La emprendedora recibió un reconocimiento de la administración anterior encabezada por Carlos Morales Vázquez, por poner en alto la gastronomía chiapaneca.
✍?Sarah Valenzuela
Zona E, es un espacio dedicado a mujeres emprendedoras de Chiapas, que a diario impulsan la economía de esta entidad, y mejoran la calidad de vida de sus familias, en esta ocasión, nos acompaña Lucero Aguilar Paredes, quien recientemente recibió un reconocimiento de la administración anterior encabezada por Carlos Morales Vázquez, por poner en alto la gastronomía chiapaneca.
También el Senado de la República reconoció su labor, y ha sido galardonada por su participación en el Festival Cultural El Mundo Zoque.
“A mí la vida me puso así, justamente: en la cocina, y yo me sentí como pez en el agua, desde niña, siempre como hija única que una familia conformada por cuatro hermanos varones, el papá, los tíos, los primos y la única niña tenía que estar siempre en la cocina con la abuelita”.
Pero esa convivencia con su abuela, le dejó las mejores y más sabias enseñanzas de su niñez, lamentablemente una enfermedad como el cáncer surge, y ante la falta de tratamientos se tuvo que trasladar a la Ciudad de México su abuelita acompañada de su madre, para recibir radiaciones de las llamadas bombas de cobalto.
Por nueve meses, estuvieron ausentes de casa, para que su abuelita recibiera ese tratamiento en la capital del país, y durante esos nueve meses que dura un embarazo, relata que se gestó en su interior algo que dio a luz esta comidera que hoy practica.
En esa época, cuando era aún muy pequeña, su padre le dio un billete de 100 pesos de aquellos que tenían la imagen de Hidalgo, y le dijo: “hijita vete al mercado y trae algo, y le dije si podía traer coyol y me dijo: si te alcanza, y antes era aquel Tuxtla que ibas sola y pagabas quién te cargara la canasta, éramos de canasta y no de morraleta, me fui con mis cien pesos al mercado y no recuerdo qué compré pero sí llevé mi coyol”.
Su padre le dijo que tenía que adquirir lo necesario para una semana completa y tenía que hacer un guardadito, porque en los siguientes días tenía que ir a comprar el café y pan, y ahí supo por primera vez cómo se administra el dinero.
“Soy una mujer muy administrada en mi economía gracias a las enseñanzas de la vida, y no recuerdo que mis hermanos se quejaran de que no les gustara la comida, no sé si llegaban con mucha hambre, no sé si por el tiempo transcurrido, pero así nos cobró la vida y me acostumbré a cocinar así gustosamente para ellos”.
La vida siguió su curso, y más adelante cuando empezó a trabajar se encargaba de los detalles de casa. Señala que en esa generación, las mujeres tenían triple carga. “Así nos tocó, la llevamos y fuimos felices triunfalmente”.
SE ACOSTUMBRÓ A IR A LA DESPENSA LOS SÁBADOS
Todos los sábados se encargaba de hacer las compras de la semana, por costumbre, mientras la lavadora estaba trabajando, ella se encargaba de cocinar, para que después de que se enfriara cada alimento, ponerlos en los utensilios de cocina de la marca Tupperware, y se manejaba un código de color: el color verde era para el lunes, el azul para el martes, miércoles rojo, y ya podían distinguir qué color de la tapa correspondía al orden del menú semanal.
“Yo tenía doble jornada, trabajaba en la primaria y en la secundaria, pero en la casa siempre hubo comida caliente, siempre hubo esposa, madre, hermana, no sé cómo sucedió, pero esa fue la generación a la que corresponde y sigo cocinando y empiezo a desarrollar el placer de ver comer lo que yo hago”.
LOS DOMINGOS SE TOMÓ LA COSTUMBRE DE IR A COMER A LA CASA
Sus padres ya eran unas personas mayores, así que se decidió por cocinarles para que su mamá descansara de las labores de la cocina, y su satisfación más grande es que sus sobrinas heredaron el mismo gusto de ella: cocinar.
