No fue discípulo directo de Samuel Ruíz García, pero su historia le sirvió a Marcelo Pérez como inspiración evangélica.
✍?MOLINOS DE VIENTO | Susana Solís Esquinca
Odiado por unos, amado por otros; incómodo para el poder.
Con todo y una orden de aprehensión que data de junio del 2022, el presbítero Marcelo Pérez dejó un legado de más de 20 años en las comunidades más empobrecidas de Chiapas.
No fue discípulo directo de Samuel Ruíz García, pero su historia le sirvió a Marcelo Pérez como inspiración evangélica. Algunos lo veían como el heredero del caminante por su activismo social.
Su lucha podría resumirse en esta entrevista que meses atrás le hizo el periodista Isaí Flores:
“Chiapas está en peligro, se le quiere someter con el crimen organizado, y en ese aspecto donde antes se luchaba en defensa de la tierra y el territorio por medio de las peregrinaciones, oración y ayuno, ahora entra el crimen organizado, desde Chicomuselo donde nos tocó defender la tierra de la minería, ahora con la delincuencia nos obligan a cambiar de método para defender el territorio”, indicó Pérez Pérez”.
El mismo admitía que su cabeza tenía precio “de entre 30 hasta 150 mil pesos”.
Por su activismo tocó intereses caciquiles y recientemente delincuenciales; abrió muchos frentes y hay muchas manos que pudieron jalar el gatillo.
Sabía que era un blanco fácil y tenía sus razones.
“No acepto guardaespaldas. Va en contra del Evangelio que alguien muera para que yo viva. No es mi vida sino la del pueblo… No confío en la policía”, declaró en una entrevista a La Jornada.
¿QUIÉN ERA EL PADRE MARCELO?
Marcelo Pérez Pérez, indígena tsotsil, nació en la comunidad Chichelalhó de San Andrés Larraínzar, en el seno de una familia campesina y muy religiosa. Desde pequeño abrevó la palabra de Dios y se fue estudiar el sacerdocio en el Seminario de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, graduándose el 6 de abril de 2002.
Posteriormente se fue a un internado en Estados Unidos donde reafirmó su vocación. Fue invitado por el entonces obispo de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi regresar a su tierra, asignándole la parroquia de Chenalhó, donde estableció vínculos con las víctimas de la masacre de Acteal; hechos ocurridos en 1997 cuando un grupo paramilitar asesinó a 45 indígenas que estaban rezando, en su mayoría mujeres e infantes. Esto fue decisivo para abrazar la causa social.
En 2011 fue párroco de la Iglesia San Antonio de Padua de Simojovel donde estuvo una década. En ambos municipios, Marcelo Pérez acompañó a los indígenas en diferentes luchas como la defensa de la tierra y el territorio que dio origen a organizaciones sociales como el Movimiento de Pueblo Creyente por la Defensa de la Vida y Territorio (MODEVITE). En Simojovel, decenas de peregrinaciones fueron encabezadas por el sacerdote que alzaba la voz junto con los indígenas.
Debido a este acompañamiento, Pérez Pérez fue víctima de amenazas de grupos de interés que se vieron afectados por los reclamos de los campesinos; situación que prevaleció en Chicomuselo, cuando se dio una lucha contra la minería y los megaproyectos.
Por su trabajo en las comunidades indígenas y el riesgo que esto implicaba, Marcelo Pérez llamó la atención de diversos actores, como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos -CIDH- que en 2014 emitió medidas cautelares al gobierno de México para resguardar la integridad de Pérez Pérez. En el 2022, un total de 26 organizaciones civiles nacionales e internacionales se pronunciaron y condenaron al gobierno de Chiapas por la orden de aprehensión que le había girado la Fiscalía estatal.
En los últimos tiempos las peregrinaciones, oraciones y ayunos se fueron extendiendo en muchos municipios con una sola consigna: regresar la paz a Chiapas ante el aumento del crimen organizado que se fue infiltrando en las comunidades dejando a miles de indígenas desplazados.
El 14 de mayo de 2018, el presbítero fue reconocido por la Embajada de Suecia por ser un defensor reconocido por la sociedad civil en defensa de los derechos humanos en México. Fue nominado con el Premio Per Anger 2020 que otorga ese mismo gobierno.
En varias entrevistas, el padre Marcelo Pérez reconoció que fue la masacre de Acteal lo que influyó para trabajar por los pobres. Actualmente era párroco de la iglesia de Guadalupe en San Cristóbal de las Casas.
En el conflicto de Pantelhó, sus detractores lo señalaban como el promotor del grupo de autodefensa “El Machete”, adversario de otro grupo denominado “Los Herrera”; éste último considerado como una familia que había detentado el poder durante años en ese municipio.
En este lugar, la situación se complicó el 5 de julio de 2021 con el asesinato del presidente de la organización social “Las abejas de Acteal”, Simón Pedro, ocurrido en Simojovel y quien era defensor de los derechos humanos y acompañaba al grupo que posteriormente se autonombró “El Machete”. Tenía previsto acudir a la Fiscalía a interponer una denuncia contra “Los Herrera”, por su presunta vinculación con el crimen organizado. El 26 de julio de ese mismo año, “El Machete”, al parecer, secuestró y desapareció a 19 integrantes del grupo contrario, los cuales no han sido localizados.
Apenas el 13 de septiembre de este año, por primera vez, feligreses de las tres diócesis de Chiapas, Tuxtla, Tapachula y San Cristóbal, unieron sus voces en una gran marcha en la capital para pedir por la paz y la reconciliación ante el aumento del crimen organizado en la entidad.
Marcelo Pérez siempre se autodescribió como un mediador en los conflictos intercomunitarios, pero a semejanza de lo que vivió en los 90 Samuel Ruíz García, los gobiernos siempre lo señalaron como el “instigador o promotor” de uno u otro bando; lo cierto es que la iglesia católica en Chiapas ha estado presente en la historia y la realidad de esta entidad.
That’s All.