dos conceptos que permearán su pensamiento las próximas décadas.