Chiapas merece ser nuevamente el lugar que soñamos: cálido, bello, lleno de esperanza. Hasta entonces, Yuri, descansa en un cielo donde la violencia no alcance, donde la paz sea eterna.
✍?REALIDAD A SORBOS | Eric Ordóñez
Yuritzia Eliviani Ramírez Pérez tenía solo 16 años. Era una joven con sueños, risas y canciones que ya no se escucharán.
NO VOLVISTE A CASA
Yuritzia, saliste de Frontera Comalapa con tu familia buscando refugio, huyendo de la violencia que ha convertido a nuestro estado en un lugar lleno de miedo. Pero la misma violencia que dejaste atrás te alcanzó en Tuxtla Gutiérrez, donde se suponía que estarías a salvo. Me duele profundamente que no volvieras a casa.
En Chiapas, hemos normalizado lo impensable. Una bala perdida, fruto de enfrentamientos entre personas armadas, se llevó tu vida. Nos llena de tristeza y rabia saber que tu historia no es un caso aislado, sino el reflejo de una realidad que nos golpea a todos.
EL MAPA VOLTEADO: CHIAPAS COMO ZONA DE GUERRA
Querida, hubo un tiempo en el que los chiapanecos mirábamos con asombro las noticias de balaceras en el norte del país: Ciudad Juárez, Tamaulipas, Monterrey, nombres que parecían tan lejanos. Ahora, el mapa se ha volteado. Enfrentamientos armados, balas perdidas, desplazamientos forzados: todo esto ya no es ajeno, es nuestra realidad diaria.
La realidad de Chiapas ahora es fría como San Cristóbal de las Casas; peligrosa como Chamic; llena de incertidumbre como tu natal Frontera Comalapa. Los ánimos están calientes como Tonalá, y la esperanza de paz que tú y tu familia buscaban vuela como el ventarrón de Arriaga. Lo que alguna vez fue tan bello como Comitán o vibrante como las Cascadas de Agua Azul hoy se ve empañado por la violencia.
VULNERABLES, SIEMPRE VULNERABLES
Cada día es un recordatorio de que, en Chiapas, nadie está a salvo. La bala que acabó con tu vida no tenía un destino predeterminado, pero encontró el camino para arrebatarnos a una joven llena de vida. Sé que sonaré egoísta, pero si hubieras sido una de las mías, si fueras mi sangre, haría arder el mundo entero para sentir que existe justicia. Sin embargo, no debería ser necesario perder a un ser amado para comprender el peso de esta tragedia.
Hoy pienso en ti como en mis estudiantes, en mis sobrinas, en las niñas que caminan por las calles de Chiapas. Me aterra imaginar que ellas, como tú, puedan estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. Les pido que no caminen de noche, que no se confíen de las sombras de los árboles, porque a veces el mal se esconde donde parece seguro.
LA PAZ QUE NO ENCONTRASTE
Yuritzia, no podrás cantar de nuevo en el coro de tu iglesia ni ver los amaneceres de un Chiapas en paz. No podrás graduarte, como muchos de mis estudiantes lo harán algún día. No conocerás el Chiapas de armonía que yo viví a tu edad, porque ese Chiapas parece un recuerdo lejano, una utopía perdida en medio del caos.
Tu historia nos golpea en lo más profundo. Nos muestra que Chiapas no solo es víctima de la violencia extrema, sino de la indiferencia y la impunidad que permiten que estas tragedias sigan ocurriendo.
¿QUÉ NOS QUEDA POR HACER?
No podemos seguir normalizando la violencia. No podemos aceptar que nuestras calles se llenen de balaceras y que nuestros hogares estén marcados por el miedo. Chiapas no puede ser solo una cifra más en la lista de estados olvidados por la paz. La solución no es sencilla, pero el primer paso es reconocer que hemos llegado a un punto crítico.
Debemos exigir a nuestras autoridades que actúen con firmeza y responsabilidad. Debemos ser ciudadanos que no se resignen, que alzan la voz por ti, Yuritzia, y por todos aquellos que han perdido la vida a causa de la violencia.
YURITZIA, NO TE OLVIDAREMOS
Querida Yuritzia, te deseo la paz que Chiapas no pudo darte. Te deseo la justicia que aquí te fue negada. Tu historia, aunque dolorosa, debe ser un recordatorio constante de que no podemos quedarnos de brazos cruzados. Tu memoria es una chispa que debe encender nuestra voluntad de cambiar el rumbo de nuestro estado.
Chiapas merece ser nuevamente el lugar que soñamos: cálido, bello, lleno de esperanza. Hasta entonces, Yuritzia, descansa en un cielo donde la violencia no alcance, donde la paz sea eterna.
En memoria de Yuritzia Eliviani y la paz que murieron en Chiapas.