Es evidente la intención del aún presidente de México de mantener el control de todos los hilos del poder desde el exterior, no sea que en el ejercicio de la siguiente administración se le quiera ignorar y quien estará a cargo pueda tomar decisiones propias.
✍🏽TAROT POLÍTICO | Amet Samayoa Arce
Hasta antes de 2018, Andrés Manuel López Obrador repudiaba el amiguismo, nepotismo e influyentismo, sin embargo, en 2024 no solamente ha incidido en el gabinete a Claudia Sheinbaum con personas que se desempeñaron en su mandato, sino que además no ha querido dejar suelto el control de Morena, el partido que fundó, y, “por si las moscas”, impondrá a su hijo Andrés (Andy) López Beltrán en la dirigencia de esa organización. El influyentismo se considera la práctica de una persona que se ve favorecida por la relación que mantiene con otra que ocupa un cargo público o alguna posición de poder, de manera que obtiene concesiones o privilegios. La definición es clara de la práctica andresmanuelista. Se dice que la aristocracia vivía en el vaivén del influyentismo y de los favores del dictador. Es evidente la intención del aún presidente de México de mantener el control de todos los hilos del poder desde el exterior, no sea que en el ejercicio de la siguiente administración se le quiera ignorar y quien estará a cargo pueda tomar decisiones propias.
ANTES DEL 2018 ERA OTRO
Sus hijos han sido recurrentemente cuestionados por hacer negocios a la sombra del presupuesto, sin embargo, en la mañanera de este lunes afirmó que José Ramón ni Gonzalo van a participar en el gobierno de Claudia Sheinbaum, lo cual ya sería el colmo, pero Andy sí le manifestó su deseo de “participar en Morena. Quiere consolidar Morena. No voy yo a influir en nada”. No reveló en qué cargo va a estar, si en la presidencia o secretaría general de la nueva dirigencia, pero “quiere apostar a ser electo, no impuesto”, dijo ante la pregunta de una reportera. El punto es que, debido a tantas mentiras proferidas desde el púlpito mañanero durante seis años, nadie le cree que no busca imponer a Andy en el partido que fundó y que le permitió llegar a la Presidencia de la República. De hecho, en los cafés y desayunaderos políticos ya se corre la voz de que lo dejarán ahí para, además de mantener el control político, prepararse para ser el sucesor de Claudia Sheinbaum en 2030. Quienes conocen a López Obrador desde su juventud saben que es un hombre autoritario, que no comparte el poder con nadie, y como en este momento no pudo llevar a cabo reformas legales para consolidar su imperio, simplemente pretende convertirse en el poder tras el trono. Andy López Beltrán será el heredero del dominio en el futuro y por ello su padre lo va a colocar en esa posición, desde donde podrá hacer campaña los próximos seis años y evitar, con la fuerza de su partido, que el Ejecutivo se le revele e incumpla acuerdos que se llevaron a cabo en lo oscurito. Ese discurso de que nunca se mete en nada o que no impondrá a nadie ya es viejo. Cuando estuvo en Tabasco, por ejemplo, al dejar la presidencia del PRD estatal que fundó en 1989, dijo que se haría una elección abierta, y lo primero que hizo fue cerrarle el paso a Wilbert Narváez Narváez, un auténtico luchador social hasta el día de su muerte, y a Cuitláhuac Vázquez Hidalgo, para imponer a Darvin González Ballina. Pensar que ahora que tiene mucho más poder va a cambiar en su manera de proceder sería una fantasía. Andrés Manuel López Obrador quiere convertirse en el próximo Plutarco Elías Calles, que mandará y seguirá manejando los hilos de la Presidencia de la República y de su partido Morena desde “La Chingada”. Ese movimiento se convertirá, con ello, en un instituto político patrimonialista como lo ha sido el Verde Ecologista de México. No hay ninguna diferencia.
DE TAROT Y ADIVINANZA
Tras el destape de Andy para una cartera en Morena, ¿En qué lugar quedará el chiapaneco Emilio Ulloa, que es carta de la Dra. Sheinbaum? … Servidos.
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