López Obrador no cambió en esencia la estrategia y además por la razones que fuera acabó mandando ‘guiños’ a algunos de los cárteles de la droga.
✍🏽Redacción
Desde el principio del siglo nos adelantaron que podría desatarse en México el problema de las drogas. Obviamente no estaba todo en manos de nosotros. La vecindad provocó que las cosas sean más complicadas, el consumo de drogas en EU es brutal y cada vez mayor.
Es probable que no tengamos una idea del tamaño del problema en el que estamos, del cual no hay manera de salir de forma total, urgen políticas radicales, una de ellas es la legalización de las drogas. Lo que han hecho gobiernos anteriores son estrategias que de alguna manera se desarrollan bajo una singular convivencia con la delincuencia organizada, lo cual en un buen número de casos termina por fortalecer a los cárteles.
No tenemos claro cuál será el balance final de la singular estrategia de “abrazos no balazos”. Lo que ha pretendido el Presidente es ir a las raíces del problema, pero hasta ahora lo que queda claro es que todos los indicadores sobre producción, distribución, circulación, consumo de las drogas no se han atenuado; la cifra de muertos por hechos violentos rebasa lo alarmante, van 180 mil.
Más allá de la “vecindad maldita” en esta materia y de que en EU se presenta una buena dosis de hipocresía, sin dejar de reconocer que es un problema regional, lo que es un hecho es que en el balance final uno de los puntos más criticables es que el Gobierno nunca escuchó alternativas que pudieran variar su estrategia, que con razón ha sido cuestionada.
La descomposición social es uno de los signos de lo que está pasando. No tiene sentido generalizar, pero es un hecho que paulatinamente en el país se ha incrementado el consumo de drogas y que la fortaleza de los cárteles sigue intacta, a lo que hay que sumar la capacidad que tienen para sistemáticamente reproducirse.
A estas alturas echar culpas sobre el pasado ya no tiene el mismo peso de hace algunos años. López Obrador no cambió en esencia la estrategia y además por la razones que fuera acabó mandando guiños, así se han interpretado, a algunos de los cárteles de la droga.
Para mucha gente el que haya saludado a la mamá de El Chapo, hecho que en lo personal no cuestionamos, contrasta con lo que muchos grupos sociales han solicitado del Presidente. Las madres buscadoras son el mejor ejemplo, sin pasar por alto a los papás y mamás de niños con cáncer, personal de salud y muchas organizaciones sociales que han querido tener un encuentro con el Presidente, quien se ha negado en todos los casos.
Ya se vio que la abrumadora presencia de las Fuerzas Armadas en las calles no ha venido a resolver el problema. El Presidente no ha cambiado la estrategia, porque está seguro de los resultados, aunque éstos no se vean. Conversar con especialistas del país le pudo dar al Presidente matices a un asunto que cada vez nos es más claro a todos, y que es profundamente serio y delicado.
Dentro de la descomposición social hay que colocar por delante a los jóvenes. Cada vez es mayor el número de ellos que se integra a la delincuencia organizada. En muchos casos no se trata de que lo quieran hacer, sino de que los obligan a hacerlo. Esto es uno de los grandes problemas que vamos a enfrentar en lo social en el mediano plazo y es lo que nos va a dar un elemento más para entender el gran problema que tenemos desde hace tiempo.
Tenemos poca capacidad de maniobra, pero sí tenemos alternativas. Mientras al interior de las Fuerzas Armadas no quieran de menos legalizar la marihuana, el problema crecerá, porque a diario las drogas tienen una evolución y se hacen más atractivas, y porque el consumo será de manera inevitable.
En el balance final no vemos cómo le pueda ir bien al Gobierno.