En este libro destaca la pertinencia y actualidad de mantener vivo el arte estridentista.
CULTURA | Jocelyn Martínez Elizalde
A más de cien años de la aparición de Actual No. 1 Hoja de Vanguardia, Comprimido Estridentista de Manuel Maples Arce, los últimos días de 1921, hoja volante pegada en las esquinas del centro de la ciudad de México, surge, este 2024, el libro Vértices actualistas del movimiento estridentista (a más de un siglo de su irrupción), publicado por Ediciones del Lirio. Este volumen fue coordinado por el poeta, profesor, estridentólogo y amante de las máscaras, Daniel Téllez, quien reunió a ocho especialistas, dignos devoradores del mole de guajolote, cuyos ensayos tocan todos los vértices del diapasón estridentista: cuento, poesía, teatro, música, pintura, gráfica y otros objetos artísticos como textiles y máscaras.
Estos ensayos retoman el elemento vanguardista de cada obra resaltando sus movimientos de avanzada, dentro de una sociedad en posguerra, una nación mexicana en la que aún reinaba el analfabetismo, pero que se disponía a reconstruirse intelectual y culturalmente a partir de un discurso nacionalista que pretendía crear su propia mitología histórica y que, sin embargo, resultó crítica, diversa y en muchos momentos, como suele ser la historia de México, profundamente irónica.
“Que la poesía sea poesía de verdad y no babosadas” dicta el manifiesto estridentista, y tanto Maples Arce como Germán List Arzubide, Salvador Gallardo o Kyn Taniya siguen esta afirmación en cada uno de sus versos; bajo esta premisa, los estudiosos, Ignacio Ballester Pardo y Ester Hernández Palacios, estudian la lírica de este movimiento en sus respectivos textos: “El compromiso social del Estridentismo desde la obra poética de Manuel Maples Arce” y “La poesía estridentista: un intento de barrer el pasado”.
Basta con ver algún dibujo, grabado o cuadro de Fermín Revueltas, Leopoldo Méndez, Ramón Alva de la Canal o Germán Cueto para reconstruir la urbe estridentista, “explicación de un fenómeno estático, tridimensional, redactado en dos latitudes por planos colorísticos dominantes”, tal como dicta el manifiesto. Estas imágenes acompañaron al movimiento no solo como obras en sí mismas, sino en las portadas de los libros y las revistas del grupo, así como en carteles y volantes. Amaranta Caballero Prado afirma en su ensayo “Locura específica, locura eficaz. Breve acercamiento al universo visual y gráfico estridentista”: “Las nuevas tecnologías permitieron crear una iconografía particular que avanzó a través de las artes visuales sacudiendo a la modernidad con enormes y nuevos referentes visuales: contrastes de color, trazos rectos, puntiagudos, con pocos detalles, líneas rígidas, duras, líneas de fuga, perspectivas en contraste donde las formas de ciudades, fábricas, cables, zonas industriales y máquinas eran el referente principal.” (Caballero, 143).
“La posibilidad de un arte nuevo, juvenil, entusiasta y palpitante” se consolidó en distintas obras, no solo gráficas, sino a modo de objetos artísticos como máscaras y textiles. En su texto “Germán Cueto: el aliento vanguardista de un formidable mascarista”, Daniel Téllez nos habla de los múltiples materiales que constituyen parte de la obra de uno de los artistas más polifacéticos del grupo: “madera, chapa, alambre, terracota, hormigón, bronce, cartón, papel, paja, entre otros materiales de reciclaje” (Téllez, 80).
Por su parte, Barbara Tyner, nos devela un conjunto de objetos artísticos, poco comunes, incluso dentro de este movimiento: “Hilos atronadores: Lola Cueto, México, y las mujeres textilistas de la vanguardia europea”, en donde la autora urde relaciones entre Cueto y las europeas Taeuber-Arp, Anni Albers, en una primera etapa; así como Benedetta Cappa-Marinetti, Alma Fidora y Leandra Cominazzini Angelucci, en una segunda. Las relaciones internacionales entre los estridentistas se dieron también con Latinoamérica, como señala Alberto Rodríguez González en su texto titulado “Estridentismo en los Andes: Germán List Arzubide en el Boletín Titikaka”. En dicho boletín “el estridentismo tiene una posición destacada, no solo por la cantidad de publicaciones sino también por los juicios siempre positivos y hasta elogiosos que la vanguardia mexicana recibe” (Rodríguez, 42).
El poeta Roberto López Moreno muestra la importancia de la música en este movimiento, en el texto “Silvestre Revueltas. El estridentismo”, nos cuenta cómo Revueltas exaltó en todos los tonos estridentes del diapasón: “Incluso, durante su periodo nacionalista, Revueltas nunca dejó de hacer propuestas revolucionarias” (López Moreno, 135).
Salvador Gallardo Cabrera nos habla del elemento axial de toda manifestación estridentista, no importa si se trata de poesía, música o artes visuales: “Son las velocidades las que interdigitan acontecimientos, imágenes, objetos; las que relacionan y tensionan las fuerzas, los trazados y los trayectos semánticos, sonoros, semióticos, sociales” (Gallardo, 124); su texto lleva por título “La velocidad estridentismo”.
En este libro destaca la pertinencia y actualidad de mantener vivo el arte estridentista, puesto que una sinestesia de Maples Arce, una metáfora de List Arzubide o una aliteración de Kyn Tanilla sigue siendo estimulante para el lector del siglo XXI; lo mismo que una máscara de Cueto o una pieza musical de Revueltas se perciben palpitantes al ojo y al oído del público actual.