El problema que hoy sufren las democracias, es que el ruido se masifica, sin que los ciudadanos realmente podamos entender lo que realmente está en juego.
✍🏽Armando Ríos Piter
Vivimos tiempos complejos. La claridad y la certidumbre en la que estuvo basado nuestro entendimiento de la realidad, se pone en duda diariamente. En este contexto, aunque no es el único espacio de la sociedad en la que esto ocurre, los parámetros con los que antes podíamos entender la política y lo público, han sufrido modificaciones profundas.
Lo anterior resulta especialmente evidente en tiempos de campañas políticas. Con alrededor de 20 mil cargos de elección popular y unos 60 mil contendientes, las competencias electorales nos presentan información de toda naturaleza. Nuestros dispositivos celulares se inundan de opiniones de todo tipo. Las críticas entre adversarios invaden nuestros “chats” y con ello, nuestras vidas.
La naturaleza de la competencia electoral, incrementa las críticas, arrecia la “tierra echada al patio de enfrente”, se multiplican los escándalos. La minimalización de mensajes promovidos por la mercadotecnia y el consumismo político, impiden el entendimiento real de diagnósticos y propuestas, más allá de lo superfluo e inmediato. Las cámaras de eco dominan y dividen el espacio público entre buenos y malos.
El problema que hoy sufren las democracias, es que el ruido se macifica, sin que los ciudadanos realmente podamos entender lo que realmente está en juego. Entre más revisamos las encuestas, los análisis y opiniones, nos aferramos más a nuestros deseos y emociones. Lo más preocupante es que, dado que la discusión polarizante sustituye al diálogo constructivo, la sensación de que al final de la elección, llegaremos a un nuevo equilibrio de convivencia, con soluciones reales, se convierte simplemente en un “deseo distante”.
Sin embargo, en este escenario, la hiper-transparencia que hoy genera la amplia participación de actores diversos -principalmente en el ecosistema digital- también nos brinda distintos ángulos de entendimiento de la realidad. Es en esa “abundancia” de información en la que sin apegos ni prejuicios, podemos escudriñar lo que verdaderamente está en juego, los móviles y sesgos que tienen los competidores y lo que verdaderamente ocurre. Si la política es un teatro, el nuevo ecosistema de información y comunicación, puede brindarnos una mejor claridad sobre lo que sucede en la tramoya.
En mi opinión, lo que hoy está en juego es una competencia que involucra dos pilares que sintetizan los intereses dominantes. Por un lado, la nueva concentración del poder, basada en la ideología del “nacional-populismo” y el mantenimiento de un esquema en el que la violencia impera como forma de gobierno, es decir, la “necropolítica”.
El primer concepto, fue difundido por el politólogo francés Pierre-André Taguieff, en torno a los movimientos europeos de extrema derecha. Según dicho autor, el “nacionalpopulismo” se basa en: el llamamiento personal al pueblo lanzado por el líder, el llamamiento al pueblo en su conjunto contra las élites ilegítimas, el llamamiento al pueblo auténtico que es “sano, sencillo y él mismo”, el llamamiento al cambio, que implica una ruptura purificadora con el presente (supuestamente corrupto), ligado a la exigencia de referendos de iniciativa popular y el llamamiento a “limpiar” el país de elementos supuestamente “inasimilables”.
Por su parte, el segundo concepto, concebido por Achille Mbembe, se basa en la asimilación de “quien tiene derecho a matar”. Este autor analiza cómo “las formas contemporáneas de subyugación de la vida al poder de la muerte, obligan a algunos cuerpos a permanecer en diferentes estados”. Las condiciones de vida precaria a la que se ven obligadas las personas, tiene que ver con la forma en que éstos “se ven situados entre la vida y la muerte”.
Sirvan estos conceptos para enmarcar la verdadera naturaleza de la competencia que hoy vivimos. ¿Queremos verdaderamente una nueva acumulación del poder en unos cuantos? ¿La política actual, en todos los órdenes de gobierno, significa algo más allá de la simple asimilación de quién tiene derecho a matar -o cobrar piso- en el territorio nacional?
Será fundamental que la #SociedadHorizontal profundice en el entendimiento de estos elementos, no solo para identificar con mayor claridad qué representa cada quien de los actores que hoy transitan las calles para pedir el voto, sino para identificar cuales son los nudos que actualmente predominan en nuestra sociedad, ubicar la manera en que funcionan y generar propuestas que transformen la realidad imperante.
Requerimos una #NuevaConciencia de los ciudadanos respecto a como funciona el sistema político, la lucha por el poder y lo que esto representa para la vida de 130 millones de personas.
riospiter2018@gmail.com