Las normas legales vigentes ordenan que si hay un proceso electoral en curso no se debe hacer ajuste de estatutos de ningún partido político.
✍?ACÁ ENTRE NOS | Alejandro Moguel
Que Alejandro Moreno Cárdenas violentó la ley de partidos políticos. Las normas legales vigentes ordenan que si hay un proceso electoral en curso no se debe hacer ajuste de estatutos de ningún partido político. Él lo hizo, hace semana y media, aun cuando el proceso electoral federal 2024 todavía no ha concluido.
En ese contexto, el ex candidato presidencial, ex gobernador de Chihuahua y ex senador de la República por el PRI, Francisco Labastida Ochoa opinó que Moreno Cárdenas tiene una larga historia de corruptelas. “La primera vez que supe de él se dedicaba al coyotaje en tratos de Pemex”, aseguró el político priista.
Sus adversarios partidistas ya han elaborado las impugnaciones con todos los argumentos legales correspondientes.
Vamos a ver de qué están hechas las autoridades electorales, porque existe la sospecha de que el presidente, Andrés Manuel López Obrador está de acuerdo con que Moreno siga al frente del PRI y lo impulsa desde los entretelones de la política, por varias y justificadas razones oficialistas. Una de ellas y quizá la más importante: el campechano es un hueso fácil de roer, tiene enorme cola que le pisen y eso lo hace frágil frente al poder presidencialista que está ejerciendo y seguirá ejerciendo Morena.
También, Moreno Cárdenas sabe manejar doble discurso, porque de dientes hacia afuera despotrica contra el gobierno en turno, los morenistas y sus políticas públicas, y en lo oscurito negocia con ellos, a su entera conveniencia.
En síntesis, él sirve más al gobierno estando al frente del tricolor que otros. Si las autoridades electorales desechan las impugnaciones por violación a las leyes electorales y partidistas y avalan las ilegalidades del campecahano, se estará comprobando que Moreno Cárdenas está protegido desde Palacio Nacional.
A López Obrador le interesa esa estrategia para seguir hundiendo al PRI hasta su extinción total.
¿POR QUÉ EL ESCÁNDALO?
¿Por qué tanto escándalo por el atentado fallido contra Donald Trump? ¿Qué pasará con el hecho de haber sido herido, con haber estado en peligro de muerte y, por suerte suya, haber salvado su vida?
En unas cuantas horas, los analistas y observadores internacionales han coincidido que el intento de magnicidio lo ha catapultado hacia un inminente triunfo en las presidenciales de EU de noviembre próximo.
Yo creo que una de tantas respuestas a la pregunta del por qué el escándalo internacional en ese caso, la da el ex presidente de esa nación vecina nuestra, Richard Nixon, en su libro “Líderes. Perfiles y recuerdos de los hombres que han forjado el mundo moderno”.
El inicio del texto es contundente: “Los pasos de los grandes líderes son como truenos que hacen retumbar a la historia. A lo largo de los siglos –desde los antiguos griegos hasta hoy, pasando por Shakespeare-, pocos temas han resultado tan fascinantes para dramaturgos e historiadores como la personalidad de los grandes líderes. ¿Qué los hace destacar? ¿Qué explica esa electricidad peculiar, indefinible, que corre de los conductores de pueblos a los pueblos guiados por ellos?
“Si el papel de estos líderes resulta tan interesante, no es sólo por su dramatismo, sino también por su importancia y su influencia en los acontecimientos. Cuando se baja el telón, en una obra dramática, los espectadores salen del teatro y se van a sus casas a reanudar su vida normal.
“Cuando baja el telón en la vida de un líder, la existencia del público ha cambiado, y el curso de la historia puede haber variado profundamente”.
Por eso y muchas cosas más, los medios de comunicación le dan tanta importancia a un evento de esa naturaleza. El magnicidio de un líder, sea bueno o malo, podría cambiar la historia de una nación o de gran parte del mundo.
¿CONSPIRACIÓN?
Nunca van a faltar las teorías conspiracionistas. Sin embargo, en el atentado contra Trump surgen varias interrogantes que me parecen válidas.
¿Un auto atentado?, no. Algunos piensan que pudo haber sido un auto atentado, bien planeado, para victimizar al republicano y garantizar, al precio que sea, su triunfo en las presidenciales de noviembre próximo. Sin embargo, otros cuestionan esas opiniones al afirmar que nadie en su sano juicio le hubiera apostado a un hecho tan impredecible, porque el mínimo error hubiera llevado la bala, o las balas, a la cabeza del precandidato y lo hubiera matado, o lo hubiera dejado inválido o parapléjico. El riesgo que eso sucediera era inminente.
¿Una conspiración urdida desde las altas esferas del poder político o económico de EU?, tampoco, porque nadie en sus cinco sentidos hubiese contratado a un muchacho inexperto, inmaduro e imberbe de 20 años de edad (ahora se sabe que se llamaba Mathew Crooks), cuyos primeros datos arrojan que era de comportamiento errático: en alguna ocasión había donado 15 dólares a la causa demócrata, pero estaba registrado como militante del Partido Republicano y en público hablaba mal de ese partido. Encontraron explosivos en su casa y sus compañeros de escuela declararon que observaba un comportamiento raro, porque en clases sufría de bullying. Luego entonces, tampoco esta suposición es creíble.
El único dato verídico y comprobable es que los Servicios Secretos sí fallaron. Nadie puede suponer cómo la Agencia del Servicio Secreto de Estados Unidos de América, la agencia de gestión de riesgos más importante del mundo, se le haya filtrado, dentro de su perímetro de vigilancia, un muchacho veinteañero, con un rifle tipo AK-47, de largo alcance, y haya tenido la posibilidad de apuntar y dispararle al precandidato presidencial republicano.
