La presidenta trae el mando, dice. Al defender la reelección de Piedra Ibarra, Sheinbaum lanzó un peculiar pedido: “déjenlo descansar en Palenque, tranquilo”.
✍?REALIDAD A SORBOS | Eric Ordóñez
Claudia Sheinbaum Pardo no dudó en mostrar su enfado con la “comentocracia” y sus críticos al defender lo que califica como la independencia de decisiones en el Senado. La presidenta hizo una defensa directa de la autonomía del Legislativo y la legitimidad de la reelección de Rosario Piedra Ibarra en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). Sin embargo, algo no me cuadra: su discurso parece un intento de despegarse de su mentor, Andrés Manuel López Obrador, pero, para quien observa con atención, queda claro que el expresidente sigue siendo la mano que mece la cuna en decisiones fundamentales. La afirmación de “independencia” deja un eco en el aire: ¿a quién trata de convencer la presidenta?
AMLO, EL AUSENTE SIEMPRE PRESENTE
Sheinbaum lanzó un claro reproche a la “comentocracia”, aquellos opinadores que cuestionan la autonomía del Senado y ven en la reelección de Piedra Ibarra una jugada más de López Obrador. Es un enojo palpable, casi personal. Al final, el mayor problema de la “comentocracia”, en palabras de la propia Sheinbaum, es no entender que ella está al mando. La escena resulta casi teatral, como si se tratara de convencer a una audiencia de algo que, desde la butaca, sigue sin verse claro. Su defensa suena vehemente, pero proyecta más bien un intento de proteger a un mentor que, aunque ausente, sigue más presente de lo que la presidenta está dispuesta a reconocer.
“MAYORES DE EDAD” O ¿OBEDIENTES?
Sheinbaum aseguró que los senadores son “mayores de edad”, un llamado a la independencia que parece más aspiracional que real. ¿Cree la presidenta que el Senado actúa sin la influencia de AMLO? La realidad ha demostrado lo contrario una y otra vez. La afirmación de independencia de los senadores es, en el fondo, un guiño a quienes aún creen en la separación de poderes. Pero los eventos recientes sugieren que el Legislativo sigue acatando los designios de la figura presidencial. ¿Fue la reelección de Piedra Ibarra realmente autónoma? Para la presidenta, sí; para el ciudadano informado, quedan dudas.
“DÉJENLO DESCANSAR EN PALENQUE”
Al defender la reelección de Piedra Ibarra, Sheinbaum lanzó un peculiar pedido: “déjenlo descansar en Palenque, tranquilo”. Una frase que intenta presentar a López Obrador como alguien retirado completamente de la política. Sin embargo, su presencia es evidente en cada decisión y movimiento político. Aunque Sheinbaum lo presenta como una figura pasiva, todos sabemos que su influencia sigue viva en el entorno político. Es curioso que desde la silla presidencial se intente promover una imagen de transición total cuando los vestigios del pasado gobierno están más activos que nunca.
UNA PIEDRA EN EL ZAPATO
La presidenta no solo defendió la decisión del Senado, sino que pidió respeto para Rosario Piedra, a quien elogió como activista de trayectoria. Sin embargo, la historia de Piedra en la CNDH ha sido, cuando menos, accidentada. Su llegada en el sexenio de AMLO estuvo marcada por conflictos y divisiones que pusieron en entredicho la legitimidad de la CNDH. Ahora Sheinbaum defiende su reelección, pero la historia no se borra: Rosario nunca fue una figura de consenso. ¿Cómo pedir respeto cuando el respaldo inicial de su figura fue un reflejo del poder en turno?
¿UN APLAUSO A MEDIAS?
Uno de los aspectos que merece reconocimiento en el discurso de Sheinbaum es el rechazo público a la intervención del Ejecutivo en el Legislativo. Le aplaudo por esto, ya que en una era donde la frontera entre poderes se ha desdibujado, es un mensaje importante. Sin embargo, también suena a aplauso a medias, ya que su liderazgo parece aún atado al proyecto de su predecesor. Defender la independencia de los senadores es un acto de fe, pero el respaldo que ha recibido Piedra Ibarra en sus horas más difíciles parece indicar que el control del Legislativo no es del todo autónomo. Lo que parecía una declaración de libertad política termina como un eco del pasado.
¿HAY INSTITUCIONES AUTÓNOMAS?
La reelección de Rosario Piedra desató un amplio debate sobre la autonomía institucional en México. A ojos de la opinión pública, el nombramiento se percibe como un símbolo de la intervención gubernamental en organismos que, en teoría, deberían ser independientes. Este episodio muestra que, más allá de la figura de Piedra, el control de las instituciones sigue siendo un tema pendiente en la administración actual. Sheinbaum intenta desligarse de esta sombra, pero los pasos dados por el gobierno hasta hoy sugieren que la autonomía institucional sigue siendo más una promesa que una realidad.
LA MANO QUE MECE LA CUNA
Sheinbaum ha intentado construir una imagen de líder autónoma, pero la verdad es que aún se proyecta como la principal defensora del legado de AMLO. En su discurso, queda clara su intención de despegarse, aunque cada palabra parece enredarse en los ecos del pasado. Su defensa del expresidente y la insistencia en que este “descansa en Palenque” suena más a un intento de protegerlo de los ataques que a un verdadero paso hacia la autonomía. En un país donde los liderazgos se construyen con base en credibilidad, queda la pregunta: ¿cuándo veremos a Sheinbaum realmente libre del peso del pasado?
EL NUEVO ROL DE LA COMENTOCRACIA
Las declaraciones de Sheinbaum sobre la “comentocracia” abren una ventana a una discusión más amplia sobre el papel de los medios en la percepción pública del gobierno. En su afán de defender el nombramiento, la presidenta se enfrenta a la crítica y busca colocar una barrera entre el poder y la prensa. Aunque su rechazo a los cuestionamientos es legítimo, no deja de sonar a censura de una figura que intenta proteger a los suyos a toda costa. Los medios, por su parte, tienen un papel importante al cuestionar estos nombramientos y defender la libertad de expresión en un escenario donde la línea entre la crítica y la complacencia se difumina.
EL MURO DE LOS LAMENTOS
Queda para otra historia la interpretación de la Mañanera como un “muro de lamentos”, un espacio que algunos periodistas han convertido en un escenario de quejas superficiales, sin la profundidad y el rigor que exige el periodismo ético. En un lugar donde el gobierno maneja la narrativa, es vital que el periodismo recupere su sentido crítico y su verdadero propósito: cuestionar y ahondar en los temas de fondo, en lugar de solo seguir el eco de las palabras oficiales. Perdónalos, Kapuscinski.
Cordial saludo.