Además… Deplorable que difundan información dañina para Chiapas
✍?ACÁ ENTRE NOS | Alejandro Moguel
Personas de mala fe hicieron circular este fin de semana en redes sociales que, en el municipio chiapaneco de La Concordia, había sido encontrado un tráiler con 120 cadáveres a bordo. Que eso había sido en la colonia La Tigrilla, que los cuerpos presuntamente eran de migrantes guatemaltecos y que los lugareños habían avisado a las autoridades. Esa publicación generó dudas en forma rápida, porque hace unas tres semanas fue localizado un camión volteo con 19 hombres asesinados, un hecho que sí fue confirmado después por autoridades, pero el del fin de semana resultó falso. Quienes difunden información de esa magnitud y que luego resulta una volada, son seres nefastos cuyo único objetivo es hacerle daño a Chiapas.
MÁS FUERTE AÚN
Donad Trump quedó más fuerte que nunca, a partir del atentado sufrido el sábado reciente en Butler, Pensilvania. El resto de lo sucedido ya se sabe con lujo de detalles: el republicano sufrió un atentado cuando daba un discurso en un mitin en el mencionado poblado. Que el atacante fue un muchacho de 20 años de edad y que, presuntamente, él fue abatido por las fuerzas de seguridad. El punto es el siguiente.
Donald Trump recibió un balazo en la parte alta de la oreja derecha y, al momento del ataque, con todo lo que eso implica, él no se achicopaló. Aún en esos instantes de bullicio e incertidumbre, Trump mostró, en forma impresionante, su fortaleza física y su fuerza de voluntad, aun cuando ya chorreaba sangre desde la oreja.
En vez de tirarse al piso como parte de un protocolo de seguridad o haber salido huyendo como un cobarde, como lo hizo el candidato mexicano Maynez, cuando se estaba cayendo una estructura metálica en un evento de proselitismo, Trump levantó se mantuvo de pie y con la mano alzada gritó fuerte: “peleen, peleen”.
El resto lo hizo el servicio secreto y él se dejó llevar: ponerlo a salvo. Debía suceder. Hubiera sido suicida quedarse frente a quien o quienes, desde el anonimato, estaban disparando un arma que, después se supo, era un tirador solitario, pero pudo haberse tratado de más personas que hubiesen intentado asesinarlo.
Esa fortaleza de Trump le viene como anillo al dedo, en estos momentos cruciales para la competencia por la presidencia de Estados Unidos y cuando este lunes –hoy- se llevará a cabo la convención republicana donde lo van a declarar oficialmente su candidato.
Mientras tanto, habría que decirle adiós a Joe Biden, a Kamala Harris o a Michelle Obama o a cualquiera que le pongan enfrente. Si ya de por sí Trump aparecía mucho más fuerte físicamente y mentalmente capaz que Biden, hoy el republicano lo es más, a pesar de ser apenas tres años menor que el demócrata. Todos los analistas coinciden en ese punto. Trump, más fuerte que nunca para ganar las presidenciales en EU en noviembre próximo.
CUATRO ASESINADOS
Cuatro presidentes de Estados Unidos de Norteamérica (EUA) han sido asesinados; otros presidentes y candidatos han sufrido atentados, desde la fundación de esa nación en 1776. Donald Trump se sumó, el reciente sábado, a la lista de atentados fallidos que han ocurrido en esa nación vecina de los mexicanos. Comentario aparte es que ese hecho eleva aún más las posibilidades de que Trump gane las presidenciales de EU, sin importar a quien le pongan enfrente los demócratas.
La Associated Press (Prensa Asociada), mejor conocida por sus siglas AP, hizo una reseña de cuántos atentados contra mandatarios estadounidenses han resultado exitosos y cuántos han sido fallidos.
1.- Abraham Lincoln fue el primer presidente estadounidense en ser asesinado. Dicho mandatario y su esposa Mary Todd Lincoln asistían, el 14 de abril de 1865, a una función especial de la comedia “Our American Cousin”, en el teatro Ford de Washington, cuando se le atravezó John Wilkes Booth y le dio un disparo en la nuca. Fue llevado a un hospital, pero murió a la mañana siguiente.
Su apoyo a los derechos de las personas de raza negra se ha citado como motivo de su asesinato.
Dos años antes del magnicidio, durante la Guerra Civil estadounidense, Lincoln había emitido la Proclamación de Emancipación por la que se concedía la libertad a los esclavos de la Confederación.
2.- James Garfield fue el segundo presidente de EU en ser asesinado, lo que ocurrió seis meses después de tomar posesión. El 2 de julio de 1881 pasaba por una estación de tren en Washington para tomar un tren a Nueva Inglaterra cuando Charles Guiteau le disparó.
Alexander Graham Bell, el inventor del teléfono, intentó sin éxito encontrar la bala alojada en el pecho de Garfield utilizando un aparato que había diseñado específicamente para el presidente. Garfield, herido
de muerte, permaneció en la Casa Blanca durante varias semanas, pero murió en septiembre tras ser trasladado a la costa de Nueva Jersey. Llevaba seis meses en el cargo.
3.- William McKinley fue baleado tras pronunciar un discurso en Buffalo, Nueva York, el 6 de septiembre de 1901. Estaba estrechando la mano de la gente que pasaba por una línea de recepción cuando un hombre le disparó dos veces en el pecho a quemarropa. Los médicos esperaban que McKinley se recuperara, pero se desarrolló gangrena alrededor de las heridas que lo llevaron a la muerte.
Siendo presidente electo en 1933, Franklin Delano Roosevelt acababa de pronunciar un discurso en Miami desde la parte trasera de un coche abierto cuando sonaron disparos. Resultó ileso.
Y 4.- John Fitzgerald Kennedy fue baleado por un hombre armado con un rifle de alto poder mientras visitaba Dallas en noviembre de 1963. Los disparos sonaron mientras la caravana del presidente atravesaba la Plaza Dealey, en el centro de Dallas.
Kennedy fue trasladado de urgencia al Parkland Memorial Hospital, donde murió poco después.
Le sucedió el vicepresidente Lyndon B. Johnson, quien fue investido en una sala de conferencias a bordo del avión presidencial Air Force One. Es el único presidente de Estados Unidos que ha juramentado en un avión.
Horas después del asesinato, la policía detuvo a Lee Harvey Oswald tras encontrar el lugar desde donde se hicieron los disparos en un edificio cercano, el Texas School Book Depository.
Dos días después, Oswald estaba siendo trasladado de la comisaría a la cárcel del condado cuando el propietario de un club nocturno de Dallas, Jack Ruby, le disparó mortalmente.
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