Durante años han solicitado al gobierno federal el apoyo económico o donación de tierras para cultivarlas, pero no han tenido respuesta.
✍?Gilberto Luna
A raíz del conflicto armado entre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el gobierno federal, durante los primeros días de enero de 1994 fueron desplazados varias personas del ejido Morelia, municipio de Altamirano, donde varios zapatistas tomaron tierras de manera ilegal, mientras los desplazados solicitaron al gobierno federal, apoyo económico o la donación de tierras para cultivarlas, donde hasta el momento no han sido indemnizados.
Tal problemática se originó debido a que 45 campesinos del ejido Morelia se negaron a pertenecer al EZLN, por lo cual fueron obligados a dejar sus viviendas, sus tierras, animales y cafetales; motivo por el que ahora se encuentran refugiados en la cabecera municipal de Altamirano.
Dos de los desplazados de nombres Manuel y Mariano, narraron que desde el año de 1994 fueron expulsados de sus viviendas, mismas que actualmente se encuentran ocupadas por los mismos habitantes del ejido, quienes señalan que a pesar de su edad avanzada, siguen luchando y solicitando el apoyo del gobierno federal.
Señalaron que durante muchos años han solicitado la donación de terrenos o por lo menos una vivienda a través de Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), donde hasta la fecha dichas solicitudes solo han sido guardadas en las gavetas.
“A los que cuentan con un poco de recursos compraron sus tierras de 20 por 10 metros cuadrados, otros de 50 por 50, y así han ido sobreviviendo los desplazados, muchos de ellos ya son personas de la tercera edad, y sus hijos ya grandes no tienen donde trabajar, ya que a 30 años de aquel suceso hemos sido abandonados por el gobierno federal”, puntualizaron.
Mencionaron también que sexenio tras sexenio, los gobernantes entran y salen sin darle solución a sus problemas pues la única respuesta que han obtenido es que están en busca de los terrenos más no ejecutan tal acción al grado que varios de los desplazados ya fallecieron, mientras sus hijos tienen fe de que un día podrían ser escuchados por el actual gobierno.


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