Retrocedamos unos 151 años, vamos al Siglo XIX, para conocer cómo pasaban los tuxtlecos la semana mayor.
✍🏽Marco A. Orozco Zuarth
Ya estamos en plena Semana Santa, hace apenas unos días se sintieron los últimos fríos que tanto enfermaron a los tuxtlecos; “febrero loco y marzo otro poco”, se dieron gusto con nosotros, los médicos y las farmacias lograron sortear la crisis ante las consultas y venta de toda clase de antibióticos.
Pero todo eso ya pasó y ahora es tiempo de disfrutar del delicioso calor. Aunque hay quienes nada les gusta y todo les puede; se quejan cuando hay frío y cuando hay calor.
Pero retrocedamos unos 151 años, vamos al Siglo XIX, para conocer cómo pasaban los tuxtlecos la semana mayor.
El 27 de junio de 1862, en la Sección de Variedades, el periódico La Tijera, editado en San Cristóbal Las Casas, publicó una carta recibida de Tuxtla Gutiérrez, que explicaba los pormenores del acontecimiento. Vamos a rescatar y trasladar algunos fragmentos interesantes (como está escrita originalmente) que ahora revivimos lo ya que alguna vez sucedió.
“La Semana Mayor ha sido aquí solemne, las procesiones estuvieron bien asistidas y muy concurridas, distinguiéndose la llamada del Encuentro en que predicó un bien sentido sermón el Presbítero Ciudadano Cesario Madrigal, este mismo predicó con mucho acierto en el acto de descendimiento. No tuvimos el gusto de oír predicar al Cura propio C. Manuel J. Villa el sermón de la Soledad por cierta diferencia que tuvo con el Coadjutor; por lo demás la procesión que lleva este nombre fue, no obstante la hora, el sol y el calor sofocante, bastante concurrida. La procesión del Santo Entierro correspondió a su grandioso objeto…
El bello sexo tuxtleco se presentó en todos los actos con un lujo verdaderamente brillante, pero modesto, de modo que, bien dio a entender que comprendía la solemnidad y respeto de las escenas más tiernas de la augusta religión del Crucificado. ..
La costumbre del vapuleo de la clase indijena que ahora tres años enrojecía las calles de sangre humana, no existe ya gracias al exjefe político Manuel Zebadúa.
A propósito de los sentimientos que inspiran la Semana Mayor de nuestro año cristiano, el joven poeta Ciudadano Antonio de Jesús Rabaza, me obsequió el lunes santo con una valiente poesía; lo digo así porque la improvisó con el pie en el estribo al salir de esta Ciudad. La composición de mi fino amigo es larga, pero entre otros versos veo en el que sigue el destello de luz Divina con que nos enriqueció el Ser Supremo.
¿Qué amas a tus hijos mi Dios sé; sin usura
Por ellos y sus culpas moristes en la cruz,;
Pero Señor, tú debes amarme con ternura
Cuando me diste un rayo de tu suprema luz.
El poeta continúa elevando sus ruegos á Jesús para que le ilumine y se espresa así:
Perdona Dios Clemente, tan solo Señor mío,
Mis miras mundanales, mi terrenal idea;
Que al fin, yo soy mortal y como tal ansío
Porque mi nombre oscuro, esclarecido sea.
Mi joven amigo sigue protestando al Redentor, amarle, adorarle y venerarle, concluyendo con los versos siguientes:
Ignoro, como todos, mi suerte y mi destino
Ignoro, si en el mundo, sin guía y sin sostén,
Seré siempre cansado, endeble peregrino,
O si seré dichoso y me amarás también.
Mas ya en la miseria más cruel y aterradora,
Ya rodeado de galas, de pompas y de solás,
Mi lira cantará, humilde como hasta ahora
Tu gran misericordia, tu excelsa majestad”.
Como podemos observar el Tuxtla de aquellos tiempos era muy religioso y así lo expresaba en la carta y en el poema, aún cuando el periódico señala que la carta es del Licenciado José Velasco Sánchez quien “y téngase por entendido que es uno de los que nuestro clero no recibe en la Iglesia porque juró ejercer la Abogacía conforme á las leyes del país”.
Ahora los tiempos han cambiado, la Semana Santa son vacaciones, playas, diversión y la poesía, como toda, es de temática libre, diversa y laica.
0rozco_zuarth@hotmail.com