Antologías y compilaciones; censos e inventarios. Sean puntos de partida para pensar la construcción de una y varias historias de la poesía en Chiapas.
✍🏽José Natarén
Más allá y aún en contra de asumir -casi a priori- cierta riesgosa sentencia que reza “Chiapas es tierra de poetas”, cabe señalar la preocupación seria por comprender o aproximarse a la poesía escrita en esta región del mundo mediante obras que, en ciertos casos, fueron concebidas con rigurosos criterios, estéticos y formales y que son en sí mismas, parte del patrimonio intelectual del estado, antologías, en estricto sentido. A la par, ciertas publicaciones que, dada la generosidad, lasitud o ausencia de elementos críticos del autor, pueden ser vistas como meras compilaciones y recuentos, entre lo arbitrario y la buena voluntad. No diremos los nombres que ustedes conocen. Es común, y propio, que el autor de una antología incluya un prefacio o estudio introductorio. Restringimos esta relación -básica- a libros en castellano de autores nacidos o vinculados a la entidad mexicana más austral, aunque el horizonte de la poesía de la región abarca otras tradiciones, de culturas no hispanoparlantes.
Iniciamos con las Fiestas de pájaros. La primera, antología elaborada por Héctor Eduardo Paniagua en 1932, volumen breve pero fundamental, imprescindible para acercarse a los autores de la época y que representa el inicio de la tradición compilatoria en Chiapas. Cabe destacar que, en 2011, la UNICACH publicó la edición crítica de Fiesta de Pájaros a cargo del investigador y buen poeta Ignacio Ruiz-Pérez. En la segunda, llamada Nueva Fiesta de pájaros, (1983), de Óscar Wong, se preserva y explicita el motivo de la obra: contrastar lo mejor de cada obra individual, para mostrar lo mejor de la producción literaria de una época, movimiento o generación.
Es importante señalar los volúmenes: Poetas chiapanecos (1939-40) publicada por Armando Duvalier, bello volumen por sus retratos y semblanzas; La literatura chiapaneca (1950), recopilación hecha por el profesor Jesús Agripino Gutiérrez, que no solo abarcó la producción poética; la Antología de poetas jóvenes (1955) y El perfil de la poesía en Chiapas del maestro Eliseo Mellanes (publicada en la Revista del ICACH en 1962 y luego en 1965). Por supuesto, en este recuento no podemos dejar de mencionar 12 poetas chiapanecos de José Casahonda Castillo, aparecida en 1974.
En la siguiente década aparecieron: Nueva poesía de Chiapas, también de Óscar Wong y Jóvenes poetas de Chiapas (1986) del profesor Alfredo Pavón. Con una visión más rigurosa y académica, tenemos las Notas sobre literatura de Chiapas, (1990) del escritor Jesús Morales Bermúdez. Lo mencionamos en tanto estudio crítico y muestra de varios autores significativos; Chiapas: voces particulares, de Malva Flores (1993). Del mismo decenio, se cuenta la compilación Los poetas a partir de Rodulfo Figueroa, de César Pineda del Valle (1997). En nuestro siglo, tenemos: Poetas chiapanecos del siglo XX. Compilada por Marisa y Socorro Trejo Sirvent y Héctor Sumano Magadán (2000); La Muerte vista por 33 Poetas Chiapanecos, con selección de Esaú Márquez (2007); Un manojo de lirios para el retorno, a cargo de Fernando Trejo y Luis D. Pulido (2015), así como Universo poético de Chiapas, de Socorro Trejo (2017) y La Piedra de Fuego, compilada por Chary Gumeta y Francisco Morales (2019).
Antologías y compilaciones; censos e inventarios. Sean puntos de partida para pensar la construcción de una y varias historias de la poesía en Chiapas, vista desde sus generaciones; motivos, causas, relaciones esenciales y particulares del oficio ¿sagrado? desde la producción de sus protagonistas. Queda la cuestión sobre la mesa, amable lector.