Cantó en Tuxtla Gutiérrez junto a Michael Jackson y Frank Sinatra. Puntual resonó en el estadio Víctor Manuel Reyna que mostró asientos vacíos y no escatimó en llamados de atención a su equipo técnico.
A las 21:00 horas del martes 05 de noviembre, el sol salió en el Víctor Manuel Reyna, aunque esta vez no fue un amanecer, sino la aparición de Luis Miguel, “El Sol de México”, que, puntual y legendario cautivó a Chiapas. La expectativa era alta, pero el estadio apenas alcanzó la mitad de su capacidad. El eco de los gritos se mezclaba con los espacios vacíos que hicieron del evento algo íntimo para los fans más fieles, quienes pudieron presenciar un espectáculo de gran calidad, aunque incompleto en asistencia.
Luis Miguel apareció en escena con su característico estilo bicromático, siempre en blanco y negro, impecable y esbelto como si cada gesto formara parte de una coreografía bien ensayada. Apenas iniciaron los primeros acordes de Amor, Amor, Amor, y su voz envolvía el estadio como un manto nostálgico, transportando a todos a aquellos tiempos donde cada nota suya era un hit rotundo en la radio y la televisión.
Pese a la magia de su voz y su presencia arrolladora, no faltaron los momentos tensos. Yo te necesito como el aire que respiro, entonaba con precisión, pero bastaron unas ligeras imperfecciones en el sonido para que, en varias ocasiones, Luis Miguel reprendiera severamente a su equipo técnico. El Sol, fiel a su perfeccionismo, se mostró inconforme, reiteradamente. Fue un recordatorio de que su exigencia hacia los detalles sigue intacta.
El ambiente se tornó más cálido con Hasta que me olvides, algunas parejas no contuvieron el entusiasmo, coreando cada verso con los ojos cerrados y abrazándose, como si esa balada de amor eterno los conectara en un instante de sinceridad. Dos parejas a mi lado se hicieron uno solo al compás de No sé tú, aunque era evidente que los sentimientos no eran recíprocos. El amor, como el sol, no siempre ilumina de igual manera.
¿Cuánto cuesta soñar con Luis Miguel en Chiapas? parecía ser la pregunta del público, cuando el costo de un agua mineral alcanzaba los cien pesos. Pero, al ver a “El Sol de México” interpretar Por debajo de la mesa, los fans olvidaban la cotización del momento. Con su voz impecable y una orquesta disciplinada y ágil, la presentación se sentía como un viaje en el tiempo, donde las canciones de siempre, como Un hombre busca a una mujer y Oro de ley, hacían vibrar al público con nostalgia.
Luis Miguel ofreció también sus clásicos boleros: Somos novios, Nosotros, y la icónica Solamente una vez, piezas que conectaron con los más veteranos de sus seguidores, mientras que, en un acto simbólico, conmemoró el Día de Muertos interpretando junto a las memorias de Sonríe de Michael Jackson y Come Fly with Me de Frank Sinatra. Aunque solo fueron alusiones, el momento se sintió como un tributo íntimo a esas leyendas de la música, recordándonos que para Luis Miguel todo es posible.
A medida que avanzaba la noche, llegó la hora de los éxitos más movidos: La chica del bikini azul e Isabel hicieron vibrar las gradas, aunque el espacio vacío recordaba la falta de público. Para el cierre, Cuando calienta el sol encendió las emociones y convirtió el estadio en un coro unísono.
A las 10:35 de la noche, el sol se apagó, marcando el fin del concierto. Luis Miguel se despidió sin más, dejando tras de sí una mezcla de emociones en el público. No hubo lleno total, pero la experiencia fue de la calidad que solo él puede ofrecer, como un sol que brilla en su propia órbita, sin importar si ilumina a muchos o a pocos.